44. Transparente

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Hoy empiezo un nuevo semestre de clases

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Hoy empiezo un nuevo semestre de clases.

Atrás quedaron las fiestas navideñas, el festejo de Año Nuevo y los días en los que el estudio no eran una preocupación. El tiempo pasó muy rápido (como suele hacerlo siempre). En otras circunstancias estaría un poco triste y decepcionado de tener que volver a las clases y dejar mi casa, pero ya nada es como era antes.

Volver al campus significa volver a estar con Finn, con Barb, con Takeshi. Significa poder seguir compartiendo y disfrutando momentos juntos, exprimirlos lo más posible para que, luego en el futuro, no podamos arrepentirnos de nada.

Con la gente indicada en tu vida, cualquier lugar puede convertirse en tu favorito. Y, gracias a ellos, nunca podré olvidarme de este campus. Nunca podré olvidarme de la heladería, ni del lago, ni de los bancos en los que nos sentamos cuando necesitamos un respiro.

Nunca, nunca, jamás en la vida, olvidaré el árbol de cerezos en donde Finn y yo nos conocimos. Nunca olvidaré lo que sentí ese día. Pero, para mi suerte y la de todos, todavía no tengo que preocuparme de ponerme nostálgico o recordar con dificultad lo que vivimos. Estamos aquí, en el presente, y es donde pienso vivir de aquí en adelante.

Disfruto los rayos de sol pegándome en la cara, sentado en una manta que estiré en el pasto, mientras espero a que Finn, Barb y Takeshi lleguen al árbol de cerezos para reencontrarnos y darnos nuestros tan merecidos abrazos (bueno, y quizás con Finn algo más que un abrazo). Hace ya varias semanas que no los veo y los extraño demasiado.

Respiro hondo y dejo que el oxígeno entre en mis pulmones mientras veo a la gente pasar por el lago. Cuando lo hago, me encuentro con Gina, la presidenta del club LGBT+ del campus que nos salvó de un homofóbico en el restaurante, saludándome con una sonrisa. Todavía le debemos una visita. Ella puede ser la persona perfecta para que Finn siga convenciéndose del lugar que tiene en esta comunidad.

Sigo observando a la gente pasar, y cuando me concentro en una pareja que está a una distancia considerable, me doy cuenta que esa es Violet, besándose con un chico para luego seguir caminando agarrados de las manos. Se siente muy bien verla feliz. Desearía haber manejado las cosas distinto con ella y que una partecita de nuestra relación se hubiera salvado. Pero no sería sano para los dos, no después de lo que vivimos y de todos los sentimientos que estaban involucrados.

Dejarnos ir fue doloroso, pero también era lo que necesitábamos para poder soltar nuestros corazones y dejar que nuevas personas aparecieran en nuestras vidas.

Para cuando me giro y veo el caminito que lleva a los dormitorios, me encuentro con una persona que no viene caminando hacia mí, viene corriendo. Mi sonrisa se ilumina. La de él también. Se depiló el cuerpo, lleva maquillaje en su rostro y... ¡Oh, por Dios, se tiñó el pelo!

Detrás de él, el dúo dinámico de Bárbara y Takeshi también corren a mi encuentro con sus manos entrelazadas. Los tres corren como si los estudiantes que están a su alrededor no tuvieran importancia. Tal vez de eso se trata, ¿no? De encontrar en este planeta de ocho billones de personas a ese grupo que te complementa, que te apoya, que se ríe contigo cuando estás bien y que llora a la par cuando estás mal. A ese grupo de personas que simplemente existen... y tú existes con ellos.

(Trans)parenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora