2.1 - Las Pruebas de Fuego.

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{ ¿Nuevo comienzo? }

- Narrador omnisciente -

Apretó los ojos con fuerza ante el punzante y constante dolor en su cabeza. Los abrió poco después, escuchando una y otra vez los lentos pitidos de una máquina. Frunció el ceño y trató de situarse.

Su mirada cayó en las paredes totalmente blancas de lo que parecía una habitación. Giró la cabeza hacia las máquinas a sus lados y las vías conectadas en sus brazos y el dorso de una de sus manos.

Intentó sentarse sobre la cama, pero una molestia en su cuerpo se lo impidió. Se quedó como estaba y miró a su alrededor, sin hablar.

Vio como la habitación estaba llena de ventanas enormes que le dejaban ver el exterior de esta. Arrugó las cejas de nuevo cuando su mirada cayó en una chica que se le hacía familiar. La chica iba caminando con tranquilidad hacia la habitación donde ella se encontraba, sin levantar la vista del cuaderno en sus manos. Miraba hoja tras hoja sin pararse a leer todo, mientras las expresiones de su cara no eran las más alegres.

La puerta de la habitación se abrió por la chica, quien entró apenas levantando la vista del cuaderno, concentrada. ______ se quedó confundida cuando la vio vestida con una bata blanca y bien arreglada. No la reconoció hasta verla bien.

— ¿Te... Tere... Teresa...? —habló, y su garganta ardió ante aquella simple pregunta, carraspeó y la chica pareció tensarse ante su voz.

Se giró rápidamente, dejando el cuaderno sobre la mesa de enfrente. Su cara se iluminó y sus ojos se abrieron del todo.

— Despertaste —murmuró, sin creérselo ella misma—. Enserio estás despierta —sonrió abiertamente y se acercó a la cama donde la castaña estaba.

Cogió una de sus manos y la apretó suavemente. La calidez de la mano de Teresa la envolvió, y no pudo evitar sonreír al verla.

— ¿Qué... ha pasado? ¿Dónde estoy? —carraspeó de nuevo ante el reciente ardor en su garganta, necesitaba hablar y ahora poco le importaba el dolor.

Teresa miró hacia atrás y vio como un hombre se acercaba a ellas, también parecía médico.

— Avísalo —le dijo Teresa nada más verlo, el hombre asintió y se fue sin decir nada, ocultando su expresión de asombro.

— ¿Teresa? —la llamó confundida.

Esta se soltó de su mano y agarró el cuaderno junto a un bolígrafo. Se volvió a acercar y la miró, soltando un suspiro.

— ¿Qué día es hoy? ¿Lo sabes? —le preguntó, por lo que la castaña frunció el ceño, sin entender la pregunta pero pensándolo.

— ¿Jueves?

Ella negó, apuntando en su libreta. La miró de nuevo y habló: — ¿En qué año estamos? ¿Sabes tu nombre? ¿Qué edad tienes?

— Ah... ¿2014? —respondió la primera pregunta dudosa—. _____, y tengo... ¿quince años? —Teresa la miró inexpresiva antes de apuntar en su cuaderno de nuevo.

— ¿Qué es lo último que recuerdas?

— Ah... yo... —apretó los ojos tratando de recordar—. Estaba en el... Claro... creo. Yo estaba... había roto aguas y... —la miró confundida, dándole a entender que no recordaba casi nada.

Never stop running Donde viven las historias. Descúbrelo ahora