Especial 2/2: Más testigos que abogados

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—Señor Stewart, los clientes están esperando en su oficina. —avisa mi secretaria y le agradezco.

Arreglo mi traje y luego ingreso a mi propia oficina, voy a saludar con emoción a la mujer sentada frente a mí escritorio pero me detengo en seco al ver la pequeña niña que se gira hacia mí con miedo y curiosidad.

—¿Es usted el señor Stewart, cierto?

Asiento, sin poder quitarle los ojos a la pequeña que por algún motivo, me recuerda a mí.

Recupero la cordura y me siento en mi lugar habitual, dando frente a ambas personas.

—He leído un poco su caso, pero nunca vi nada sobre una niña. —comento.

—Disculpe si no ha saludado, no le gusta mucho estar cerca de… algunos hombres.

Asiento.

—No se preocupe, puedo entenderla.
La señora ve a su pequeña con ternura y luego vuelve a mirarme.

—Su padre tuvo el apoyo suficiente como para lograr que mi pequeña no pudiera testificar. —comenta con tristeza—. Incluso si también fue víctima de sus abusos, incluso si es quien más ha cargado las culpas.

—Pero esta vez está aquí para iniciar un nuevo juicio por su hija, ¿No? —asiente—. Bien, ¿Sobre qué son las acusaciones?

—Intento de asesinato en múltiples ocasiones.

Mi mano deja de escribir inmediatamente, mi pulso se detiene.

Elevo la vista con ojos rojos y luego analizo a la niña frente a mí.

♡♡♡

Llego a casa con cansancio y al olfatear un grandioso aroma desde la cocina, entiendo que Eller ha llegado a casa. Camino hacia el lugar y me detengo en el marco de la puerta, sin decir nada. Cuando nota mi presencia se gira con emoción y una sonrisa que desaparece cuando se da cuenta de mi estado.

—¿Qué ha pasad-

Corro hasta ella y la envuelvo en mis brazos, ocultando las lágrimas que van cayendo en silencio desde mi rostro. Una persona como Eller, no necesita verlo para entender lo que está pasando, razón por la que me sujeta con fuerza y dice palabras de apoyo mientras da leves caricias en mi espalda.

♡♡♡

Luego de ducharnos y comer un poco, ambos estamos acostados de lado sobre la cama mientras nos miramos fijamente. Eller acaricia mi rostro como si se tratara de un niño pequeño y espera pacientemente a que pueda decir algo.

—Hoy recibí un caso… similar al mío. —susurro, ella no me interrumpe—. Pude verme en sus ojos, pero no fui lo suficientemente capaz de aceptarlo.

—¿Por qué?

—Si fallo… esa niña nunca podrá volver a ser la misma. —afirmo con tristeza—. Pasará de odiar al mundo a odiarse a sí misma. Yo lo sé, ya estuve ahí.

Eller seca la lágrima que se escapa de mis ojos.

—¿No crees que sería más doloroso para ella si la única persona que podría salvarlas, les da la espalda? —pregunta.

Si fuera a decir que sí [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora