Capítulo veintidós: Sorpresa
Las puertas del local se abrieron con la llegada de Tōru, el dueño de aquel sitio no tardó en salir para recibir al recién llegado con un amable saludo antes de que comenzaran a realizar sus deberes.
— ¿Qué tenemos para hoy? — Preguntó el castaño, su jefe señaló una celda en la que había un pequeño felino que parecía dispuesto a dejar sus uñas con tal de defenderse. — Ya veo... Parece que será un día complicado.
Oikawa sonrió con entusiasmo yendo a buscar sus guantes para evitar cualquier rasguño que el animal pudiera dejar en su piel. Su superior no tardó en colocar la bandeja con los utensilios necesarios sobre la mesa de metal a la cual fue llevado el felino y pronto ambos pusieron manos a la obra para poder terminar con él lo antes posible y darle de alta. Con cuidado Tōru tomó al animal el cual no dudó en luchar por defenderse contra un mal inexistente, el jefe de Tōru logró aplicar un par de vacunas en el felino con una habilidad profesional y sin tardar mucho comenzó a cortar las garras del animal.
— Estamos casi listos.
Los dientes y orejas del animal fueron revisados hasta que finalmente pudo volver a su caja transportadora en donde se pudiera sentir más seguro que en las manos de unos desconocidos. Momentos después el timbre avisando que alguien había llegado a la clínica sonó y Oikawa salió a ver de quién se trataba llevándose una sorpresa al encontrarse de frente con la pareja sentimental de Yamaguchi.
— Tsukishima, hola. — Tōru le observó por unos segundos antes de girarse y mirar al felino que era traído por su jefe. — ¿Es tu mascota?
— Así es. — Tsukishima suspiró. — Yamaguchi insistía en tener una mascota y planeaba sorprenderlo esta noche después de entrenar.
— Es un lindo detalle de tu parte. — Oikawa sonrió antes de indicar el costo de la atención al rubio y que este pagara inmediatamente.
— Ah, Oikawa. — Tsukishima se giró para ver al castaño antes de marcharse. — No digas nada sobre esto, por favor.
— No te preocupes, no diré nada.
Sin más, el rubio se marchó de la clínica llevando consigo a quien formaría parte de la vida de aquella pareja a partir de ahora. Oikawa suspiró sonriente, Tsukishima era bueno para su amigo, eso lo hacía sentir feliz y tranquilo.
Un vehículo se estacionó frente a la residencia del castaño el cual no tardó en salir de su casa colocando sus respectivos seguros antes de subir al automóvil saludando al conductor.
— Siento la demora. — Se disculpó Tōru girando su cabeza para observar al moreno quien negó con una sonrisa.
— No hay problema. — Oikawa asintió colocándose el cinturón. — ¿Tienes planes para esta noche?
— Uhm... Pensaba ir a comer algo con Suga, quería decirme algo... ¿Te apetece venir con nosotros? — Invitó Oikawa, Iwaizumi movió su cabeza de un lado a otro en negación.
— No, no quiero molestar.
— No eres una molestia, le agradas mucho a Suga ¿Sabes?
— ¿Es así? — Tōru asintió con una gran sonrisa. — Lo consideraré.
El vehículo no tardó en ponerse en marcha, Oikawa tarareaba mentalmente una canción en su mente intentando distraerse durante el lapso de tiempo que tomaría en llegar hasta el establecimiento al cual ambos solían ejercitarse diariamente. Iwaizumi le observó desde el rabillo del ojo con una pequeña sonrisa en su rostro al observar las atractivas facciones que el castaño había heredado.
— Eres muy guapo, Tōru.
Oikawa dejó sus pensamientos de lado para mirar a Iwaizumi quien se mantenía concentrado en el camino, una sonrisa apareció en su rostro sintiendo sus mejillas calentarse un poco.
— No es necesario usar esas técnicas de conquista conmigo, Iwaizumi.
— ¿Cuáles técnicas? Solamente estoy diciendo la verdad. — El moreno rio, Tōru no pudo evitar apartar la mirada sintiéndose avergonzado.
Esto de expresar sus pensamientos y emociones hacia otra persona de manera romántica era algo nuevo para él, se sentía como un joven de secundaria inexperto que estaba viviendo su primer amor adolescente.
El automóvil se detuvo finalmente, Tōru bajó antes de poder ser ayudado a hacerlo y caminó a la entrada en dónde esperó por Iwaizumi el cual se acercó a su lado momentos después.— Iwaizumi, yo... Quería decirte que siento mucho si pareciera que no estoy interesado. — Susurró Oikawa, el moreno elevó una ceja.
— ¿Qué dijiste? — El castaño arrugó el entrecejo. Iwaizumi rio. — Está bien, no debes forzarte a nada ¿Entendido?
— De cualquier forma, no dudes de mi decisión. — Pidió Oikawa, Hajime estiró su brazo acariciando con su mano la mejilla sonrojada de Tōru.
— No lo hago.
Un corto beso fue depositado sobre la frente de Oikawa quien sintió su rostro arder en llamas, sus manos se apretaron en un par de puños intentando evitar salir corriendo a cualquier lugar en donde pudiera gritar y liberarse de ese mar de emociones que el moreno le provocaba.
Iwaizumi se alejó y tomando la mano de Oikawa ambos se adentraron al sitio en donde momentos después se separaron para comenzar cada uno con sus respectivas rutinas de entrenamiento.
— ¡Tōru! ¡Hola~!
Una voz familiar llamó la atención de Oikawa, quien al elevar la mirada se encontró de frente con un joven de cabellos naranjos que le miraba con gran entusiasmo. Tōru elevó una ceja con confusión, a pesar de serle familiar esa voz nunca había visto a ese joven en el pasado.
— Disculpa ¿Te conozco? — Preguntó Oikawa, el joven frente a él asintió.
— ¡Sí!... Es decir, no. — Una mueca de confusión apareció en el rostro del castaño. — Permíteme presentarme, soy Shōyō, Hinata Shōyō. Conozco a Iwaizumi desde hace un tiempo y quería conocer a su pareja también.
— Oh, nosotros todavía no... — Oikawa suspiró intentando ignorar aquel calor que parecía no querer abandonar su rostro desde el momento en que se encontró con el moreno. — Es un gusto, Hinata... Me presentaría, pero parece que ya me conoces.
— Así es, Iwaizumi me ha hablado mucho sobre ti, parece realmente enamorado. — Oikawa rio negando con su cabeza mientras preparaba el peso con el cual cargaría, teniendo cuidado de colocar el correcto.
— Iwaizumi es un hombre bastante... Romántico. — Respondió Tōru, su mirada se desvío yendo hasta el moreno que se encontraba ejercitando sus piernas en una banca a unos metros de ellos.
Quizá haberse dado aquella oportunidad comenzaba a emocionarle y hacerle ilusión.
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𝑰'𝒎 𝑶𝑴𝑬𝑮𝑨 - 𝑰𝒘𝒂𝒐𝒊
Fiksi PenggemarPara muchas personas la presentación era el mejor momento de sus vidas, con tan solo diez años los niños sabrían cómo deberían vivir por el resto de sus vidas. Aún así, unos años antes de presentarse habían muchas señales que determinaban la posible...