Capítulo cuarenta y seis

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Capítulo cuarenta y seis: Precaución

Oikawa sintió una mano acariciar su espalda de arriba hacia abajo con delicadeza haciéndole abrir sus ojos lentamente saliendo de aquel grato sueño que tenía.
Lo primero que observó fue un torso definido y tonificado para luego encontrarse con la mirada de Iwaizumi quien le sonrió.

- Iwa-chan... - Tōru bostezó ruidosamente antes de sentarse en la cama con ayuda del moreno.

- Buenos días, amor. - Iwaizumi depositó un corto beso en su frente. - ¿Cómo te sientes? ¿Todo bien? - Oikawa arrugó el entrecejo mirando de manera acusatoria al mayor quien sonrió algo apenado.

- Me duele el trasero, pero eso es lo de menos comparado al dolor en mi espalda. - El castaño dramatizó dejándose caer hacia atrás en la cama de nuevo. - Iwa-chan, ¿recuerdas algo de lo que pasó anoche?

Iwaizumi negó. Si era sincero consigo mismo, lo último que recordaba fue haber visto a Oikawa caer dormido en sus brazos y luego todo se volvía borroso. Pequeños fragmentos eróticos aparecían en su mente como flashbacks que no tenían sentido ni una línea temporal.

- ¿Fui grosero? - El moreno tomó asiento al lado de Tōru acariciando una de sus mejillas con cuidado. - Siento mucho si me comporté como un animal ayer, amor.

- Está bien. - Tōru miró al mayor por unos segundos. - Sin embargo, te recordaré que debes ir a la farmacia a comprarme un anticonceptivo.

- ¿Tampoco usé preservativo? - La pregunta del mayor salió con un tono sorprendido, Oikawa negó. - Lo siento por eso también. Iré a conseguir una pastilla ¿Puedes bajar a desayunar?

El castaño se puso se pie de nuevo con ayuda del mayor. Ambos salieron de la habitación y bajaron las escaleras encaminándose al comedor en dónde Tōru tomó asiento y pocos segundos después le fue servido un plato con su desayuno, por supuesto que agradeció para luego empezar a comer disfrutando del gustoso sabor de la comida.

Iwaizumi se colocó una chaqueta y salió de la casa, yendo en su vehículo a la farmacia para conseguir esa píldora anticonceptiva que el menor necesitaría para evitarse cualquier futuro inconveniente.
Por parte de Tōru, al terminar de comer limpió un poco el comedor y la cocina para luego subir las escaleras yendo de nuevo a su habitación. Se duchó y vistió, pues era lunes nuevamente y debía cumplir con sus responsabilidades en el trabajo.

- He vuelto, amor.

La voz de Iwaizumi tras suyo hizo girar a Oikawa quien sonrió viendo al moreno sosteniendo un vaso de agua junto con la pastilla.

- Gracias, Iwa-chan. - Tōru no tardó en tomar el anticonceptivo dejando el vaso sobre la mesa de noche al lado de su cama. - Debo irme a trabajar, ¿te quedarás o irás a la oficina junto a Kuroo?

- Iré a casa a arreglar un par de cosas y luego me iré al trabajo. - El mayor depositó un corto beso en la frente del castaño. - Ven, te acompaño.

Oikawa sonrió tomando la mano del moreno entrelazando sus dedos antes de bajar las escaleras por última vez y salir de la residencia.
Tōru subió a su auto y bajó la ventanilla para despedirse del mayor con un gesto exagerado, Iwaizumi rio devolviendo el gesto de una manera más sutil observando al menor alejarse poco a poco de él.

Un largo suspiro salió de la garganta de Iwaizumi, sobó sus sienes y observó a la nada por unos segundos intentando pensar en otra cosa que no fuera la incertidumbre por saber qué había pasado la noche anterior para que su pareja haya amanecido así de adolorido y lleno de marcas por todo su cuerpo.

Estaba avergonzado, lo admitía, no pensó que perdería el control después de beber aquel supresor, pero al parecer no sería suficiente con beber una píldora en cada una de esas ocasiones. Tal vez debía empezar a utilizar un método intravenoso.

 Tal vez debía empezar a utilizar un método intravenoso

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- Vaya, parece que fue una noche agitada. - El tono burlón de Kuroo llamó la atención de Iwaizumi quien se encaminaba a la oficina del anteriormente mencionado sosteniendo un folder en su zurda y un café en su diestra.

- Buenos días a ti también, querido jefe. - Respondió Iwaizumi fingiendo exagerada felicidad.

- No seas tan grosero, Iwaizumi. - El más alto pasó un brazo por encima de los hombros del moreno. - ¿Tienes lo que te pedí?

Iwaizumi elevó la mano con que sostenía el folder.

- Qué eficiente, gracias. - El menor tomó los papeles alejándose un par de pasos del contrario. - Ven, acompáñame a la oficina.

- Te sigo.

Los dos pelinegros empezaron a caminar sin prisa hacia el puesto de trabajo del menor, conversando y poniéndose rápidamente al día respecto a sus vidas personales, pues ya fuera por trabajo u otro motivo a veces no tenían el tiempo para sentarse a charlar sobre ellos incluso estando en el mismo edificio.

- ¿Qué hay de Oikawa? - Preguntó Kuroo tomando asiento en su escritorio.

- Él está bien, de hecho, ya debió salir del trabajo.

- Me sorprende que no hayas ido por él. - Iwaizumi negó sonriendo.

- Me dijo que iría al gimnasio después del trabajo, le dije que no podría acompañarlo, pero al parecer estaba decidido a asistir de todas formas. - El mayor se puso de pie observando por el gran ventanal en la oficina de su jefe. - De cualquier forma, ir al gimnasio le hará bien, hace un tiempo que no ha visto a sus amigos.

- Tan considerado. - Bromeó Kuroo. - Oh, es cierto. Kenma me estuvo preguntando por Oikawa, entonces te quería preguntar si les gustaría ir a cenar el viernes por la noche.

- Se lo comentaré a Tōru y te informaré. - Kuroo asintió.

Un teléfono comenzó a sonar llamando la atención de ambos hombres, Iwaizumi sacó su móvil del bolsillo observando la pantalla que mostraba el nombre de su pareja. Por supuesto que no tardó en contestar después de hacerle una señal a su jefe para que esperara por él.

- Hola, cariño ¿Terminaste con el gimnasio?... ¿Quieres que vaya a recogerte? - Kuroo volvió a tomar asiento escuchando al moreno en la espera de que terminara la llamada, tan solo comenzó a dar vueltas en su silla giratoria como un niño y no como un hombre adulto dueño de una empresa millonaria. - Cariño, hablé con Kuroo y me preguntó si querías ir a cenar el viernes por la noche con ellos ¿Te parece bien?... Por supuesto, se lo diré. Cuídate, te amo.

La llamada terminó.

- ¿Y bien? - Iwaizumi miró al menor.

- Dijo que ir a cenar el viernes estaría bien. Ahora, debo ir a recogerle, me avisó que acababa de terminar allá y se iría a duchar.

- Bien, ve. - El mayor hizo una seña de despedida siendo observado por el más alto hasta salir de la oficina e irse del edificio.

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