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― ¡Juvi, se te quedó el celular!

Gray sobresalta golpeándose la cabeza contra el techo del auto, yéndose a su asiento con el alma en un hilo, buscando dónde dejar la mirada que no sea la cara sonrojada de Juvia, la cual estuvo cerca de la suya, a centímetros de que su nariz tocara la de ella.

Ya la besó en otras ocasiones, ¿por qué esta actitud asustadiza?

Eran otras ocasiones, no se ponía nervioso, no sentía como si fuese una eternidad estar sumergido en esos hipnotizantes ojos azules, cayendo a las profundidades de un océano. Esta vez sí. ¿Por qué?

Porque antes no sentía nada por Juvia, la besaba sin nervios y sin preocupaciones, sólo placer. ¿Ahora siente algo por ella? Sí. Quería unir los labios con los de ella, luchando contra su interior en que no era el momento, ¡no todavía!

Se le acelera la respiración, fijándose que tiene el auto encendido.

― ¡Juvi! ―agradecido está con la señora de pelo azul que viene corriendo al auto, recorre la vista hacia la dirección de la ventana de Juvia. Juvia..., está aturdida― Juvi, abre la ventana.

La joven de cabello azul parpadea despertando del trance, apretando el botón de la puerta para bajar la ventana.

―Se te quedó el celular en la cama, menos mal que subí y lo vi. ―cuando vio a su hija entrar al auto, fue a la habitación a averiguar si dejó todo ordenado. El celular estaba fuera de lugar.

―Gracias, mamá. ―toma su móvil de las manos de su madre, tratando de esconder el color carmesí de las mejillas. Esa escena que parecía no tener final, le aceleró el latido del corazón, bombardeando más sangre a todo el cuerpo, subiéndole la temperatura. Se sentía acorralada en el asiento, ¿qué hubiera sucedido si su mamá no les interrumpiera?, ¿se besarían?, ¿Gray iba a besarla?

―Hola ―aún ahí, la señora Lockser mira sonriente a Gray―. Soy la mamá de Juvi. Tú debes ser Gray.

―Ah, sí. Soy Gray...eh..., un gusto. ―se siente estúpido demorándose en cómo presentarse luego de lo que estuvo a punto de pasar. Juvia se remueve en el asiento con la cabeza hacia su madre, media agachada.

―Mamá, otro día te lo presentaré con más tiempo, ¿sí? ―la incomodidad la mata.

―Ningún problema. Diviértete ―le dice a la peliazul―. Diviértanse. ―a los dos, retrocediendo para que Gray acelere el auto y se vayan a su destino de diversión.

La ventana de Juvia sube, botando un largo y agotador suspiro, viendo que el auto al fin avanza a velocidad lenta para salir de la calle del vecindario. Olvidó colocarse el cinturón.

Mierda, no de nuevo. ¡¿Qué le pasa a este cinturón?!

De repente, el auto se detiene con suavidad en una esquina. Oye los movimientos de Gray quitarse el suyo para ir a ayudarle de nuevo. Su corazón tiembla sin razón. Sólo va a tirar el cinturón de seguridad para ajustarlo al asiento, no tiene nada malo. Gray no tendría dobles intenciones.

Se le acerca, corre la cara a la izquierda, disimulando no importarle tenerlo "encima" suyo, respirando el perfume ácido-fresco que lleva impregnado en la ropa. Esto es malo, muy malo. No tiene que pensar de esa manera, Gray es su amigo, él confía en ella y ella confía en él. Imposible que esto sea un truco sucio.

―Ya está. ―alejándose de una introvertida y cohibida Juvia, engancha el condenado cinturón al asiento para que nada malo le pase.

Juvia se mira, tiene el cinturón bien sujetado. Al fin.

⸂ Sugar ♡ Ice ; gruvia, au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora