Las cosas siguen iguales, pero Charles actúa como si todo estuviera bien, así que he decidido hablar con él. Estamos en mi casa, yo leyendo el libro que él me ha comprado para que lo perdonara y el metido en su teléfono.
-Oye, Charles.
-Dime - se voltea hacia mí y planta un pequeño beso en mis labios.
-¿Podemos hablar?
-Te quieres desahogar acerca del libro - dijo tratando de acertar.
-No, es otra cosa.
-Dime.
-¿Por qué estás así últimamente?
-¿Así cómo?
-Me ignoras, no me llamas "estrellita" y estás con todas esas chicas haciendo cosas que solíamos hacer nosotros.
-Otra vez los celos, no quiero hablar de eso - toma sus cosas y se dirige hasta la puerta, yéndose, pero lo detengo en el porche.
-Charles, es en serio, ¿Por qué prefieres estar con esas chicas antes de estar conmigo?
-Son amigas, nada más.
-¡Yo soy tu novia!
-Entonces si tengo novia no puedo tener amigas - me empiezan a brotar lágrimas y Charles aprieta la mandíbula.
-Que tengas amiga no significa que debas tratarlas como novias.
-¡Deja los putos celos! - zanjó el de repente mientras yo abriera mi boca en una gran O nunca me había dicho ninguna grosería.
-Tengo derecho a sentir celos, estabas con Heather usando la guitarra que yo te di, les enseñas a cada una de ella a montar skateboard y les guiñas el ojo. ¿Ahora qué?, las besarás y les dirás tu secreto y luego les dirás q- que son planetas girando en órbitas diferentes - se me parte la voz.
-No voy a hablar de eso - dice y se va en su patineta.
Me quedo en las escaleras del porche llorando. Porque me amaría a mí, sus amigas son perfectas, con estúpidos cabello y piel hermosa y curvas que cuesta creer que sean reales.
-Es un idiota - me dice alguien, pero no sé donde -. No debería tratarte así - lo veo, está en el porche de los vecinos, supongo que ya han vendido la casa de al lado.
Baja las escaleras hasta llegar hasta mí, me mira con sus ojos azules como si supiera perfectamente lo que me sucedía.
-Lander Matt, tu nuevo vecino - se presenta extendiendo su mano hasta mí.
-Amber McCarthy - dije limpiándome las lágrimas.
-¿Entonces cuántas lunas te prometió?
-¿Qué? - digo en un murmuro.
-¿Qué hizo para que cayeras? - fórmula otra vez la pregunta.
-No lo sé, solo un día llegó y me trató lindo - lo pienso un momento -. Y eres un extraño, ¿Por qué debería contarte mis problemas?
-No soy un extraño, soy tu nuevo vecino.
-Por eso.
-Te das cuenta de que te estoy dando el chance de que te desahogues con alguien que no va a juzgarte porque no te conoce.
No sé por qué, pero me da la sensación de que puedo confiar en él, parece un buen chico, aparte de que es muy atractivo.
-Él era un chico nuevo y estábamos sentados uno al lado del otro, él era muy tierno, se preocupaba mucho por mí, un día nos besamos y él me contó su secreto, a partir de ahí fuimos novios, todo parecía bien, pero él empezó a estar con otras chicas - digo tan rápido que se me va el aire.
-Necesidad de atención - frunzo mi ceño -. Digo, al tener lo que quería, quiso tener más.
-¿Y tú, quién eres, psicólogo?
-No aún, pero quiero serlo.
-¿Y buscas a personas que están llorando para aconsejarlas?
-No usualmente, pero ahora no tenía nada que hacer. Vamos, desahógate.
-Creo que le gusta a todas las chicas con las que él está y que con el tiempo él será el novio de alguna de ellas y yo tendré que ver eso todos los días.
-Te da miedo perderlo.
-Pues, claro.
-¿Por qué?
-Porque lo amo.
-Una cosa es que tú lo ames y otra muy diferente es que él te ame.
-Qué dócil eres.
-Si no te lo dijera como es, no me entenderías o no querrías entenderlo.
-Bueno, creo que eso es todo.
-Quieres llorar, ¿Verdad?
-Sí - hace un gesto para que me recueste en su hombro y llore.
-No suelo recostarme en el hombro de desconocidos.
-¿Quieres llorar o no?
Me rindo y me recuesto en su hombro, huele muy bien. Las lágrimas empiezan a salir rápidamente.
-Cuéntame algo tuyo para estar a paz.
-Perdí un examen de matemática.
-Eso a cualquiera le pasa.
-No sabes como me siento de culpable, fue por una tonta ley de signos, solo fue un signo.
-Acaso eres un genio para sentirte así.
-Se supone, aunque creo que mi savant está fallando.
-¿Tienes síndrome del savant? - él asiente -. Impresionante, yo igual.
-Qué casualidad, y déjame adivinar, el chico te pedía ayuda en sus tareas.
-Sí, pero, olvídalo, es cierto, es un imbécil.
-Tenemos intelecto, para que insultar.
-Pero si tú lo insultaste primero - le reprocho.
-Lo sé, es una broma.
Así permanecemos hablando, será un buen psicólogo, hasta me hace reír de vez en cuando y hace que se me olvide lo de Charles. Lander es un buen chico.
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Mil coincidencias tuyas
VampireLa adolescencia..., dicen algunos, una de las mejores etapas de la vida, aunque Charles no piensa eso, hasta el momento, su adolescencia ha sido terriblemente aburrida, solo por el hecho de ser diferente, hasta que se muda a Londres, donde conoce a...