Capítulo doce

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Capítulo doce: Envidia

Oikawa se despidió de Akaashi con un abrazo antes de suspirar y volver a su hogar para prepararse antes de asistir al gimnasio. Su cabeza dolía debido a la agotadora charla que había tenido con su amigo, a pesar de que fue buena idea hablar con Akaashi le había resultado también muy cansado darse cuenta de tantas cosas.
Tōru entró a su hogar una vez llegó y fue a su habitación para cambiar sus prendas por unas deportivas, preparó su usual bolsa que llevaba al gimnasio y se colocó sus audífonos para empezar a reproducir algo de música que le ayudaría a olvidarse de la situación catastrófica de su vida por un momento.

Tomó sus llaves y se dirigió a la salida. Al pasar por el gran portón sus pies se detuvieron de golpe observando el auto frente a su casa y sobre el capó del mismo un hombre apoyado de brazos cruzados.

— ¿Iwaizumi? — El pelinegro giró su rostro para mirarle, una pequeña sonrisa apareció en el rostro contrario.

— Oikawa, hola. — Él hizo una seña, Oikawa entendió que le invitaba a subir a su coche.

Tōru estaba de cierta manera confundido, es decir, después de haber rechazado los sentimientos de Iwaizumi no esperaba que él se apareciera frente a su casa con tanta normalidad como si nada de eso hubiese pasado. En silencio y sin aportar nada a una posible conversación se subió al vehículo y se colocó el cinturón de seguridad, Iwaizumi hizo lo mismo y pronto comenzó a conducir hacia el gimnasio.

— Tú... — Iwaizumi observó de reojo a Oikawa quién habló. — ¿Cómo es que sabes a qué hora salgo de casa para ir al gimnasio?

— Eso... No es tan difícil de saber. Me toma el mismo tiempo que a ti llegar caminando, así que deduje la hora a la que posiblemente saldrías de tu casa.

— Ya veo. — Tōru asintió antes de apoyar su cabeza en la ventana del vehículo volviendo al mismo silencio del inicio.

Oikawa cerró sus ojos y volvió momentos antes cuando se había reunido con Akaashi, después de relatarle toda la situación al ojiazul este había decidido finalmente dar su opinión respecto a todo lo sucedido.

— "Oikawa, para ser sincero, creo que podría gustarte Iwaizumi... ¿No crees eso tú también?"

Su entrecejo se arrugó al pensar en ello, no podía ser posible. Tōru nunca había llegado a sentir ningún tipo de interés por ningún alfa y si lo tuvo, probablemente fue solo admiración por la naturaleza que tanto deseaba tener y no se le fue concedida.
Sus ojos se abrieron una vez más, observó sus manos y pensó en sí mismo, era agotador tener el mismo debate interno siempre, no había día en el que no pensara en ello y Tōru se preguntaba por qué. Quizá sus padres habían sembrado en él la idea de que era el único imperfecto en aquella familia llena de perfección; sin embargo, se había librado de ellos hacía un tiempo por lo que no encontraba el sentido de seguir sufriendo por algo que personas sin importancia habían opinado y criticado en el pasado.

Oikawa deseó ser un alfa desde que tenía memoria, pero no fue así y no le quedaba nada más que aceptar la realidad que vivía.

Para su mala suerte, aunque se repitiera eso todos los días no podía evitar sentirse miserable cada vez que se observaba al espejo y recordaba lo que era. No importaban las palabras de aliento que se diera a sí mismo o que le dieran sus amigos, seguía doliendo igual que la primera vez, igual que cuando recibió la noticia a sus diez años recordando a Tōru que no todo lo que se quiere en esta vida se puede obtener.

— Llegamos. — La voz de Iwaizumi le sacó de sus destructivos pensamientos, Oikawa suspiró y agradeció antes de bajar del vehículo y adentrarse al sitio junto a Iwaizumi.

— Me iré a preparar. — Comentó Tōru.

— Espera. — La mano de Iwaizumi tomó su muñeca, Tōru le observó con curiosidad. — Oikawa, tú... ¿Te sientes bien?

— ¿Por qué lo preguntas?

— Te vi bastante pensativo en el auto, además pareces estar en otro mundo. — El moreno se acercó un par de pasos a él, Oikawa sintió nuevamente ese cosquilleo que comenzaba a hacerse normal en su vientre cada que estaba con el pelinegro. — Si no te sientes bien y quieres hablar, podemos ir a tomar algo después de esto.

— Yo... Estoy bien, no tienes que preocuparte. — Iwaizumi asintió. — Me adelantaré.

— Bien. Espérame a la salida.

Oikawa buscó con la mirada a su compañero de gimnasio, Yamaguchi se encontraba al otro lado del salón sentado en una banca mientras conversaba con un sujeto alto y rubio. Tōru caminó hasta llegar al lado de ambos y no necesitó decir nada para que el pecoso lo viera y se lanzara a sus brazos por un abrazo.

— Hola, Tōru~

— ¿Por qué tanta felicidad? — Oikawa rio dando un par de palmadas en la espalda de su amigo. — Nos vimos hace nada.

— Estoy feliz. — Yamaguchi se giró para observar a Tsukishima quien solo rodó los ojos antes de ponerse en pie y alejarse de ellos. — Disculpa sus modales.

— Déjalo, es un tonto amargado. — Tōru elevó una ceja y se cruzó de brazos. — ¿Me dirás por qué tanta emoción?

— ¡Sí! — Las mejillas de Yamaguchi se coloraron. — Verás, yo... Oficialmente iré a vivir junto a Tsukishima.

Oikawa rio al escucharlo. Realmente no le parecía algo tan emocionante; es decir, qué bueno por él, pues tendría su privacidad junto a su pareja, aunque eso podría implicar muchos problemas como la distribución de las responsabilidades del hogar. Sin embargo, si lograban hablarlo bien, posiblemente no tendrían muchos problemas en el futuro.

Tōru estiró su brazo y revolvió los cabellos de su compañero pronunciando un "felicidades por ti" antes de tirar su bolsa por ahí e ir a prepararse para comenzar con sus ejercicios. Yamaguchi le siguió como todo un cachorro fiel a su amo, después de todo, Tōru era como un mejor amigo o hermano mayor para el pecoso.

Yamaguchi muchas veces no podía evitar observar al castaño y preguntarse por qué no pudo tener un hermano mayor tan increíble como lo era Tōru. Mientras que él deseaba tener un hermano como Tōru, los verdaderos hermanos del castaño no habían hecho nada más que despreciar a una persona tan increíble a ojos de Yamaguchi.
Definitivamente el pecoso envidiaba y detestaba a su vez a aquellos relacionados de manera sanguínea con Oikawa.

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