Capítulo treinta y tres

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Capítulo treinta y tres: Imposible

El despertador sonando fue lo que interrumpió el maravilloso sueño que Tōru vivía y con un quejido perezoso decidió levantarse dando un estirón.
Sus ojos se desviaron al hombre que descansaba a su lado momentos atrás, a diferencia del castaño, Iwaizumi se encontraba profundamente dormido ignorando la ruidosa alarma que había sonado con anterioridad.

Una sonrisa se estiró en el rostro de Oikawa quien no pudo evitar acercarse a dejar un corto beso en la mejilla de su novio.

Sin más, salió de la habitación rumbo a la cocina dispuesto a preparar el desayuno con el único temor de no ser tan bueno cocinando como su pareja, si bien él no era malo en las artes culinarias, no podía compararse a Iwaizumi quien parecía haber sido bendecido con manos sagradas.

Una vez en el lugar, se puso manos a la obra decidiéndose finalmente por un sencillo omelette junto a un par de tostadas con mantequilla y café. Intentó no ser muy ruidoso, pero su misión fue un fracaso cuando vio a un hombre moreno entrar a la cocina con una expresión de curiosidad.

— ¿Por qué no me despertaste, Tōru? — Iwaizumi se acercó para plantar un corto beso en la coronilla ajena. — Pude haberte hecho el desayuno.

— No te iba a despertar solo por eso, Iwa-chan. — Respondió Oikawa, el moreno hizo una mueca al escuchar de nuevo el apodo que su novio no soltaría por un buen tiempo. — Ayúdame a poner la mesa, llevaré la comida en seguida.

— Como usted ordene. — Tōru sonrió, terminado de preparar todo para luego llevarlo a la mesa.

El desayuno transcurrió con normalidad entre charlas, risas y caricias, pareciendo como si los sucesos de la noche anterior nunca hubieran ocurrido nunca.
Oikawa debía ir a trabajar ese día, Iwaizumi se sintió como un niño caprichoso cuando le pidió al castaño ausentarse, pero este se negó. Lo entendía, después de todo era el trabajo que su novio tanto amaba, así que finalmente y tras ambos arreglarse, acordaron que el moreno iría a recoger al castaño cuando terminara su horario.

— Cuídate, amor. — Las mejillas de Tōru se pintaron de un delicado rosa al escuchar a su novio y asintiendo con la cabeza se bajó del vehículo lanzando un beso volador desde su sitio hacia su pareja.

 — Las mejillas de Tōru se pintaron de un delicado rosa al escuchar a su novio y asintiendo con la cabeza se bajó del vehículo lanzando un beso volador desde su sitio hacia su pareja

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— Bueno, parece que todo se encuentra en orden.

Oikawa tomó al pequeño animal colocándolo de nuevo en su cómoda jaula de transporte, una sonrisa se estiró en su rostro al ver los curiosos ojos del felino sobre ellos dos.

— Muchas gracias, Tōru, estaba preocupado cuando lo vi vomitando esa cosa.

— Es más normal de lo que parece, solo asegúrate de que no coma nada raro y... Toma. — De un pequeño cajón sacó un envase pequeño. — Con una jeringuilla mide la cantidad escrita en este papel, dáselo hoy y la próxima dosis dentro de quince días.

— Entendido. — Yamaguchi asintió guardando los medicamentos en su mochila. — Tsukki no quiso admitirlo esta mañana, pero casi se muere cuando vio el desastre que había en la sala de estar.

— Tsukishima es un orgulloso. — Tōru sonrió tomando la caja en donde el gato se encontraba, llevándola hasta la recepción donde se la entregó a su amigo quien ya había cancelado el monto por la atención. — No dudes en llamarme si sucede algo más con este pequeño, oh, y nos vemos en el gimnasio luego.

— Lo haré. Hasta luego, Tōru.

Con una sonrisa Yamaguchi se retiró del sitio subiendo a un vehículo que esperaba fuera del local, Oikawa sonrió sabiendo quién se encontraba dentro de ese vehículo aparte de su pecoso amigo. Se giró dispuesto a adentrarse nuevamente al interior del local, pero fue interrumpido cuando su teléfono vibró varias veces seguidas.

Muchos de sus contactos se encontraban silenciados, tan solo unas pocas personas tenían las notificaciones encendidas por si sucedía alguna emergencia, por esta razón Tōru no dudó en sacar su móvil y leer los mensajes recién llegados de su mejor amigo, quién le pedía que prácticamente corriera a buscarle.

— Jefe~. — Oikawa habló mientras reía nervioso buscando alguna excusa para poder salir un poco más temprano, incluso cuando faltaban tan solo veinte minutos para que su horario acabara.

No debió pedirlo dos veces o rogar, el permiso fue concedido sin consecuencia alguna, por lo que Oikawa no tardó en cambiarse, tomar sus cosas y salir del lugar agradeciendo a su superior.
En el camino envió un par de mensajes a Iwaizumi, avisando que no debía ir por él, pues de desviaría a un pequeño local de comida que había cerca de su lugar de trabajo.

Le tomó alrededor de diez minutos en llegar al lugar, sorprendiéndose al ser recibido por los gritos de Sugawara quien apuntaba con su dedo a un azabache frente a él que también conocía bien.

— ¡Te he dicho que no! ¡Solo aléjate de mí, Daichi!

— Wow~. — Tōru se acercó a ellos dos, notando la mirada descontenta y deprimida del moreno y las lágrimas en los ojos de Sugawara quien rápidamente se acercó a él para abrazarle con fuerza.

Sin que Kōshi lo notara Daichi hizo una seña a Oikawa, quién asintió antes de tomar a su amigo en sus brazos y sentarse en algún sitio para calmarle y pedir una explicación de todo aquello.

— No puedo verlo de nuevo, Tōru... — Susurró Sugawara. — No puedo volver a verlo tan feliz con ella... Soy un egoísta, pero no puedo.

— Shh. Debes calmarte primero, Suga. — El castaño dio un par de palmadas en la espalda de su amigo, quién con el paso de los minutos empezó a tranquilizarse.

— Me pidió que nos viéramos... — Comentó Kōshi. — Yo acepté... Qué tonto soy.

— ¿Hizo algo malo? — Sugawara negó. — ¿Entonces?

— Quería que yo... Llevara los anillos en su boda. — Los ojos de Tōru se abrieron más de lo normal debido a la sorpresa que escuchar aquello le había generado.

— ¿Así nada más? — El albino elevó la mirada, Oikawa no tardó en deslizar sus pulgares sobre las mejillas ajenas limpiando cualquier rastro de lágrimas. — Suga... Quizá es hora de buscar otro pez en el mar.

— ¿Encontraré a otro que me haga sentir lo que el primero hizo? — Tōru sonrió, Suga solo suspiró. — Realmente creí que... Tendríamos un final feliz.

— A veces las personas que creemos para nosotros no lo son.

— ¿Qué harías si te alejaras de Iwaizumi? — El corazón de Oikawa se encogió ante la sola idea de perder a Iwaizumi.

— Sería doloroso, pero... No le rogaría, si fue su decisión la respetaría, aunque eso me haga sentir que muero todos los días.

— Estás perdidamente enamorado, Tōru... — Susurró Kōshi con una sonrisa. — Quizá... Quizá tienes razón.

Quizá sí debía pasar de página y olvidar al hombre que durante tanto tiempo había amado y que ahora tomaría como esposa a alguien más.

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