13. Dos pasos atrás y tú 5 hacia mí

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Mi día empieza muy temprano en la mañana y voy inmediatamente a la universidad. Me dirijo hacia mi casillero y tomo todo lo que necesito para mi primera clase. Mi estado de ánimo parece elevarse cuando llega a mi mente los recuerdos de hace dos días. Mis mejillas arden e inconscientemente llevo mis dedos sobre mis labios, acariciándolos. Pocos segundos después caigo en cuenta de lo que hago y retiro mi mano de inmediato, con vergüenza.

Escondo mi cabeza dentro del casillero y dejo escapar un pequeño gruñido.

—Aghs, realmente me está volviendo loca...

Cierro mis ojos con frustración para luego retirar mi cabeza y cerrar la puerta metálica. Pego un salto cuando descubro al chico recostado en el casillero de al lado, quizá esperando a que terminara con mi acto esquizofrénico.

—¡Oye! —llevo la mano a mi pecho de forma dramática—. ¿Por qué apareces así de repente?

—No aparecí de repente, estoy aquí desde que comenzaste a alucinar.

La respuesta de Michael hace que me llene aún más de vergüenza. Coloco el candado en la puerta y guardo las cosas en mi mochila para luego volver a poner mi atención en él. Su vista está fija en mí y sus facciones lucen más relajadas que de costumbre. Incluso si pidió que no huyera de él después de lo que sucedió entre ambos, no soy capaz de mantener la cordura o controlar el temblor en mis manos mientras intento sostener su mirada.

—Tú... ¿Por qué estás aquí?

Me vuelvo a asustar y pienso que va a golpearme cuando estira su mano bruscamente hacia mí, por inercia cierro los ojos y elevo mis brazos en forma de defensa hasta que pasan algunos segundos en los que no dice nada y abro los ojos para descubrir que la razón por la que estiró su mano hacia mí, es para ofrecerme un café. Lentamente voy recuperando la compostura solo para verlo esquivar mi mirada a cada segundo mientras los músculos de su brazo se encuentran totalmente tensos. Es evidente que se está obligando a sí mismo a realizar el acto. Se niega a volver a mirarme mientras parecer buscar en su mente las palabras correctas para no dañar el momento. 

Aún cuando parece no estar muy seguro de lo que quiere decir, termina por hablar:

—Tómalo, es un día frío.

Sonrío, dispuesta a molestarlo.

—¿Por qué me das esto?

—No quiero que faltes a las sesiones de tutoría.

La frase se articula con dificultad. Me acerco a él algunos pasos, dejando un espacio entre ambos.

—¿Seguro? ¿No será porque estás preocupado por mí?

—Uhm, lo estoy. 

Mi sonrisa desaparece cuando mi intento por bromear con él queda destruído por su respuesta. El insulto que estaba dispuesta a recibir fue cambiado por una afirmación que quizá nunca hubiese imaginado poder obtener de su parte.

—¿Preocupado?

Su gesto se mantiene serio e inclina la cabeza analizando mi reacción totalmente nerviosa. No tarda mucho para que sus ojos se fijen en mis labios y trague con dificultad. Parece darse cuenta de dónde están posados sus ojos y gira el rostro, ocultando su vergüenza. Tose un poco para disipar las emociones y luego vuelve a mirarme, seguro de sí mismo.

—Te di dos opciones para que puedas elegir. Ya sea que quieras creer que lo hice por el frío o porque estoy preocupado, cualquiera de las dos respuestas es cierta. —mi boca se abre con sorpresa—. Hace frío, y estoy preocupado por ti.

Incluso si quiero responder a eso, no puedo decir nada. Ofrece el café nuevamente y aún dudosa, lo tomo entre mis manos. No dice nada más y solo asiente para luego abandonar el lugar dejándome perpleja por la situación.

Si fuera a decir que sí [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora