Hay capas de ropa entre nosotros, pero de alguna forma que todavía no me sé explicar, los brazos de Isaac lo único que emanan es calidez.
Siento que pasaron días del abrazo, pero sigo aquí. Parado en el árbol de pétalos rosas, con su cartel desperdigado en un costado y Bárbara y Takeshi siendo testigos desde la lejana retaguardia.
Mi primer instinto fue negarme a su abrazo. Cuando mi mejor amiga trata de establecer cualquier tipo de contacto físico, me siento incómodo y termino lastimándola. ¿Por qué habría de ser diferente con mi vecino? No quería echarlo a perder en los primeros cinco minutos en los que se nos dio la oportunidad de conocernos. No después de haber roto con cualquier lógica de mi personalidad para tocar su cuello...
Sentí que, entre decirle que sí y no disfrutarlo o decirle que no y mostrarme como una persona insensata, se tomaría mejor la primera opción.
Me equivoqué, porque cuando sus brazos me envolvieron, el Finn Bennett que creía conocer se había esfumado. El contacto con él fue... distinto. La forma en la que me apretó contra su pecho, sin soltarme ni perder intensidad por un instante, me hizo sentir... querido. Me habló sin tener que hacerlo y me dijo me importas con su abrazo. Dicen que una acción vale más que mil palabras, pero el refrán se queda corto. Ni millones de palabras habrían alcanzado para explicar lo que su tacto y su cariño impregnado en detalles me hizo sentir.
El mismo chico al que llamé odioso vecino y al que insulté por noches seguidas, hoy derribó mis capas de armadura emocional en un chasquido.
Me permito dejar caer mi rostro húmedo sobre su hombro y empezar a llorar sin reparo.
No puedo evitar pensar que esta vez se siente diferente a todas las otras veces que me quebré en este campus (y, vamos, en toda mi vida, si tengo que ser honesto). No me gusta ser vulnerable frente a los demás. El hecho de que llorara con Isaac del otro lado de la pared no fue una actitud propia de mis características, pero ¿qué parte de mí se vuelve rutinaria cuando mi vecino entra en escena?
Ninguna. Y por esa carencia de sentido o coherencia en la que nos encontramos, sigo llorando sin culpa.
—Esperé este momento por mucho tiempo, Finn —me susurra a mi oído, con la voz en un fino hilo, mientras empieza a tocar mis rizos y juega con ellos.
La declaración me toma por sorpresa, no porque me parezca descabellado que haya estado impaciente por conocerme (él cree que es bueno ocultando sus indirectas, pero no lo es), sino porque me obliga a pensar, ahora que estoy vulnerable entre sus brazos, si sus intenciones son las mismas que las mías.
¿Se puede sentir tan fuerte con un amigo?
La forma en la que se esfuerza por tratarme con respeto, incluso cuando yo lo herí, las creativas versiones que tiene de siempre sacar un tema de conversación y decirme algo optimista, los momentos en los que podría haberse ido y se quedó ahí, al pendiente, cuando cualquier otro había escapado... ¿son producto solamente de su amistad? ¿O...?
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(Trans)parente
Teen Fiction«Nadie tiene el poder de detener a otro de ser uno mismo. ¿Quién nos impide ser?» Isaac y Finn son vecinos en los dormitorios de la universidad, pero no se conocen en persona. Debido al fino grueso de las paredes, pueden escuchar todo lo que el otro...