Si bien el día se encontraba despejado y por la altura a la que se encontraba Aegon era capaz de percibir la sensación cálida de los rayos del sol sobre su rostro y a través de sus ropas, el viento frío allá arriba era peor que en el suelo y le estaba jugando una muy mala pasada; sus manos aferraban con cierta fuerza las riendas de Sunfyre y ya sentía los dedos un tanto entumecidos, pero ese era un problema menor comparado con la molestia punzante en la cadera que había comenzado a fastidiarlo hacía una media hora de viaje y que poco a poco se había transformado en dolor. La posición sobre la montura no sólo no ayudaba sino que empeoraba la situación; teniendo las piernas separadas sobre el lomo del dragón a una gran altura, Aegon no se animaba a intentar moverse por temor a cagarla, resbalar del asiento y descender en caída libre hacia el suelo que lo recibiría con los brazos abiertos haciéndolo papilla.
Pese al aire frío y el vuelo estable de Sunfyre, Aegon comenzó a sudar por el esfuerzo de concentrarse en la dirección que estaba tomando hacia el este y al mismo tiempo, en la que realizaba para no ceder al impulso de cerrar las piernas para que aquel dolor de mierda disminuyera.
Más le valía a Fernsby que tuviera una provisión ilimitada de aquella maldita droga que podía apaciguar bastante sus dolores una vez llegara al puerto de Essos, si es que lo lograba. Gracias a los Dioses, había podido comunicarse con el hombre días atrás - quien se había alejado de Desembarco por sus órdenes hacia la costa - porque había intuido que algo así podría suceder a último momento. Increíblemente y pese a que Aegon no solía ser tan intuitivo como Helaena, había visto venir la catástrofe de un instante a otro porque la ausencia de noticias así se lo había hecho saber, preparando la cuestión para una huida estrepitosa en cuanto supiera qué estaba ocurriendo.
Sin embargo, Aegon no pudo sino sufrir una especie de crisis nerviosa en cuanto Aemond no sólo había hecho acto de presencia derribando Altojardín sino que para colmo, traía la noticia de un arreglo que los beneficiaba a todos, menos a él. No iba a quejarse, para nada; lo que menos deseaba Aegon en realidad era permanecer más tiempo en Poniente y aquella situación le daba, de nuevo, la excusa perfecta para desaparecer luego de tirar por la borda la oportunidad que Aemond le había dado tiempo atrás, fingiendo su muerte. Daba igual ya quién conociera realmente sobre su presencia en Altojardín o la farsa de su deceso porque no iba a quedarse allí más tiempo para averiguarlo pese a que, en teoría y según palabras de Aemond, ya no corría un riesgo real de ser ejecutado por las condiciones que había logrado establecer en el pacto que había hecho con Rhaenyra.
Eso daba igual, ya a esas alturas. En otras circunstancias y momentos de su vida muy, muy atrás, le hubiese aterrado la idea de verle la cara a la muerte de cualquier forma posible. Sin embargo, con la llegada de las heridas que no lo dejaban en paz y la inmensa cantidad de responsabilidades y sufrimiento que había cargado, morir había sido una posibilidad de alivio que si bien no había llegado nunca, aún estaba presente en su mente, por si acaso.
No, el problema claramente era otro peor que el de morir y era aquello lo que impulsaba a Aegon a tensar las riendas de Sunfyre para que acelerara el vuelo hacia el este. Frunció el ceño y parpadeó repetidamente al recordar la expresión confundida pero asustada en el rostro de sus hijos cuando, en medio del apuro, los había abrazado rápidamente al despedirse sin desear dilatar aquello. Si permanecía un minuto más sobre el suelo después de que Aemond le hubiese advertido que en su conversación con Cregan Stark éste le había insinuado que en Desembarco sospechaban del secreto que tan celosamente había mantenido en las penumbras, no hubiese podido ser capaz de abandonar a sus niños otra vez.
No, no los estaba abandonando. Les estaba dando la posibilidad de crecer y vivir alejados de una verdad que podría destruirlos a tan corta edad, más de lo que había logrado arruinar la vida de Aegon. Podía ahorrárselos, al menos por unos años.

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Tóxico [Lucemond]
RomantizmLucerys Velaryon esperaba encontrarse en cualquier situación peligrosa...pero no en aquel tipo de problema, menos con su tío Aemond. Omegaverse, R+18