2. Un encuentro no tan limpio

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Al día siguiente de haber asistido a la charla de introducción al sufrimiento, me encontraba sentada en el borde de la cama a las 6:30 de la mañana luchando con el sentimiento de volver a unir mi cuerpo a ella.

Sin saber cómo pero logrando al final vencer el sueño, puedo ponerme de pie.

Tomo una ducha y me arreglo rápidamente para salir de casa. El camino se hace corto cuando me sumerjo en mis pensamientos y una vez que logro escapar de ellos, ya estoy frente a la facultad. Me dirijo a la cafetería por algo de comer encontrándome con Olivia, quien saluda animada mientras yo intento seguir respirando.

Me siento frente a ella y tomo su bebida sin pedir autorización, ingiriendo todo el contenido en la botella.

—¡Hey! ¿Qué culpa tuvo mi refresco de que no puedas conseguir que el chico bueno de la universidad sea tu tutor? —reprocha.

—¿Qué haces tomando refresco a estas horas?

—Gracias a ti, ni siquiera pude hacerlo.

Sonrío un poco y finjo lanzar un beso hacia su dirección, haciéndola reír.

Estoy a punto de acomodar mi cabeza sobre la palma de mi mano hasta que unas figuras masculinas aparecen caminando hacia la misma dirección donde estamos sentadas. 

Son unos 5 chicos en total, pero me concentro primero en el chico de cabello ondulado que coloca su brazo alrededor del serio chico con semblante frío que me observa fijamente mientras camina. Para ser un grupo de amigos, cada uno parece manejar una vibra distinta y pienso que quizás por eso se complementan tan bien.

Sus cuerpos rozan nuestra mesa y no puedo alejar mis ojos del chico que ahora me observa con dejadez mientras aleja sus ojos de mí y sigue caminando hasta el fondo de la cafetería.

—Wow. —exclama Olivia, haciéndome volver a la realidad.

—¿Uh?

—¿Viste a esos chicos? ¡Parecen sacados de los libros?

—Realmente lo parece... —susurro.

—¡Hey, Stewart!

La mención de aquel apellido hace que ambas nos detengamos a mirarnos fijamente, sabiendo lo que significa. Seguimos con la mirada al chico que ahora camina hasta el fondo de la cafetería. Mi corazón se acelera y evito disimular al darme la vuelta y ver quién es el chico al que saluda.

Mi boca se abre con sorpresa hasta que los fríos ojos vuelven a posarse sobre mí, como si quisiera darme a aclarar lo que acabo de pensar.

Él es Michael Stewart.

♡♡♡

Mi clase termina y tomo mis cosas para salir del salón, una vez en el pasillo el cansancio se adueña de mí haciéndome cerrar los ojos un momento para luego volver mi vista al frente y ver algo que no espera encontrar. El chico que me da la espalda mientras se aleja, me deja saber quién es desde que los ojos de todas las chicas que lo notan empiezan a venerarlo.

Sostiene un montón de documentos y camina con prisa ignorando a todos. Dudo algunos segundos si debo seguirlo hasta que entiendo que esta tal vez sea mi única oportunidad de encontrarlo solo. Así, en caso de que me rechace duramente, nadie más estará enterado.

Muevo mis pies con rapidez para no perderlo de vista y decido seguirlo. Recorre múltiples pasillos sin detenerse y debido a la gran cantidad de estudiantes se me hace difícil seguirle en paso de forma disimulada.

Respiro aliviada cuando lo veo entrar a una habitación y aguardo unos segundos para luego correr hacia la puerta.

—¿Cuarto de servicio? —susurro, sin entender por qué vendría aquí.

Me aseguro de que no haya nadie más e ingreso al lugar, las luces están apagadas y no logro entender nada hasta que estoy a punto de huir y la reciente iluminación me deja cegada, evitando que pueda abrir los ojos por algunos milisegundos.

—¿Encontraste lo que querías? —la voz masculina acelera mi corazón obligándome a elevar el rostro y mirarlo.

Su semblante frío no le roba crédito a su belleza y ya entiendo por qué todas las chicas babean por él.

—Yo...

—O tal vez era que me estabas siguiendo.

La vergüenza llega a mí y me hace balbucear.

—¡Yo...! ¡No te estaba siguiendo, yo...! —miro a todos lados buscando un motivo y corro hasta la esquina en busca del trapeador—. ¡Yo estaba buscando esto!

Mi sonrisa desaparece cuando sus ojos viajan al trapeador y a mi cara, para luego dar la vuelta e intentar marcharse.

—¡Espera! —mi grito logra que vuelva a girarse hacia mí.

—¿Vas a admitir que me estabas siguiendo? —cuestiona.

—Yo... sí lo hice. ¡Pero no por nada malo, lo juro!

—¿Por qué perseguirías a alguien por algo bueno?

Trago saliva con dificultad y descubro que este es el momento de desvelar mi motivo y enfrentar cualquier cruel destino que me tenga preparado la vida. Vuelvo a posar mis ojos en él y hablo:

—Quiero que seas mi tutor.

Mi confesión logra que el aire vuelva a mis pulmones, pero el silencio de su parte me resulta más incómodo que la posibilidad de que me fuera a insultar.

—No.

Así de simple.

—¡Vamos! Te juro que no voy a coquetear contigo ni un segundo. —alego.

—No doy tutorías, toda la universidad lo sabe y tú no serías la excepción. —su respuesta hiere un poco mi corazón.

Se da la vuelta con la intención de irse realmente y aprovecho la oportunidad para desahogar mi molestia.

—Nerd estúpido. —escupo—. Si ni siquiera eres capaz de compartir tus conocimientos con otros de qué te sirve tener el mejor promedio de la universidad. No todos somos tan inteligentes como tú y necesitamos ayuda. Si no necesitara 6 puntos para pasar ni siquiera estaría aquí avergonz-

No logro terminar la frase cuando tira la puerta estrepitosamente y descubro que no ha salido del lugar sino que se dirige a mi dirección hasta quedar a centímetros de mi cuerpo usando su altura como medio de bloqueo. Un poco más cerca y podría ver mejor ese lunar sobre su párpado izquierdo.

Su mano se eleva y se coloca sobre las mías temblorosas. No sé qué hacer y los latidos de mi corazón no me permiten ser racional, hasta que pierde toda delicadeza y veo cómo arregla la forma en que mis manos sostienen el trapeador. 

Pienso que debe ser una broma hasta que vuelvo a mirar sus ojos y habla:

—Si sostienes un trapeador así, ya entiendo por qué necesitas 6 puntos.

Mi boca se abre con molestia dispuesta a discutir pero él empuja el trapeador contra mi cuerpo y luego se aleja, saliendo por fin del lugar.

—¡Es un... agh!

Si fuera a decir que sí [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora