16 | Una conexión transparente

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Pasan los minutos sentado en las raíces del árbol de cerezos, y nadie viene

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Pasan los minutos sentado en las raíces del árbol de cerezos, y nadie viene.

Bárbara y Takeshi no me contestan. ¿Significa que no lo han logrado? ¿Debería volver a la habitación y asegurarme de que Finn se encuentra bien? Quizás tuvieron que quedarse con él. Quizás está luchando por salir de la cama pero no puede.

Empiezo a perder las esperanzas cuando mi ansiedad se torna tan magnífica que mis piernas empiezan a agitarse nerviosas. Reviso mi mochila una y otra vez, asegurándome de que traje la sorpresa conmigo y que no la dejé en mi cuarto. Cuando reviso por cuarta vez, me convenzo de que no desaparecerá por arte de magia y trato de tranquilizarme.

Tengo un poco de frío. En la sombra del árbol, el sol no calienta como debería. Los pétalos que se movilizan por las bocanadas de viento a veces terminan cayendo en mi ropa. Después de más de cuarenta y cinco minutos en esta posición, no es una exageración decir que parece que me estoy camuflando entre las hojas rosas de este árbol tan especial.

No debe estar listo. O tal vez ni siquiera quiere conocerme. ¿Quién sabe? No puedo imaginar lo que debe ser estar en sus pantalones. Sentir de la forma que siente y pensar que nadie nunca va a entenderlo. Ese sentimiento debe volverte bastante reacio a conocer gente nueva, ¿no? Yo tendría mucho miedo.

Después del quinto mensaje no respondido a Bárbara, doy la misión por perdida. Tomo mi mochila, me la pongo en los hombros, y me levanto para emprender camino de vuelta a los dormitorios. Pero, cuando lo hago...

Takeshi y Bárbara están caminando en mi dirección, muy pegados uno al lado del otro. ¿Dónde está Finn? No lo veo, pero por alguna razón que todavía desconozco, sus dos amigos me saludan con una sonrisa, emocionados mientras se acercan.

Los miro ansiosos, estático en mi lugar del árbol, aún con la mochila colgada en mis hombros. ¿Será que...?

Takeshi y Bárbara anulan la cercanía que había entre ellos y dejan un espacio entre los dos. La persona que se abre paso... me deja obnubilado.

Finn Bennett, en carne y hueso, saludándome con timidez desde la distancia.

Cuando lo veo, tengo que apurarme para meter mis manos en mi mochila y sacar la cartulina que había preparado para este primer momento juntos. Mientras Bárbara y Takeshi se detienen y Finn se acerca a paso lento hacia el árbol, estiro el papel por encima de mis hombros para dejar que lea la frase que le preparé:

"Conozeh ah tuh hodiozo becinoh aki"

La distancia entre nosotros empieza a acortarse. La intensidad en la mirada de ambos indica que nuestro encuentro relámpago hace unos días no tuvo significado comparado a lo que estamos a punto de vivir. No nos estamos escondiendo de los ojos del otro ni adivinando si la persona que está del otro lado es la misma a la que le hemos estado hablando por semanas.

Con cada paso que da noto algo nuevo. El barro de sus zapatillas blancas. El cinturón que ajusta unos pantalones que le quedan grandes. El inmenso tamaño de su hoodie amarillo. Me sorprende la elección del color, pero me encanta como le queda. No esperaba decir esto la primera vez que nos viéramos, pero... parece que es el sol.

(Trans)parenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora