Capítulo nueve

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Capítulo nueve: Invitación

Oikawa dejó su bolso sobre una silla y terminó de arreglarse antes de salir de los vestidores. Se dirigió a la recepción en donde su ahora jefe se encontraba llenando un formulario de cierto pequeño paciente que había llegado a la clínica.
Desde de que fue aceptado en el lugar como un nuevo trabajador se sintió como si volviera a ser un estudiante durante sus prácticas, pero por suerte no tardó en adaptarse con rapidez al lugar y empezar a trabajar con normalidad. Por supuesto, su jefe aún no le asignaría trabajos complejos como realizar procedimientos quirúrgicos, pero sí le asignaba ciertas tareas como los chequeos básicos, colocación de vacunas y cuidado de los pacientes que llegaban al lugar.

— Ayúdame con esto, Oikawa. — El hombre estiró un papel hacia él, Tōru lo tomó y observó con rapidez antes de asentir y caminar a buscar al nuevo paciente.

Era una cría de pastor australiano con dos meses de edad que había llegado por sus vacunas. Buscó los materiales necesarios y los colocó sobre una mesa quirúrgica, después fue por el cachorro, colocándolo también sobre la superficie metálica.
Su mirada se elevó encontrando a su jefe que se mantenía apoyado en el marco de la puerta observándole con atención, Oikawa sonrió, le hacía sentir como un tonto inexperto, aunque ya hubiese hecho el mismo procedimiento muchas veces. No tardó mucho en colocar la vacuna y llevar nuevamente al cachorro a su celda asignada en lo que llegaba su dueño por él.

— Está listo ¿Algo más? — Oikawa miró al hombre junto a él quien negó. — Bien, iré a acomodar los formularios.

— Coloca aparte los que tienen cirugías programadas para esta semana.

— Entendido.

Oikawadejó caer la pesa que sostenía en su diestra, un suspiro escapó de su bocadebido al cansancio

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Oikawadejó caer la pesa que sostenía en su diestra, un suspiro escapó de su bocadebido al cansancio. Su mirada se elevó buscando por unos segundos a unapersona en específico.
Al encontrarla, Tōru se puso en pie yendo a colocar las cosas en su lugar paradespués dirigirse a donde se encontraba el moreno. Con su índice, Oikawa tocóel hombro ajeno ganando la atención de Iwaizumi quien no tardó en dejar labarra a un lado y sacarse los auriculares que llevaba puestos.

— Oikawa. — El moreno le observó con una pequeña sonrisa. — ¿Has terminado?

— No, estoy tomando un descanso. — Tōru sonrió colocando las manos sobre sus caderas. — ¿Cuánto te falta?

— Dos o tres más. — Iwaizumi se acomodó sobre sobre asiento dándole un espacio al castaño quien no dudó en sentarse. — Después de terminar con esto ¿Quieres acompañarme a comer algo?

— Claro, no hay problema. — Oikawa sonrió. — Solo déjame avisarle a Yams.

— ¡No tengo problema tampoco! — Ambos hombres se giraron para observar a Yamaguchi quien parecía estar sufriendo con la prensa de piernas; sin embargo, estaba muy pendiente de su conversación.

Oikawa rio.

Habían pasado unas cuantas semanas desde que obtuvo su trabajo y también unas cuantas desde que empezó a hablar un poco más con Iwaizumi. Podía decir que el hombre era bastante agradable, para ser un alfa se había comportado de una manera muy respetuosa, aunque Tōru no podía evitar sentirse incómodo cada vez que estaban juntos –a solas– debido a esa sensación de cosquilleo en su vientre. Aun así, siempre intentaba evitar ponerle demasiada atención y pasar un buen momento con el moreno.

Su relación de amistad se había fortalecido demasiado rápido para su gusto, pero tampoco podía quejarse, la verdad es que Iwaizumi era una buena compañía y la mayor parte del tiempo le hacía mantener su cabeza en otro lado que no fuera aquello que tanto le perturbaba en sus momentos de tranquilidad. Hacía a Tōru querer estar al lado del moreno en cada uno de sus momentos libres.

Oikawa se puso de pie de dónde estaba y avisó que seguiría con sus ejercicios, Iwaizumi asintió pidiendo que le avisara si necesitaba ayuda con algo. Tōru volvió a su sitio y continúo con su rutina en silencio, lo único que lo acompañaba en ese momento era la música que sonaba en sus audífonos a altos niveles y que probablemente lo haría quedar sordo a sus sesenta años, pero ¿Qué importaba eso? Disfrutaba de la música en su momento.

Cuando Oikawa terminó con su rutina del día guardó todas sus cosas y buscó a Iwaizumi quien parecía haber terminado tiempo atrás y lo esperaba sentado en una banca cerca de la salida mientras usaba su móvil. Tōru se dirigió a él palmeando el hombro ajeno para llamar su atención.

— ¿Listo?

— Listo... — Oikawa hizo una mueca, Iwaizumi elevó una de sus cejas esperando a que hablara. — Estaba pensando que no me gustaría salir a algún sitio oliendo así. Apesto.

Iwaizumi se puso de pie, Oikawa le observó atentamente notando como daba dos pasos hacia él y se inclinaba hacia su rostro.
Su primera reacción por instinto fue alejarse dos pasos también, Iwaizumi sonrió con diversión.

— No hueles mal, no tienes de qué preocuparte.

El moreno se dio la vuelta y salió por las enormes puertas del gimnasio. Oikawa se quedó en su sitio como si estuviera congelado y a su vez estuviese ardiendo en fuego por el calor que sentía en sus mejillas y orejas.

¿Qué diablos había sido eso?

Tras sacudir su cabeza e ignorar lo sucedido, Tōru persiguió al moreno saliendo del lugar hasta llegar al estacionamiento y repetir el mismo proceso de siempre. Iwaizumi abrió la puerta para él y después subió al asiento del copiloto preparándose para conducir hacia donde sea que fueran.
El silencio dentro del vehículo era extraño, no incómodo, pero tampoco era lo mejor del mundo. Tōru no podía hacer nada más que intentar entender algunas de las raras acciones del moreno hacia él. A veces se comportaba como todo un tonto.

Presionando un botón bajó el vidrio de la ventana para que un poco de aire fresco le ayudara a aliviar el calor que aún sentía, Iwaizumi le observó de reojo antes de sonreír y negar con su cabeza.
Una vez más, esa extraña sensación se instalaba en su vientre al pensar en el moreno a su lado.

¿Por qué diablos solo le sucedía cuando pensaba en ese alfa? Estaba cansado de sentir aquello.

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