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{ El Área }

| N A R R A D O R  O M N I S C I E N T E |

El pitido insoportable que envolvía los oídos del chico no paró de sonar hasta despertarlo. Cerró los ojos con fuerza, ladeando la cabeza contra la superficie en la que estaba tumbado.

Aquel sonido insoportable se paró de inmediato, pero el chico no abrió los ojos, privándose en la oscuridad que sus ojos cerrados le proporcionaban. El chico frunció el ceño y apoyó una de sus manos en la superficie sólida en la que se encontraba tumbado.

No aguantó más, la sensación de que se ahogaba le golpeó de repente, y se giró, su torso ahora pegado a la superficie sólida en la que se encontraba. Empezó a expulsar gran cantidad de agua de su boca, comenzando a toser exageradamente, sintiendo como el aire no llegaba correctamente a sus pulmones.

Cuando terminó de tirar todo el agua, su respiración se normalizó, y cerró los ojos de nuevo, dejándose caer, girándose para apoyarse la espalda, llevándose la mano izquierda a su pecho, mientras la derecha iba a su frente. Sus ojos permanecieron cerrados, su pecho subiendo y bajando a gran velocidad ante la falta evidente de aire. Tragó saliva, jadeando después, sin siquiera abrir los ojos aún.

Pocos segundos después, se alzó un poco, apoyando ambas manos en el suelo, mirando todo lo que las cuatro estrechas paredes le dejaban ver a través de las luces azules que no paraban de parpadear.

Sus piernas temblaron cuando hizo un ademán para levantarse, y gimió adolorido cuando lo consiguió. De inmediato se apoyó como pudo en una de las rejas que le rodeaban. Frunció el ceño de nuevo al darse cuenta que la plataforma en la que estaba encerrado no paraba de subir a una gran velocidad.

Intentó recordar donde estaba y como había llegado ahí, pero por más que lo intentaba, no tenía ni idea de nada. Al intentarlo, también había probado en recordar algo, lo que fuera, incluso su nombre. Pero ni siquiera eso fue capaz de recordar.

Frustrado por intentarlo y no conseguir lo que quería, miró hacia arriba, donde una luz roja parpadeante no paraba de alumbrar sus ojos, a tal punto que aquello se hizo insoportable y tuvo que bajarla de inmediato. Hizo una mueca de dolor cuando un pinchazo se instaló en su cabeza, y se llevó una mano a ella, apoyándola en el lado afectado.

Cerró los ojos cuando aquello se intensificó y se agarró la cabeza con ambas manos, cayéndose al suelo. Soltó un gran grito que hizo eco en todo el lugar en el que estaba cuando el pitido se intensificó también, pero ahora solo sonaba de un lugar en concreto. En su brazalete. En el brazalete que no se había dado cuenta que llevaba. Y tampoco se dió cuenta de que el pitido provenía de el.

Miles de voces diferentes e irreconocibles para el chico se escucharon distorsionadas en la cabeza de este. Soltó otro gran grito ante el dolor de aquello, pasando sus manos por su cabello.

— ¡Basta! —gritó al final, cerrando los ojos con fuerza—. ¡Basta ya! ¡Callaos! —siguió cuando las voces en su cabeza se intensificaron, pero seguía sin entenderlas.

Y al cabo de unos segundos, solo escuchó una de ellas que le llamó la atención.

"Prometo que todos vosotros saldréis con vida de ahí, Newton. Prometo que cuidaré de ti por ella y de ella por ti. Y eso lo voy a cumplir, puedes estar seguro de que sí."

La voz masculina cambió, y se agarró de la cabeza de nuevo ante el dolor de aquello, quedándose totalmente confundido por lo que había escuchado.

"Créeme, eres una de las únicas personas capaces de correr delante de ellos, Newton, pocos podrán detrás de los laceradores, pero eres afortunado, porque tú serías capaz de salir con vida con los otros bichos."

Never stop running Donde viven las historias. Descúbrelo ahora