Capítulo cuarenta

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Capítulo cuarenta: Curioso

Oikawa salió de su trance al sentir un par de manos deslizarse por su cintura, su mirada se apartó de la laptop para observar a Iwaizumi quien se encontraba detrás suyo apoyando el mentón en su hombro.

— Iwa-chan... ¿No ibas a dormir? — Iwaizumi le miró por unos segundos antes de negar.

— No hasta que tú te acuestes.

Oikawa le observó unos segundos más, luego su mirada se fijó en la laptop para finalmente soltar un largo y cansado suspiro que llamó la atención del moreno.
Sugawara llevaba casi una semana sin dar alguna señal, todos esos días Oikawa había estado ahí mismo frente a aquella pantalla esperando escuchar el sonido de aquella notificación que tanto anhelaba, pero nada nunca llegó. Comenzaba a entender que quizá Suga no quería ser encontrado, al menos no por ahora, pues había dejado de lado el contacto incluso con él, su mejor amigo de toda la vida. Aun cuando estuvieron en países o continentes diferentes jamás se vieron en aquella situación, si perdían el contacto, hacían lo imposible para encontrarse de nuevo. Sin embargo, ahora no era lo mismo.

— Vamos a dormir, Iwa-chan.

Oikawa sonrió apagando su laptop. El moreno le observó con curiosidad, no pensaba que Tōru iba a querer acostarse tan pronto. No obstante, no reprochó sobre ello y asintió comenzando a dirigirse junto a Oikawa a la habitación del castaño.

Ambos cambiaron sus prendas de vestir y se recostaron sobre la cama en silencio, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Oikawa daba suaves caricias sobre el pecho de Iwaizumi y este las devolvía en la cabellera del menor.

— Iwa-chan ¿Alguna vez acompañaste a un omega durante su celo?

Los movimientos de Iwaizumi se detuvieron por la repentina pregunta, su mirada bajó a Oikawa quién no le observaba, solo continuaba concentrado en sus caricias sobre el pecho ajeno.

— Lo hice. — Respondió el mayor casi en un susurro. — ¿Por qué la pregunta, cariño?

— Solo simple curiosidad. — Respondió Oikawa, los ojos marrones del menor subieron al moreno. — Quería saber qué sentiste en ese momento.

— Supongo que no fue nada fuera de lo normal. — Iwaizumi se acercó a depositar un corto beso en la nariz ajena. — Me aseguré de estar ahí para ella y cuidé su integridad en todo momento.

— ¿No te acostaste con ella? — Preguntó Oikawa con ligera sorpresa. Iwaizumi rio por lo bajo negando con su cabeza.

— No, fue repentino, nunca habíamos hablado de ello, entonces decidí no llevar las cosas muy lejos sin su consentimiento.

Un punzón apareció y desapareció con la misma rapidez en el corazón de Tōru, por alguna extraña razón le seguía sorprendiendo lo atento y caballeroso que podía llegar a ser Iwaizumi. Es decir, estando en ese estado muchos habrían intentado aprovecharse de un vulnerable omega desesperado por el deseo carnal.

— Ya veo... — Tōru sonrió. — Me alegro que hayas decidido no hacerlo.

El mayor sonrió también, inclinándose después a dejar un beso sobre la frente de Oikawa.

— Aprovechando la situación... — Susurró Iwaizumi. — Avísame cuando tu celo esté cerca, cariño... También dime si prefieres estar solo o que te acompañe, me aseguraré de hacerte sentir lo más cómodo posible ¿Bien?

Oikawa miró a Iwaizumi, sus mejillas estaban un tanto coloradas por las palabras que había dicho el mayor antes. Definitivamente debió haber gastado toda la suerte de su vida en ese hombre, pero no se arrepentía de ello. Volvería a hacerlo de nuevo de ser posible.

— Lo haré, Iwa-chan... — Respondió Tōru, sin embargo, una expresión de incomodidad llamó la atención del moreno.

— ¿Qué pasa?

— Es solo que... La mayoría de mis celos los he pasado solo... O con muchas dosis de supresores dentro de mí. — Iwaizumi abrió sus ojos en señal de sorpresa, Oikawa hizo una mueca. — Entonces... Esperaría que entiendas que es raro para mí estar acompañado en esos días.

— Tōru, eres un irresponsable. — Oikawa observó a Iwaizumi con algo de confusión, este suspiró tomando de su cintura para acercarle a su pecho. Sus cuerpos se unieron casi por completo. — ¿Sabes lo dañino que es para ti tomar tantos supresores? Podrías haber terminado en el hospital.

— Pero no sucedió... — Susurró Oikawa sintiéndose como un niño regañado. El moreno arrugó el entrecejo. — Vamos, Iwa-chan, no te enojes conmigo.

— No estoy molesto contigo, cariño. — Iwaizumi suspiró. — Déjame acompañarte en tu próximo celo, cuidaré de ti hasta que te sientas mejor ¿Bien? — Tōru asintió. — Ahora, vamos a dormir, es tarde.

— Iwa-chan.

— ¿Uhm? — Oikawa se inclinó a depositar un corto beso en los labios ajenos.

— No tienes que contenerte durante mi celo... Solo asegúrate de llevar preservati-

Una mano cubrió la boca de Oikawa impidiendo que terminara su oración. Los párpados de Iwaizumi ya se encontraban cerrados, pero Tōru podía notar el leve sonrojo que se encontraba en sus mejillas.

— Podemos hablar de esto en otro momento, amor... No hay prisa.

Una risilla nasal salió de Oikawa. No dijo nada más, tan solo se acomodó entre los brazos de Iwaizumi y dejó caer sus párpados para sumirse en un profundo sueño.

Iwaizumi por su parte, no logró dormirse tan pronto como Oikawa. Sus pensamientos parecían estar corriendo de un lado a otro en su cabeza gracias a la pequeña charla que acababan de tener.

No lo había pensado tan profundamente antes, Iwaizumi no se había preparado para la idea de acompañar a Tōru durante su celo. Si bien sabía cómo debía actuar, no conocía aún qué le gustaría o no al castaño, qué podría hacer y qué no y, por último, cómo reaccionaría él al tener a Tōru en aquel estado tan cerca de sí.

Era incapaz de hacer algo sin el consentimiento previo de sus parejas, por lo que nunca le preocupó aquello, pero Iwaizumi hacía poco había descubierto que nunca antes se había sentido de la misma manera con otras personas a como lo hacía con Tōru.
El castaño generaba en él sensaciones que jamás experimentó, deseos que nunca pasaron por su cabeza hasta tenerle a su lado y le hacía sentir como un joven adolescente novato en el amor.

Un largo suspiro escapó de sus labios. Quizá debía averiguarlo personalmente, así las dudas dejarían su mente y podría tener algo de paz.

Le aliviaba saber que Oikawa lo aceptaba a su lado durante su celo, pues aquello era un momento íntimo de cada omega que no solían gustar compartir con otros que no fueran conocidos de extrema confianza. Solo esperaba que todo saliera bien y que ningún inconveniente molestara a alguno de los dos.

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