39. Corazón completo

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Me es difícil entender la cantidad de cosas que pasaron en las últimas horas

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Me es difícil entender la cantidad de cosas que pasaron en las últimas horas.

La revelación ante mis padres quedó en segundo plano ante el accidente de Isaac y Tanya. Está perfecto que así lo sea. Creo que ayudó a poner en perspectiva lo poco que valen el resto de nuestros problemas cuando la vida de otro está en juego. No necesariamente minimizando nuestras propias luchas, pero sí entendiendo que hay ciertas cosas más urgentes, como en este caso la vida y la muerte, para priorizar sobre lo demás.

Ahora que estamos caminando hacia el piso de terapia intensiva y con un poco de suerte podremos ver a Tanya en un rato, creo que a todos nos ha vuelto el alma al cuerpo. Takeshi pudo haberme calmado, pero una vocecita lejana todavía quiere adueñarse de mi estabilidad y obligarme a pensar que yo soy el culpable de que ella esté en esta situación en primer lugar.

—Dos personas pueden venir conmigo, con los procedimientos sanitarios correspondientes, claro. La señora... Tanya está en una posición delicada, no podemos arriesgarnos a ningún tipo de infección. —dice el doctor. Todos nos miramos, el padre y la hermana mayor de Isaac son las opciones más obvias—. El resto puede quedarse aquí, en la sala de espera.

En efecto, los dejamos ir en silencio mientras volvemos a tomar lugar en una habitación nueva, esta vez un poco más privada que la anterior, pero igual de vacía y desalentadora. Los hospitales siempre me generaron un rechazo muy grande. Sus paredes blancas, el sonido de las máquinas, el olor a muerte en los pasillos, los rostros desesperanzados de los familiares y amigos esperando por una noticia que no llega... es un lugar horrible.

Pero este lugar horrible está tratando de salvarle la vida a Tanya, así que no pensamos irnos a ninguna parte.

—¿Cómo te encuentras? —Barb se me acerca y me trae una barrita de cereal de la máquina expendedora. Isaac fue hasta al baño a lavarse la cara, así que debe haberme visto solo perdido en mis pensamientos y decidió acercarse.

—Bien, gracias. Quiero verla. Necesito asegurarme de que esté bien —le respondo, y cuando lo hago, ve que Isaac está volviendo, por lo que empieza a alejarse para volver a su asiento al lado de Takeshi. Me respeta hasta en el más mínimo detalle, deja que ambos tengamos nuestro espacio en este momento tan crítico.

—Por supuesto. Estamos aquí para lo que sea, ¿sí? Nosotros no nos vamos a ninguna parte —me contesta y sonríe, le agradezco con un leve movimiento de cabeza, por más que en este instante estoy mucho más agradecido de lo que aparento.

Me rescataron en el medio de la lluvia. Me acompañaron hasta el hospital. Me calmaron en medio de un ataque de pánico. Pasamos toda la noche aquí, y ellos apenas se movieron para ir al baño o para buscar algo para comer. Nunca dudaron de si estar aquí era lo que querían hacer o no, simplemente lo hicieron. Sin peros. Sin excusas.

Son los únicos amigos que necesito en mi vida: amigos de verdad.

Isaac vuelve. Se sienta a mi lado y toma mi mano. Nos miramos.

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