26. Manténlo atado a ti

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El aire deja mis pulmones mientras me abrazo fuertemente intentando hacer que mi cuerpo entre en calor. El bullicio de los estudiantes parece ser más grande de lo normal y entiendo que algo nuevo debe haber pasado. Incluso si esperaba que se tratara de mí y el hecho de que esté aquí que no tiene nada que ver con volver a la universidad sino con la responsabilidad de entregar mis documentos y firmar mi declinación, parece que hay algo en sus teléfonos que resulta más cuestionable que mi presencia.

—¿Qué está pasando...?

Mi susurro termina por ser interrumpido cuando alguien hala mi brazo con fuerza a pesar de que me quejo y me arrastra a otro lugar.

Pido múltiples veces que suelte mi brazo pero Berthie se niega a obedecer. Solo es cuando llegamos frente a una conocida puerta que puedo tirar de mi brazo y escapar de su tacto, logrando que se detenga y por fin me mire.

—¡Oye! ¡¿Te has vuelto loco?! ¿Qué cr-

Se acerca a mí sin duda y me enreda entre sus brazos haciendo que me sorprenda. Sostiene mi cuerpo con fuerza pero mis brazos nunca responden al acto.

Simplemente no sé cómo actuar.

Su mano derecha se posa sobre mi cabello y lo acaricia, mientras su respiración forzada choca contra mi nuca.

—Lo lamento.

—¿Por qué tú...?

—Quise obligarme a creer que hice todo aquello porque Michael es mi amigo y porque tú... Intenté convencerme de ello por mucho tiempo pero creo que lo menos que puedo hacer es pedir disculpas ahora.

Me confundo con sus palabras.

—¿De qué estás hablando?

—Estaba celoso. —admite—. Celoso de que alguien identico a mí pudiera superarse y crecer. Estaba celoso por ti.

—¿Uhm?

—De que él pudiera tenerte cuando yo quería lo mismo.

Mi gesto palidece cuando sus palabras empiezan a cobrar sentido. Lo alejo de mi cuerpo y veo fijamente sus ojos.

—¿Tú estás diciendo que e-

—Pero amo más a mis amigos y tú estás en ese grupo. —admite—. Así que discúlpame si me dejé arrastrar por el deseo de ser amado de igual forma porque nunca recibí ningún tipo de afecto similar. La presencia de mis padres en casa es idéntica a la de la madre de Michael en la suya, así que pensé... Yo merecía lo mismo que él.

Mis ojos se llenan de lágrima al no saber si estoy ganando una confesión o perdiendo a un amigo.

—¿Desde cuándo...?

—Supongo que desde el instante en que supe que Michael había puesto sus ojos en ti, entonces yo también te quise. —ríe—. ¿No es divertido? Incluso si ambos somos iguales, nunca sentiste la necesidad de cuidar mi corazón como lo hiciste con él. El destino... Quiero creer.

Mis lágrimas se escapan y sus dedos se acercan a mi rostro limpiando las gotas con nada de gentileza.

—Lo lamento...

Berthie sonríe.

—No es lo que uno espera escuchar cuando se confiesa pero, supongo que es mejor que nada. —vuelve a reír—. Detén a Michael.

Mi ceño se frunce y vuelvo a fijar mis ojos en él.

—¿Qué?

—Está dentro entregando sus papeles. —mi piel palidece—. Dijo que si no puede hacerte cambiar de opinión para que te quedes, entonces irá contigo.

Si fuera a decir que sí [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora