Cuando Sunfyre aterrizó en aquella ladera de pastos verdes y brisa fresca, Aegon descendió de la montura solamente porque la cadera ya no le daba tregua y aquella era una oportunidad perfecta para acomodar un poco su articulación dolorida, al menos temporalmente. Se las había ingeniado para descender primero a gran velocidad y apenas había tenido tiempo de reconocer el terreno antes de que Sunfyre apoyara las patas traseras sobre la tierra; su ansiedad no se debía solamente al deseo de acabar con aquello lo más rápido posible sino a la ventaja de unos segundos que tenía para bajar de su dragón sin que Jacaerys notara lo dificultosa que le resultaba la tarea.
Lo que menos quería en esos momentos era que el otro, pese a seguramente conocer sobre sus heridas, se percatara de lo débil que estaba no sólo mental sino también físicamente, convirtiéndose en una presa fácil para él.
Gracias a los Dioses, Aegon logró la proeza de apoyar los dos pies sobre el césped justo en el momento en el que Vermax lo obligó a entrecerrar los párpados producto de la polvareda momentánea que produjo al descender, a unos metros de distancia. Mientras observaba al dragón gruñir y agacharse cuando Jacaerys soltó las riendas y se disponía a desmontarlo, Aegon acarició el costado de Sunfyre con una mano un tanto temblorosa producto de la ansiedad, sus ojos fijos en el otro sin poder parpadear. Un gruñido suave y el leve empujón de Sunfyre hacia su costado lo impulsaron a adosarse al dragón, ambos convertidos en un solo ser mientras la bestia de brillos dorados se replegaba en torno a Aegon, casi como si intentara protegerlo desde todos los ángulos.
En cuanto Vermax retrocedió y Jacaerys avanzó firmemente en su dirección, Aegon vio la posible desgracia un par de segundos antes, inhalando bruscamente en el instante en el que vio como Sunfyre hacía lo mismo pero sin apartar la mirada del Alfa.
— Sunfyre, cálmate, por favor.
Apoyando ambas palmas en la superficie en apariencia rugosa pero en realidad suave de sus escamas, Aegon susurró aquellas palabras en el tono más tranquilo que pudo conseguir para evitar empeorar la situación; era evidente que Sunfyre detectaba su nerviosismo e intuía con certeza que el origen era Jacaerys y no había dudado ni un instante en intentar carbonizarlo en cuanto el otro había procurado aproximarse a ellos dos. Por el rabillo del ojo y mientras Sunfyre chillaba por lo bajo y se movía en su sitio oyendo la voz de Aegon, pudo ver a Jacaerys detenerse y retroceder de nuevo un par de pasos hacia Vermax.
Pese a que agradecía la distancia que Sunfyre le estaba permitiendo obligando a Jacaerys a establecer un límite entre ellos, Aegon se frustró al no poder percibir ningún aroma en el aire que los rodeaba por mucho empeño que le pusiese a su olfato; le hubiese encantado, no sólo por un anhelo personal sino para tantear la situación, poder olisquear las feromonas de Jacaerys para saber exactamente qué era lo que sentía en ese momento mientras su mirada se detenía sobre él, sin parpadear. ¿Ansiedad, enojo, miedo? Un rápido vistazo a Vermax le hizo saber que su dragón, a diferencia de Sunfyre, no se encontraba muy nervioso.
— A ver.— comenzó Aegon en un resoplido fingiendo impaciencia.— ¿Qué es lo que quiere el hijo de la reina? Ah no, espera. Ahora tú eres el heredero directo del trono de hierro, ¿no? Felicitaciones.
Había procurado que en su voz no se filtrara la sorna, pero había sido prácticamente imposible. Maldiciéndose, suspiró imperceptiblemente mientras Jacaerys se limitaba a observarlo, de pie y sin mover un sólo músculo. Los segundos transcurrieron uno tras otro en el más incómodo silencio hasta que Jacaerys pareció encontrar su voz, perdida en algún sitio luego de sus palabras.
Sin embargo, Aegon se sorprendió al no recibir un reclamo por su burla malintencionada.
—Quiero que te quedes.- de nuevo, ambos guardaron silencio al tiempo que Aegon percibía su cerebro incendiándose.- Quiero que te quedes aquí, conmigo.

ESTÁS LEYENDO
Tóxico [Lucemond]
RomanceLucerys Velaryon esperaba encontrarse en cualquier situación peligrosa...pero no en aquel tipo de problema, menos con su tío Aemond. Omegaverse, R+18