Capítulo once: Consejo
Iwaizumi abrió la puerta del vehículo para Oikawa, este aceptó la mano que se estiró hacia él para ayudarle a bajar. Después de aquella conversación que tuvieron el silencio se adueñó de ambos, Iwaizumi no quería continuar presionando a Tōru y Tōru no quería decir nada más que lo perjudicara.
El moreno acompañó a Oikawa hasta la entrada de su casa y le observó por unos segundos antes de suspirar y darle una pequeña sonrisa.
— Si te sientes incómodo solo olvida lo que pasó hoy ¿Bien? — Pronunció Iwaizumi, Oikawa levantó la mirada y le observó por unos segundos antes de suspirar y asentir.
Tōru apretó los bordes de su camisa con fuerza, se sentía extraño, pues tenía la sensación de que los sentimientos de Iwaizumi habían sido heridos por su culpa, pero... Él no podía hacer nada más ¿Cierto? Había sido sincero, no estaba listo, no se sentía seguro. Aun así, tenía la necesidad de disculparse con él.
Oikawa se acercó dos pasos al moreno y estiró sus brazos para rodear el cuerpo contrario en un abrazo. No duró mucho, tan solo unos cinco segundos antes de alejarse y volver a bajar la mirada.
— No te sientas culpable. — Una suave caricia se situó en la mejilla de Oikawa haciéndole sentir, una vez más, cosquilleos en su vientre. — Tan solo quiero que sepas... — Iwaizumi suspiró. — Te esperaré, por si cambias de opinión.
Oikawa observó al moreno darse la vuelta y alejarse para subir a su vehículo y terminar el recorrido hasta su casa. Los labios de Tōru se presionaron entre sí antes de sentir sus ojos humedecerse.
"¿Por qué diablos estás llorando, Tōru?"
Con rapidez, Oikawa se dio la vuelta y entró a su casa yendo directo a su habitación para tomar un baño e irse a dormir.
Mañana debía trabajar y el desastre de sentimientos y sensaciones que era en ese momento le preocupaban. Necesitaba descansar.— Hola, ¿Akaashi? — Oikawa sostenía elteléfono entre su hombro y oreja mientras guardaba sus pertenencias en subolso. — Quería saber si estás ocupado, me gustaría hablar contigo.
Tōru terminó de recoger sus pertenencias, dirigiéndose después hacia la salida de su trabajo. Fugazmente se despidió de su jefe quien movió una mano de un lado a otro como respuesta.
Era un día nublado y parecía que llovería en cualquier momento, así que no había mejores planes que ir a tomar un café antes de asistir al gimnasio como usualmente lo hacía. Además, necesitaba hablar con alguien y no había ninguna otra persona mejor para hacerlo que el prometido de su ex compañero de clases.Oikawa estiró un brazo para llamar la atención de un chófer de taxi, quizá era momento de conseguir su propio vehículo para evitar gastar dinero en transporte, aunque de todas formas tendría que estar pagando por rellenar el tanque de gasolina cada tanto.
— Bien, te veo en la cafetería de siempre en cuarenta minutos ¿Te parece? — Propuso el castaño a la vez que subía al taxi.
— "Está bien, nos vemos, Tōru".
La llamada finalizó y Tōru indicó la dirección de su casa al chófer. En diez minutos se encontraron frente a aquella magnífica construcción, Oikawa pagó por el viaje y entró a su vivienda yendo con rapidez a su habitación. El tiempo restante le daba solamente para darse una corta ducha de unos cinco minutos para refrescarse. Vestirse, arreglar su cabello y rostro le tomaría otros diez o quince minutos, así que Tōru debió ser realmente veloz. Hizo todo lo anterior mencionado en treinta minutos y al terminar, tomó un pequeño bolso con sus pertenencias saliendo finalmente de la casa.
A pie se dirigió a la cafetería que solía recurrir con sus amigos y uno que otro conocido, era un lugar casual, pero bonito para pasar una tarde con alguien más.
Al llegar al lugar observó todas las mesas sin encontrar a su amigo, quizá le tomaría unos pocos minutos más en llegar, pues Akaashi no era el tipo de persona que llegaría tarde a alguna cita o actividad con alguien más. Tōru se dirigió a una mesa en la esquina del lugar, allí tomó asiento y comenzó a observar sus redes sociales para matar un poco el tiempo.Tal y como había predicho, el pelinegro de ojos azules apareció en el sitio justo a tiempo, Oikawa levantó la mano para llamar su atención y que viniese a donde él se encontraba.
— Tōru, hola. Disculpa la demora.
— No te preocupes, llegué hace poco. — Oikawa sonrió. — Quería hablar contigo respecto a algo, por eso te pedí que vinieras.
— ¿Sí? Y qué es exactamente ese algo. — La mirada de Akaashi se posó sobre Tōru quien suspiró. — Oh... ¿Es algo malo?
— No sé si decir que es algo malo, pero tampoco es algo bueno.
Oikawa cubrió su rostro con las palmas de sus manos mientras intentaba buscar ordenar sus ideas para explicarle lo mejor posible la situación a Keiji, el pelinegro no hizo ningún movimiento ni mencionó absolutamente nada que pudiera presionar a Tōru, si aquello se trataba de un tema delicado lo último que quería era empeorar las cosas.
— Verás... — Tōru alejó las manos de su rostro. — Hace un tiempo conocí a un hombre en el gimnasio al que suelo asistir, su nombre es... Iwaizumi Hajime.
— ¿Iwaizumi Hajime? — Oikawa asintió. — Continúa.
— Cuando lo conocí no le di mucha importancia a pesar de que me ayudó en mi momento cuando un idiota del gimnasio intentó pasarse de listo conmigo, pero después de un tiempo comenzó a volverse algo importante e incluso llegué a sentirme cómodo a su lado. — Akaashi elevó una mano hacia Tōru, este detuvo su hablar.
— Cómodo en qué sentido... ¿Te sentías más feliz o calmado a su lado?
— Cuando estaba con él me sentía bien... Es como... Si todos mis pensamientos negativos desaparecieran y solo pudiera disfrutar del momento a su lado.
Una sonrisa apareció en el rostro de Akaashi quien no pudo evitar soltar una risilla nasal. Oikawa le observó confundido.
— Creo que sé por dónde va el asunto, pero tú continúa.
Keiji apoyó su cabeza sobre la palma de su mano para estar más cómodo y seguir prestando atención a su amigo. Estaba ansioso por conocer más de aquella situación.
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𝑰'𝒎 𝑶𝑴𝑬𝑮𝑨 - 𝑰𝒘𝒂𝒐𝒊
FanfictionPara muchas personas la presentación era el mejor momento de sus vidas, con tan solo diez años los niños sabrían cómo deberían vivir por el resto de sus vidas. Aún así, unos años antes de presentarse habían muchas señales que determinaban la posible...