En la última hora transcurrida, Lucerys podía decir sin orgullo que había logrado experimentar o al menos llegar a tocar todos los estados de ánimo posibles: nerviosismo, angustia, alivio, enojo.
Y ahora de nuevo, una mezcla de nerviosismo y ansiedad que lo obligaban a retorcer los dedos de sus manos y a descruzar y cruzar las piernas cada cinco minutos, cambiando de posición en el cómodo sofá de dos cuerpos en el que se había instalado y en el que en cualquier momento saldría despedido por un resorte invisible; no lo había hecho aún porque todavía conservaba algo de decoro y además - la razón más importante, tal vez - Aemond lo mantenía fijo en su sitio, la mano y parte del antebrazo del Alfa apoyados sobre sus piernas cruzadas ejerciendo una presión estable y con un significado implícito que Lucerys no podía no notar. Los músculos de Aemond estaban tensos y cada tanto, podía oír el sonido característico del cuero de sus guantes retorciéndose sutilmente sobre su falda.
Increíblemente, nunca habían salido de Duskendale pese a que habían llegado de común acuerdo viajar a Desembarco para hablar con su madre Rhaenyra; el apuro inicial que parecía haber sufrido Daemon se había ido debilitando poco a poco junto con la ansiedad camuflada de Aemond en cuanto el protagonista - o mejor dicho, el culpable - de aquella situación había hecho acto de presencia para retenerlos a todos de la manera más sutil y al mismo tiempo, más ridícula que Lucerys podría haber imaginado. Reece Villin había surgido de la nada misma sobre el puente en el que los tres habían estado "conversando" y, cuando Lucerys quiso darse cuenta de la situación, con un par de frases que incluían un "tengo que ponerme al día" y "de aquí no se va nadie sin que yo sepa lo que está ocurriendo allá" había logrado lo imposible: ubicar a Daemon y Aemond en la misma sala, enfrentados y en apariencia, pacíficamente.
Por lo que Lucerys, luego de ver el despliegue que se había desarrollado para llegar a esa situación por demás insólita y comprobar que ambos hombres podían sentarse a pocos centímetros de distancia sin gruñirse, había llegado a una conclusión. En realidad, dos: la primera, que sí o sí tenía que tomarse en serio los rezongos de Villin con respecto a su aumento de sueldo e iba a tener que hablarlo con Aemond seriamente; y la segunda, que iba a tener que hacer todo lo que estuviera a su alcance para que ese hombre jamás decidiera apartarse de las sombras de Aemond y suya, visto y considerando lo útil que podía llegar a ser incluso en situaciones totalmente inesperadas además del apoyo emocional enorme que brindaba, infravalorado hasta ese momento por Aemond producto de sus celos temporales e injustificados los cuales no terminaban de resolverse.
Porque aún con los nervios que Lucerys sufrió en un principio y a la incredulidad que lo había embargado cuando Daemon se había dejado guiar hacia el interior de la fortaleza tan dócilmente, ahora se encontraba ansioso por el desarrollo de la conversación; hasta ese instante, no se había percatado de cuánta información, de cuántos hechos habían ocurrido en su ausencia y gracias a los Dioses, Villin llevaba a cabo una especie de interrogatorio dirigido que apuntaba a los hechos más importantes que incluso brindaba información cruzada, tanto para ellos como para Daemon.
Así, se había enterado no sólo de un panorama general de la situación sino de hechos más concretos que le hacían saber hasta qué punto Daemon conocía la situación; en primer lugar, Lucerys había oído hablar sobre Harrenhal, la fortaleza que nunca había alcanzado a conocer pero que siempre era protagonista de las historias que comentaban. El sitio había cambiado de manos en reiteradas oportunidades a lo largo de los años de enfrentamiento, pero actualmente se encontraba a cargo de Alys Rivers, la mujer que le había salvado la vida a Aemond y extensión, la de Lucerys. Indagando, había descubierto que Alys tenía cierta conexión sanguínea con Harwin Strong y aquello no hizo más que ponerlo nervioso, sobre todo cuando, pese a encontrarse de cuerpo presente y oídos funcionando, Daemon había comenzado a hablar de Harwin en términos en los cuales Lucerys no estaba listo para oír en público, aún más con Aemond y Villin allí presente, escuchando.

ESTÁS LEYENDO
Tóxico [Lucemond]
RomansaLucerys Velaryon esperaba encontrarse en cualquier situación peligrosa...pero no en aquel tipo de problema, menos con su tío Aemond. Omegaverse, R+18