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―Levy.

El ambiente nervioso devorado por recuerdos hermosos y otros llenos de dolor, el aire en la nombrada desde la boca de Gajeel Redfox sale de sus pulmones, sin ser capaz de respirar con normalidad. La imagen de él terminando esa noche, le presiona el pecho. Quería darle una sorpresa, el embarazo. Podría ayudarles a reconciliarse y seguir adelante. Ahora, su sorpresa de dos personitas pequeñas yacen con ella sin entender lo que sucede. Es mejor no entender en sus mentecitas.

Lentamente, se levanta pasando la mano por el cabello oscuro de Gale. Su instinto de madre le dice proteger a ambos, es todo lo que puede hacer sin mirar la cara del padre biológico de sus niños. Esta no era la forma en decirle, ni rencontrarse. Se imaginaba algo más íntimo; una cena en un restaurante o acordar verse para conversar de un tema importante que debe saber. No así, con dos seres inocentes observando sin entender nada.

― ¡Baby Shark, mío! ―Emma exclama al notar su llavero en la mano del adulto. No sabía cómo, pero lo tiene él, es suyo.

Gajeel reacciona, bajando los ojos a la niña de pelo azul, entregándole el llavero de Baby Shark, explicando que se le cayó de la mochila.

― ¡Gracia'! ―en sus manos, sonríe levantando las mejillas sonrojadas.

Juvia parpadea, respirando hondo. Le susurra a Levy en llevarse a los niños para que conversen, no sería óptimo que ellos se enteren de esta manera que tienen un papá. Levy asiente, viendo a su amiga irse con los gemelos tomados en cada mano, caminando por la acera.

― ¿Mami? ―articula Emma sin soltar la mano de Juvia.

―Tiene que hablar con un amigo y después nos acompañará ―explica breve―. Busquemos un parque cerca. ―ojalá esa conversación no demore tanto, no es fácil cargar con dos niños chicos y de dos años. Los hará distraerse y pasará el tiempo rápido.

Encontrando un parque para niños, los guía a un juego apto a su edad, en resbalines y columpios no peligrosos. Juega con ellos dejando las mochilas en el suelo, cerca. Levy le ha tomado tiempo venir. Le envió un mensaje especificándole la ubicación, imposible perderse.

Veinticinco minutos pasan, girando al notar la silueta sin emoción de la madre de los niños quienes no tienen baterías agotadas. Deja de prestar atención a ellos, mirándola una vez frente a su cara. No está bien, no se ve bien.

―Vamos a casa, niños.

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No habló durante todo el recorrido a casa. No le quedaba mucho tiempo libre, tenía que ir a trabajar a la cafetería Strauss. Cuando Levy dejó a los niños dentro, salió, cerrando y frunciendo los ojos.

― ¿Qué te dijo? ―Juvia preguntó preocupada. Levy bota un largo y pesado suspiro.

―Me preguntó si eran mis hijos ―fue la primera pregunta que él hizo al notar el parecido de los niños con ella, a la otra joven mujer de cabello azul no se parecían en nada―. Le dije que sí.

― ¿Qué pensó?

―No pensó nada, le dije directamente que son suyos. Ahí se fue todo a la mierda ―sabía que la reacción de Gajeel no sería la mejor, estaba enfadado y con argumentos de sobra―. Le conté cómo fue todo y me preguntó por qué no le dije antes. Le expliqué lo que sentí en ese momento, era mi manera de vengarme por haber terminado conmigo y no darme la oportunidad de decirle. Me dijo que debí decírselo, aunque fueran con gritos, él no me hubiera dejado sola.

⸂ Sugar ♡ Ice ; gruvia, au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora