37. Llamado de emergencia

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—¡Levanta el culo del sillón! ¡Dios, levántate, amor!

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—¡Levanta el culo del sillón! ¡Dios, levántate, amor!

Takeshi se sobresalta al escuchar mis gritos. Cumple las órdenes, aunque no sabe por qué tiene que hacer lo que le digo.

—Algo... algo terrible pasó... tenemos que ayudar a Finn.

Mis palabras son suficientes para que el hombre que tengo por novio empiece a asentir con seguridad. Necesito su seguridad ahora mismo. Necesito que alguien me asegure que todo va a estar bien.

—Voy por mi campera.

Takeshi sale corriendo hacia mi habitación a buscar su abrigo para que podamos irnos cuanto antes. Mientras lo hace, trato de darle sentido al llamado de Isaac. El ruido de lluvia se sentía tan cercano. ¿Estaba afuera en medio de esta tormenta? Luego el tono y la pesadez con la que sus palabras salieron de su boca. ¿Estaba herido? Por último, el ruido de las sirenas que escuché cuando él dejó de contestarme y la llamada se cortó. ¿Está en peligro? ¿Qué pasó con Isaac?

Estoy muy asustada, pero Golden, en lo que sea que estuviera pasando con él, pensó en mí para darme una directiva muy clara: ayudar a Finn. Y, Dios, no seré yo hoy la que vaya a fallarle.

Podemos hacernos los duros con Takeshi, pero son pocas las personas que amamos más en este mundo que a Finn Bennett.

—Ya está. Vámonos —mira mi rostro aterrado, creo que estoy temblando—. ¿Quieres que maneje?

Asiento. Siento que en mi estado podría ser un peligro al volante.

—Muy bien. —Toma las llaves de una pequeña mesada, y me abre la puerta del garaje para que podamos salir al encuentro de nuestro amigo—. ¿A dónde vamos?

—A su casa —respondo casi tartamudeando, tengo demasiado miedo de que algo terrible haya pasado con Finn. O con Isaac. O con ambos. Pero tengo que pensar en Finn, es lo que Golden quiere que hagamos.

Agradezco en silencio la calma que demuestra Take ahora que es cuando más lo necesito. Quizás se está muriendo por dentro, pero es capaz de canalizar lo que siente ahora que yo no puedo. Los roles suelen estar invertidos y soy yo lael que debe calmarlo (ya sea con palabras o acciones), me alegra saber que esta vez puedo contar con él.

Pero aún con mi novio manejando en silencio por la ruta tormentosa, tengo que ser capaz de recomponerme y pensar con claridad, así que lo hago. Me fuerzo a ignorar los pensamientos negativos que me quieren decir que una catástrofe se avecina. Nadie puede lidiar con una catástrofe ahora, así que llevo esas crueles conclusiones lo más lejos que puedo. Sin embargo, con catástrofe o sin catástrofe, no sé que pudo haber pasado con Finn, se me ocurren mil ideas por las cuáles podría necesitar nuestra ayuda. Desde que todos nos fuimos del campus no volvimos a hablar, tratábamos de seguir con lo que nos habíamos propuesto y tomarnos la reconstrucción de nuestra amistad despacio.

Ahora ya no hay tiempo para ir despacio.

—Es aquí, ¿no? —pregunta Take, quien puso las balizas y frenó el auto en la puerta de la casa de nuestro amigo, tratando de encontrar a Finn por alguna parte—. ¿Lo ves?

(Trans)parenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora