Capítulo veinte: Adelantarse
Yamaguchi se puso en pie tras terminar su última serie, su mirada recorrió con rapidez a su alrededor buscando a cierto castaño, pero no lo encontró.
Su atención fue entonces hacia el moreno que recogía sus pertenencias en una esquina del lugar.
— Oye, Iwaizumi. — El pecoso se acercó ganando la atención del moreno.
— Hola, Yamaguchi ¿Necesitas algo?
— Sí ¿Viste a Tōru? — Iwaizumi señaló a su izquierda, Yamaguchi giró su cabeza notando al castaño que buscaba en una de las tantas cintas para correr terminando seguramente con su rutina. — Gracias.
Iwaizumi asintió notando al amigo de Tōru alejarse. Su mirada subió a Oikawa quien continuaba corriendo sobre la cinta con una expresión de concentración total mientras sus músculos se tensaban.
— No te lo vayas a comer con la mirada. — Comentó una voz a su lado, el moreno se sobresaltó.
— No haría algo como eso, idiota.
Yamaguchi se sentó en una banca frente a las cintas en la espera de que el más alto culminara su rutina, si bien no había problema en acercarse, no quería interrumpir su concentración. Un par de minutos más tarde Tōru disminuyó la velocidad hasta detenerse por completo.
— ¿Terminaste por hoy? — Oikawa se giró hacia la voz, una sonrisa apareció en su rostro al ver a Yamaguchi.
— Así es ¿Qué hay de ti? — Preguntó Tōru.
— Igual. — El pecoso comenzó a seguir al castaño quien se dirigía al lugar en donde dejó sus pertenencias. — ¿Tienes planes?
— Los tengo. — Yamaguchi hizo una mueca. — Le ofrecí a Iwaizumi ir por un café ¿Quieres venir?
— Oh, no, no. — Las manos del más bajo se movieron en señal de negación. — Solo quería saber si estabas libre, no es importante. Qué te vaya bien con Iwaizumi.
Oikawa parpadeó un par de veces con confusión al notar el rápido hablar del pecoso y su rápido desaparecer, pues cuando se giró para verle nuevamente este ya se había alejado.
Guardó sus cosas en su bolsa y se giró buscando con la mirada al moreno quien se encontraba sentado en una banca cerca de la salida. Oikawa caminó hacia su dirección y cuando estuvo a su lado tocó su hombro llamando la atención de Iwaizumi.
— Me daré un baño, apesto. — Informó Tōru, Iwaizumi se puso en pie haciendo una seña con su cabeza. — No es necesario que me acompañes, lo sabes ¿Cierto?
— Te lo dije la última vez, te acompañaré.
Tōru suspiró asintiendo, ambos caminaron hacia los baños del lugar e Iwaizumi se apoyó sobre los lavamanos para esperar al castaño quien se adentró a una de las tantas duchas.
— Oh, Iwaizumi. — El moreno giró la cabeza encontrándose con un rostro familiar.
— ¿Viniste aquí tú solo? — Preguntó Iwaizumi. — No deberías hacerlo.
— Está bien, está bien, Kageyama se encuentra en camino, no me dejaría venir solo aquí ni en mil años.
Los ojos marrones de la otra persona examinaron por unos segundos a Hajime quien parecía estar esperando a alguien por su posición.
— Y tú ¿Qué haces aquí, Iwaizumi?
— Espero a alguien. — El contrario elevó una ceja con curiosidad. — No te incumbe.
— Eres un grosero.
— Mejor ve a ducharte rápido, Hinata. — Señaló Iwaizumi, el peli naranjo suspiró con pesadez asintiendo y adentrándose a una de las duchas disponibles.
Casi inmediatamente después Oikawa salió de la ducha sacudiéndose el cabello húmedo. Iwaizumi se reincorporó y tomando la toalla en manos del castaño comenzó a ayudarle a secar su cabello con cuidado.
— ¿Con quién hablabas? — Preguntó Tōru, Iwaizumi rio.
— Con un amigo, no es importante.
— ¡Te escuché! — La voz aguda salió de una de las duchas, Oikawa rio esta vez.
— Estoy listo, andando. — Avisó Tōru, Iwaizumi retiró la toalla y la guardó en la bolsa del castaño.
Ambos se retiraron de los baños y salieron del establecimiento hasta llegar al vehículo de Iwaizumi quien, como siempre, ayudó a Tōru a subir antes de subir él también. Los dos decidieron ir a la cafetería que solía frecuentar Iwaizumi y en unos pocos minutos se encontraron llegando a su destino.
Iwaizumi descendió del vehículo sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo debido a la fresca brisa que corría esa noche. Ayudó a Tōru a descender y entraron al local buscando una mesa libre en la cual tomaron asiento.
— Hace mucho frío. — Comentó Oikawa. — El invierno no tardará mucho en llegar.
— Ten. — Iwaizumi se colocó en pie acercándose a colocar un abrigo sobre los hombros de Oikawa quien lo agradeció.
Esperaron unos minutos antes de ser atendidos, pidieron lo que deseaban y les tomó diez minutos más en que sus pedidos fueran entregados.
Los dos degustaron de sus aperitivos junto a una agradable conversación en la que de vez en cuando soltaban una carcajada por las palabras del otro y cuando se dieron cuenta sus platos estaban vacíos. Tōru llevó una mano a su mentón pensando por unos segundos si pedir otro bocadillo o esperar a cenar en casa.
— ¿Sigues con hambre? — Preguntó Iwaizumi dando el último sorbo a su café, Oikawa asintió.
— Creo que esperaré a cenar en casa.
— En ese caso ¿Te apetece ir a cenar a mi casa? — Ofreció el moreno, Tōru le miró por unos segundos antes de sonreír y asentir.
— No suena mal, está bien.
— Bien. Espera aquí. — Oikawa asintió notando al moreno ponerse en pie y alejarse por unos segundos.
Cuando Iwaizumi volvió, comenzó a recoger las pertenencias de ambos y al final estiró una mano ofreciendo a Tōru ayudarle a ponerse en pie.
— Espera, aún no he-
— Ya pagué la cuenta. — Tōru achicó sus ojos dando una mirada juzgadora a Iwaizumi quien sonrió. — Date prisa, nos moriremos de frío.
— Bien, pero la próxima pagaré yo.
— Lo que tú digas, Tōru.
Oikawa sonrió tomando la mano de Iwaizumi y se puso en pie. Salieron del local y se subieron al vehículo que se puso rápidamente en marcha con dirección a la residencia del moreno.
Tōru apoyó la cabeza en la ventana sintiendo el aroma de Iwaizumi subir desde el abrigo que vestía hasta sus fosas nasales, sus ojos se cerraron en busca de poder disfrutar de aquel olor con mayor intensidad. Era relajante, tanto que si llegaba a descuidarse podría quedarse dormido en tan solo segundos.
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𝑰'𝒎 𝑶𝑴𝑬𝑮𝑨 - 𝑰𝒘𝒂𝒐𝒊
FanfictionPara muchas personas la presentación era el mejor momento de sus vidas, con tan solo diez años los niños sabrían cómo deberían vivir por el resto de sus vidas. Aún así, unos años antes de presentarse habían muchas señales que determinaban la posible...