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{ ¿Seguros? }

- Narrador omnisciente -

Los chicos estuvieron más de dos horas en aquella sala, haciéndose una prueba tras otra, sin parar. Les sacaban sangre, hacían ejercicio, tomaban sus constantes, todo.

Janson entró en la sala no mucho después de que ellos acabaran con los análisis de sangre.

Se acercó a donde Newt estaba junto a un doctor y sonrió de lado, carraspeando para llamar su atención. Peter frunció el ceño al igual que su padre y ambos miraron a Janson, el mayor arqueando la ceja y el niño sin mucho interés.

— Habitación 3, alguien quiere verte. —le dijo, y Newt se sorprendió.

— Pero... —no le dejó decir nada, simplemente se fue. Newt suspiró y se levantó—. Vamos, cariño. —al niño se le iluminaron los ojos cuando escuchó como su padre le llamaba de aquella forma.

Newt sonrió y se agachó para que Peter pasara sus pequeños brazos por su cuello. Se levantó con él sujetado a su cintura y se acercó a Minho.

— Me han dicho que vaya a una habitación, si preguntan dónde está Peter, diles que está conmigo y que dejen de joder —le dijo, y Minho se sorprendió, pero sonrió divertido—. No han parado de insistir en querer llevarlo a no se donde.

— A la orden, señor —respondió el asiático, por lo que Winston y Sartén soltaron una pequeña risa ante la señal de saludo.

Newt rodó los ojos y salió de ahí.

Minho se giró a mirar a sus amigos. — Está muy cambiado, ¿no? —les dijo, y ellos se miraron.

— Ha pasado por muchas cosas —Thomas contestó, aún corriendo en la cinta al igual que Will.

— Como todos. —Winston dijo, bebiendo algo de agua— Aunque ahora parece estar mejor con Peter. Estaba destrozado por la muerte de Alby.

Nathan se acercó a ellos y se cruzó de brazos. Miró como Thomas seguía corriendo en la cinta, por lo que ladeó la cabeza hacia un lado y sonrió, acercándose.

Thomas rodó los ojos con una sonrisa al verlo, pero no paró. Nathan arqueó una ceja y se apoyó en la máquina. — ¿Querías algo? —le preguntó Thomas.

— Verte correr, ¿no puedo? —murmuró, sin cambiar su expresión divertida.

— Hablamos de esto hace semanas, Nathan —dijo Thomas en un suspiro—. Te dejé claro lo que era y tú también.

— No he dicho nada malo, y tampoco he hecho nada. —respondió el mayor, dejando de apoyarse en la máquina para dejarle espacio a Thomas.

Este se bajó cuando la enfermera se lo indicó y Nathan le dio una toalla. Minho dejó de hablar con Sartén cuando miró a ambos, frunciendo el ceño. El moreno también frunció el ceño, pero hacia Minho.

— Hermano, ¿estás bien? —le preguntó, por lo que Minho se giró a mirarlo.

— Perfectamente. —respondió para mirar a Thomas y a Nathan de nuevo.

Never stop running Donde viven las historias. Descúbrelo ahora