—¿Le cantaste tu canción favorita de todos los tiempos mundiales hasta que se quedó dormido? Diablos, y yo que ya estaba haciendo apuestas de quien golpearía a quien primero. —Takeshi resopla—. Supongo que ahora el contacto físico será de otra índole.
Lo fulmino con la mirada por unos segundos mientras continuamos con nuestra caminata por el lago. Veo las marcas en el suelo que anuncian los metros que hemos recorrido, posiblemente para los runners que tienen sus sesiones de entrenamientos por la zona.
—Sabías que tengo corazón, ¿no? No podía dejarlo llorando de esa manera en medio de la noche.
Mi amigo levanta una ceja en señal de desaprobación.
—Sí que podías, pero decidiste no hacerlo —anuncia.
Frunzo el ceño.
—¿Qué quieres decir con eso?
Takeshi me pone una mano en el hombro que combina con una sonrisa de superioridad.
—Que te importa más de lo que estás dispuesto a admitir, elefante marino —reconoce—. Con Bárbara nos costó muchísimo acercarnos a ti, e incluso ahora que somos amigos, los tres sabemos que hay partes de ti que mantienes cerradas en un cofre bajo llave. Si tratamos de abrir esas puertas, usarás tus golpes verbales para alejarnos. Nosotros te respetaremos siempre, te acompañaremos el tiempo que sea necesario, pero...
Hago una mueca de disgusto al percatarme de su intento por generar suspenso.
—¿Pero qué, Takeshi?
—Pero este Isaac removió algo nuevo en ti, y parece que tuvieras miedo a aceptarlo. No te permites sentir, ¿capisci? —Empieza a ilustrar con las manos, como si delante nuestro tuviéramos una película a punto de empezar su función—. Es como cuando a los doce años me decía a mí mismo que masturbarme estaba mal. Me hacía sentir y decir cosas muy sucias, lo disfrutaba, y no tenía nada de malo... ¡Pero yo pensaba que sí!
—Okey, demasiada información, genio —digo un tanto asqueado por su metáfora. Lo que menos necesito ahora es imaginarme al Pepe de Takeshi siendo estrangulado por su mano.
—Lo que quiero decir es que no tienes que ser tan orgulloso. Si primero odiabas a tu vecino y ahora lo amas, ¡está bien, viva el amor, la amistad, el enemies to lovers que le gusta a Barb, o lo que sea que vayan a tener! —exclama.
—Es que...
—Escucha, deja de dar explicaciones. A mí no me las debes. No le habrías cantado una canción de Coldplay si no hubiera dicho o hecho algo que te tocara. —Hace una pausa al notar que podría malinterpretarse—. Metafóricamente hablando, claro.
Estúpido y divertido Takeshi.
—Yo soy una persona de hechos, y esto está más claro que el agua, así que deja de negarlo o no me dejarás más alternativa que sacar mis guantes.
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(Trans)parente
Ficțiune adolescenți«Nadie tiene el poder de detener a otro de ser uno mismo. ¿Quién nos impide ser?» Isaac y Finn son vecinos en los dormitorios de la universidad, pero no se conocen en persona. Debido al fino grueso de las paredes, pueden escuchar todo lo que el otro...