Capítulo treinta y seis: Huir
Un suspiro abandonó los labios de Tōru al sentir el cálido líquido llenar su interior una vez más, sus párpados se abrieron, dejando ver al moreno frente a él que mantenía sus ojos sobre su rostro mientras el agua se escurría por sus cuerpos.
- Creo que... Es suficiente... - Susurró el castaño con cansancio, Iwaizumi rio inclinándose a besar los labios ajenos.
- Nunca será suficiente de ti para mí, amor... Eres perfecto.
Ambos se separaron tan solo para terminar de lavarse y salir de la ducha, secando sus cuerpos y colocando las prendas que habían seleccionado con anterioridad.
Oikawa ignoraba el punzón que de vez en cuando aparecía en su espalda baja y pelvis, después de haber entrado en "confianza" sus insaciables cuerpos no tuvieron suficiente durante toda la noche.Jamás pensó que sería de esas personas que podían aguantar por tanto tiempo.
- ¿Te llevo al trabajo, cariño? - Un suave beso fue depositado en el cuello de Oikawa, este sonrió.
- Si quieres, me vendría genial.
- Entonces iré a preparar el desayuno para no atrasarnos. No te apures, te llamaré cuando esté listo.
El cuerpo fornido del moreno desapareció en cuestión de segundos de aquella habitación, Tōru rio por lo bajo. De verdad que se sentía todo tan perfecto, como si finalmente hubiera logrado algo inimaginable en su vida.
Tenía que contárselo todo a Sugawara, necesitaba compartir su felicidad con alguien más.
- Ah, mierda. Estoy cansado.
Oikawa no creyó que las cosas estarían tan mal para su mejor amigo, pero ahora que lo tenía al frente tirando de sus cabellos albinos entendió que sus pensamientos habían sido erróneos.
Siempre fue consciente de la especie de amor que había entre su mejor amigo y aquel moreno comprometido y a pesar de haber sido correspondido la vida había jugado en contra de ambos. Daichi se vio en la obligación de comprometerse con su amiga más cerca, que a su vez era la de Kōshi, era una especie de triángulo amoroso, pero desastroso. Nunca quiso indagar demasiado del porqué se habían comprometido, pero lo que sí sabía era que aquel compromiso estaba destruyendo a todos lentamente.Sugawara sufría por la imposibilidad de estar con el alfa que deseaba y la culpa de amar al prometido de su mejor amiga, Daichi sufría por la indiferencia y distancia que había puesto Kōshi entre ambos y, lamentablemente, Michimiya comenzaba a darse cuenta de que había algo raro en toda aquella situación, en especial por la distancia que también comenzaba a generar Daichi inconscientemente.
- Sus vidas son... Un desastre. - Susurró Oikawa. - Diablos, Suga... No sé qué decirte.
- No es necesario que digas nada, Tōru. - El albino se giró encarando al castaño. - No hablemos más de esto... Es... Agotador.
Oikawa asintió. Kōshi se acercó a tomar asiento a su lado en la cama, cerrando sus ojos por unos segundos para poder olvidar lo que tanto le preocupaba.
Sugawara poco a poco parecía estar perdiendo la cordura, Tōru podía notarlo sin necesidad de preguntar, pues inclusive cuando intentaba evitar el tema, su cuerpo reflejaba lo que pasaba por su mente.- Quizá no estoy destinado a amar a alguien. - Susurró el albino, Oikawa elevó una ceja.
- ¿Qué dices? Yo habría tenido menos posibilidad de amar a alguien y mírame. No puedes rendirte tan fácil, Suga.
Tōru tomó a su mejor amigo entre sus brazos para reconfortarle, pero fue sorpresivamente rechazado por el albino quien se levantó soltando maldiciones al aire.
- Tōru... Yo... No es un buen momento y no quiero pedirte que te vayas, pero-
- Está bien, Suga. - El castaño se puso de pie tomando sus cosas. - Entiendo que estás frustrado. Solo recuerda que estaré pendiente de ti en todo momento.
Oikawa terminó por salirse con las suyas cuando depositó un fugaz beso en la frente del más bajo, este solo suspiró con una pequeña sonrisa en su rostro.
- Saluda a Iwaizumi de mi parte.
- Lo haré... Y Suga. - Los ojos de Kōshi se posaron en Tōru. - Ya sabes, llámame si pasa algo.
Con un último asentimiento de cabeza Sugawara observó al castaño abandonar su departamento, dejándole una vez más solo.
Sus labios se presionaron entre sí intentando aguantar las horribles ganas de llorar que sentía, pero fue imposible. Su cuerpo se encogió en el mismo sitio terminando agachado en posición fetal mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos.
Kōshi estaba tan cansado de aquello y se sentía culpable por tener a su mejor amigo preocupado por su estado todo el tiempo. Oikawa merecía disfrutar al máximo la mejor etapa de su vida junto a Iwaizumi y él solo lo arruinaba con sus insignificantes sentimientos que jamás serían correspondidos por más que los dos involucrados lo quisieran. Se sentía culpable por haber conocido a Daichi, si jamás se hubieran encontrado hace años el moreno tampoco tendría que estar en aquella situación y podría disfrutar de su matrimonio con la hermosa mujer que era Michimiya, y ni hablar de la nombrada, la amiga más cercana de ambos hombres que ahora se veía involucrada entre su desastrosa relación.
Kōshi estaba seguro de que no había solución alguna para su caso, no era capaz de pedirle a Daichi que rompiera el compromiso, mucho menos permitirse ser el tercero de una relación poniendo el riesgo el honor de Daichi y la dignidad de su futura mujer.
Las lágrimas cesaron tras varios minutos, Sugawara observó el suelo por unos segundos más hasta decidir ponerse en pie y caminar a su habitación. Cuando regresó del extranjero se sintió como la persona más feliz del mundo, anhelaba ver a su mejor amigo y a su amor de infancia, pero no todo había sido color de rosa.
Quizá lo que necesitaba era darse un respiro de aquel ambiente, cerrar sus ojos y desaparecer por un tiempo indefinido hasta estar seguro de que su corazón dejaría de latir como lo hacía en ese momento por el moreno comprometido.
Sus manos sostuvieron una hoja en blanco y un bolígrafo, empezando a escribir sobre la superficie blanca una nota dirigida a Tōru, el único ser que necesitaría una explicación de su desaparición.
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𝑰'𝒎 𝑶𝑴𝑬𝑮𝑨 - 𝑰𝒘𝒂𝒐𝒊
FanfictionPara muchas personas la presentación era el mejor momento de sus vidas, con tan solo diez años los niños sabrían cómo deberían vivir por el resto de sus vidas. Aún así, unos años antes de presentarse habían muchas señales que determinaban la posible...