Aemond había partido sobre Vhagar sin mirar atrás; se conocía a sí mismo y sabía muy bien que si volvía a ver la expresión de angustia y preocupación en el rostro de Lucerys una vez más luego de que el Omega se resignara a la idea de que no iba a poder convencerlo de lo contrario, habría dado media vuelta y lo habría acompañado a Altojardín.
Hacer aquello hubiese conllevado vivir unos días más de aparente paz y tranquilidad junto a su pareja; si bien era invierno y el territorio de los Tyrell no se hallaba en su máximo esplendor veraniego, el lugar era pacífico y ofrecía un refugio aislado del mundo que claramente ambos necesitaban, pero que Aemond no se podía permitir. Por mucho que intentara apartar de su mente los conflictos de aquella guerra maldita y las responsabilidades cada vez mayores y más asfixiantes que tenía como rey de los siete reinos, estos venían a sus pensamientos una y otra vez como dagas filosas e hirientes que lo torturaban incluso cuando procuraba conciliar el sueño en brazos de la única persona que le traía felicidad y un poco de consuelo en todo aquello.
Sin embargo, los días pasaban y la preocupación por Daeron crecía hora a hora. Villin había logrado conseguir información fehaciente que le aseguraba que su hermano menor aún estaba con vida en Desembarco y Aemond le creía porque confiaba en que el hombre se había puesto en campaña para llevarle una noticia real, pero desconocían exactamente en qué condiciones se encontraba y bajo qué términos aún conservaba la cabeza unida al cuerpo. Aemond tenía sus dudas, pero intuía que la vida de Daeron dependía exclusivamente de la vida de Lucerys, casi como si ambos estuviesen atados por un hilo invisible que tanto Aemond como Daemon eran capaces de vislumbrar.
La supervivencia de uno aseguraba la del otro. Si Daeron estaba con vida hasta ese día, era porque Daemon sabía perfectamente que Lucerys también lo estaba, y eso llevaba a la conclusión que, como siempre, existía gente infiltrada del bando negro en Oldtown.
Ya estaba harto de vivir bajo la sombra del enemigo sin poder dar un paso en falso, sin poder confiarse.
Al final, había seguido en vuelo el transcurso del Camino de la Rosa; había pasado por Altojardín y en los territorios aledaños la cuestión parecía tranquila, cosa que se acababa una vez que se pasaba por Goldengrove; a partir de allí, los campos que Aemond alcanzaba a ver desde la altura se encontraban carbonizados o en menor medida, destruidos por el fuego de un dragón, por el paso de algún ejército enemigo o simplemente custodiado por algún grupo de personas con la bandera de los Targaryen que no pertenecía a su lado de la familia.
Cuando habían viajado hacia Oldtown días atrás habían bordeado la costa oeste y no habían recorrido aquel sector del sur, pero Aemond no recordaba que los Negros hubiesen llegado tan lejos.
Si no se reorganizaba y hacía aquello de una vez por todas, corría incluso el riesgo de que llegaran hasta Altojardín. Si hubiese sabido que la avanzada del otro bando había sido tal en esas últimas horas, no habría enviado a su hermana y a Lucerys hacia el Norte en vez de dejarlos en Oldtown...la idea de dar media vuelta y modificar el plan una vez más atravesó su mente y estuvo a punto de hacerlo en un par de ocasiones; sin embargo, eso significaría más tiempo perdido y no sólo mayor inseguridad para los suyos y su mente, sino para que Daemon se enterara de cómo estaba dudando de sus propios pasos.
Por lo que siguió camino, atravesando Tumbleton ya para el atardecer.
Enfrentarse a Daemon era una cuestión inevitable no sólo porque en realidad, pese a que su hermanastra era la heredera al trono y la supuesta líder del otro bando, era él quien dirigía todo, sino porque desde hacía años ambos tenían alguna especie de deuda pendiente que habían evitado a consciencia, una y otra vez. La verdad era que Aemond no se sentía cómodo ni seguro con aquel encuentro porque, de hecho, le temía.
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Tóxico [Lucemond]
Roman d'amourLucerys Velaryon esperaba encontrarse en cualquier situación peligrosa...pero no en aquel tipo de problema, menos con su tío Aemond. Omegaverse, R+18