29. Ella.

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—Ha estado estable desde hace unas horas.

—¿En cuánto tiempo podrá volver a casa?

—Si se sigue recuperando de igual forma durante los próximos días, podrá salir pronto del hospital.

La conversación que nace a solo algunos pasos de distancia de la incómoda silla donde duermo logra hacerme despertar. Ni siquiera sé cuándo llegó el momento en que mi cuerpo no pudo más a esperar alguna noticia sobre Michael y solo cayó rendido. Me pongo de pie con prisa haciendo que las personas que mantenían la conversación se giren hacia mí con preocupación.

Veo al fondo del pasillo y la ansiedad me carcome mientras me muevo con debilidad hacia el lugar.

—¡Eller!

El padre de Michael intenta detenerme pero es inútil, pues llego hasta la puerta y entro en la habitación sin más, logrando que la enfermera que cambia los medicamentos me observe con preocupación.

—No puede ingresar así a la habitación, puede alterar al paciente.

Sus palabras ni siquiera me rozan porque claramente es al paciente que se encuentra sentado sobre la cama mientras mira a la nada, hacia quien camino de prisa con la intención de abrazarlo.

—¿Qué haces aquí?

Las duras palabras cortan mi caminata. Su semblante frío es lo único que percibo pues él evita mirarme y aún así puedo ver las lágrimas contenidas dentro de sus ojos.

—Oye, no es momento para que llames mi atención.

—¿Es usted familia del paciente?

Llevo mi vista hacia la enfermera e intento responder, pero Michael se adelanta.

—No lo es. Es solo alguien que estuvo presente durante todo lo que sucedió.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—Oye... ¿Por qué haces esto? No es gracioso.

Realmente espero que cambie de opinión o ría un poco pero él simplemente permanece igual.

—Deberías irte.

—¡Deja de tratarme como una extraña! ¡Soy tu nov-

—¡Vete!

Aquel grito logra paralizar mis entrañas y asustarme como nunca. Mi corazón duele y no creo que se trate de un infarto. Su rostro se gira hacia la ventana y solo escucho el ruido que realiza al solber su nariz.

La enfermera no sabe qué hacer pero justo en aquel momento el padre de Michael entra en la habitación y sostiene mi hombro con delicadeza.

—Hija, deberías ir fuera por ahora.

Niego con frenetismo y mantengo mis ojos sobre el chico que me ignora esperando que gire su rostro hacia mí y me pida quedarme.

Incluso si no permite que me acerque a él, solo quiero que me pida quedarme a su lado.

—Eller... Es mejor dejarlo solo.

Su padre sigue tratando de hacerme entrar en razón y cuando el último trozo de mi corazón cae al suelo y Michael pasa totalmente de mi presencia, decido hacerle caso y seguirlo fuera de la habitación.

♡♡♡

Las lágrimas no paran de brotar desde mis ojos y mi respiración se escapa totalmente de mi control. Un vaso de agua es colocado frente a mis ojos y lo tomo sin siquiera agradecer, pues no creo tener voy para ello.

Si fuera a decir que sí [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora