38.- EPÍLOGO

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¡¡Buenas!!

Como prometí, acá viene el epílogo. Es un poquito más largo que los capítulos comunes, espero les guste.

Si tienen alguna idea para algún extra, es momento de dejarla en los comentarios. Veré que puedo hacer, aunque no prometo nada jajaja porque ya depende de mis tiempos.

Ahora sí, los dejo leer tranquis:

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Si Reece Villin afirmaba que no había podido predecir la situación que estaba sufriendo en carne propia en esos agónicos momentos, hubiese mentido descaradamente porque sí, sí que lo había visto venir. Igualmente, cualquier criatura que gozara de un poco de inteligencia, aunque fuese mínima, habría sido capaz de intuirlo con sólo pasar al menos una jornada en la fortaleza de Harrenhal y tal vez ni eso.

Con estar unos minutos en presencia de aquellos dos sujetos hubiese sido más que suficiente como para poder presagiar, aunque fuese en broma, la desgracia que iba a suceder llegado aquel esperado momento.

Suspirando mientras procuraba distender la tensión de sus músculos, Villin descendió la escalinata de piedra a paso cansado pero con ánimos de alejarse de los pisos superiores del palacio de Desembarco del Rey. La brisa otoñal, fresca y suave acarició la piel de su rostro en cuanto sus pies lo guiaron a la primera salida al exterior que logró encontrar, un poco desorientado en aquel sitio lleno de recovecos y escaleras. En su camino de descenso y mientras atravesaba el corredor que lo llevó a un pequeño puente de piedra no había visto ningún guardia ni miembro de la servidumbre, hecho que cambió en cuanto puso un pie afuera. Resoplando mientras buscaba un sitio donde apoyar la espalda y distraer la mente, entendió por qué todo en el interior del castillo estaba vacío y sin vida.

Porque todos, al igual que él, habían tenido la magnífica idea de huir del ambiente cargado de tensión, nerviosismo y toxicidad desenfrenada que se expandía desde los pisos superiores e impregnaba todo el jodido lugar como un gas venenoso, ahuyentando a los débiles y no tan débiles de mente.

— ¿Y?¿Alguna noticia?

La voz a su izquierda no lo sobresaltó porque, pese a encontrarse en un ambiente seguro y alejado de oídos peligrosos, el hombre había susurrado aquel cuestionamiento casi con un dejo de temor que camuflaba la ansiedad que Villin mismo sentía. Sus ojos se deslizaron desde el rostro intranquilo e impaciente hasta la mano de aquel tipo Fernsby, que le ofrecía un poco de tabaco; mientras extraía la pipa y se disponía a encender aquella cosa, la primera exhalación de humor fue acompañada por una negativa de su cabeza, apoyando la espalda finalmente en un bloque de piedra cercano a la puerta por la que acababa de salir.

— No. Tendría que haberme quedado adentro, pero la verdad...ahora sí que no aguanto más a Aemond. No puedo hacer nada.

— Desmayarlo de un golpe nunca fue tan buena opción como ahora.— el tipo encendió su propia pipa y resopló el humo denso, apoyándose a su lado.— A ver si Aegon logra contenerlo aunque sea un poco.

— Cuando me fui, Aemond había contagiado a medio mundo con sus nervios. Está a punto de quedarse calvo de como jala de sus cabellos.

— Mientras no se arranque el otro ojo vamos a estar bien.

— Tú, maldito hijo de puta.— Villin resopló, farfullando un insulto.— Una vez que pase esta mierda, se pondrá mucho peor. La tienes fácil.

— ¿Te parece que la tengo fácil?¿Con Aegon? Me estás jodiendo.

Tóxico [Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora