El jueves llega y con él, mis ganas de estudiar se agotan significativamente. Aunque ayer pasé toda la noche intentando encontrar algún tutor, los que se acoplaban a mis necesidades estaban ocupados o encontrarían imposible el hacerme subir 6 puntos de promedio en menos de 4 meses.
Mi estómago ruge y entiendo que es hora de colocar en su interior un poco de alimento. El ruidoso estruendo de mis entrañas me lleva a cerrar los ojos y agarrar mi estómago dramáticamente. Segundos más tarde vuelvo a abrirlos para poder ingresar a la cafetería y cuando estoy a punto de hacerlo me topo con una conocida pero poco deseada persona. Se detiene frente a mí y parece nervioso mientras intenta articular algo que nunca sale de su boca.
—¿Ahora vas a burlarte de mí en silencio? —refuto, logrando que al menos una nuevamente los labios.
Lo ignoro por completo antes de perder los estribos y me dirijo al interior, sin embargo, siento sus pasos pisar mis talones de manera apresurada. Su cuerpo se coloca detrás de mí en la fila y trato de ignorarlo, pero se me hace imposible cuando lo veo copiar cualquier movimiento que hago.
Tomo una bandeja y cuando veo que hace exactamente lo mismo solo segundos después, me giro hacia él.
—Oye, ¿te parece gracioso? —cuestiono con molestia.
Regala un gesto desinteresado y finge no saber el por qué de mi pregunta.
—¿Por qué sería gracioso? Solo voy a almorzar.
—Tú... —guardo el insulto que tenía preparado para él y decido volver mi vista al frente e ignorarlo.
Sin embargo, mi paz no dura mucho al ver cómo ambos intentamos tomar el mismo racimo de uvas. Me giro nuevamente pero esta vez no parece dispuesto a fingir. Su mano aún cubre la mía y tiembla con nerviosismo, como si se estuviera obligando a no retirarla con brusquedad.
—Tengo algo que decirte. —confiesa y yo mantengo el silencio, sin saber por qué espero que realmente vaya a decir algo—. Yo...
—¿Michael?
La voz detrás de mí lo hace entrar en pánico, tanto así que tomo el racimo de uvas y sin considerar su acción, lo coloca dentro de mi boca. Mi sangre hierve a temperaturas sobrehumanas.
—¿Qué le estás haciendo a la pobre chica, Michael? —cuestiona uno de sus amigos—. De por sí es raro verte en la cafetería últimamente, ¿Y ahora estás intimidando a las chicas?
—Nuestro Michael ha crecido, pero no te pongas tan violento. —añade otro de sus amigos.
Su gesto cae sobre mi rostro que resopla con enojo evitando dejar de mirarlo.
—¿Por qué tardas tanto eligiendo unas uvas? —esto es increíble—. Todos aquí queremos comer, ¡Deberías tomar las uvas y... ya!
Mis deseos por dejar caer la bandeja y romper los platos sobre su eficiente cerebro son enormes, pero me detengo y solo escupo el racimo de uvas en el plato. Incluso si parece arrepentido de lo que acaba de hacer, no estoy dispuesta a considerar ni un solo segundo el perdón.
—Hey, te esperamos en la mesa. —sus amigos parecen notar lo tenso del ambiente y se retiran.
Michael ve fijamente cómo se alejan y una vez que los pierde de vista, parece aún más arrepentido.
—De verdad l-
Su frase no culmina porque tomo la rodaja de pan lactal de mi bandeja y la coloca dentro de su boca sin ningún cuidado, haciéndolo guardar silencio.
—Si no puedes evitar ser insoportable, al menos mantén las palabras dentro de tu boca.
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Si fuera a decir que sí [✔️]
RomanceEller ingresa a la facultad de Derecho en Menfirts con un promedio menor de lo requerido, razón por la que se ve obligada a buscar un tutor para aumentarlo de forma drástica antes de terminar el semestre. Su objetivo es Michael Stewart, el genio de...