42. Previa de Nochebuena

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—Deja que te ayude, ma

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—Deja que te ayude, ma.

La veo venir con todos los platos y me apuro para sacárselos de encima. El doctor fue muy claro con las indicaciones para su reposo, no puede hacer ningún esfuerzo físico. Pero, ¿qué puedo decir? Mi madre no es el tipo de persona a la que puedes frenar tan fácil.

Es tan cabeza dura que se encargó de toda la decoración de la casa para Navidad. Le dijimos que no hacía falta, que con tenerla sana descansando era más que suficiente, pero sus ganas de mantener el espíritu navideño fueron más que cualquiera de nuestras sugerencias. Así que, para cumplir todos y cada uno de sus deseos, papá está cocinando y mis hermanas están ayudando a preparar el resto para que esta sea una velada maravillosa.

Estamos juntos, así que eso es lo único que importa.

—Gracias, mi amor —me dice, agarra las servilletas y empieza a doblarlas en cada lugar de la mesa mientras yo voy distribuyendo los platos.

Ambos nos encargamos de nuestras tareas en silencio. Hace días que estoy queriendo hablar con ella, tratando de encontrar el momento perfecto para darle las disculpas que no pude darle antes. Pero el tiempo sigue pasando y parece que no existe ningún momento perfecto, así que no voy a dilatarlo más.

La miro con los ojos temerosos, me da mucha vergüenza siquiera recordar las cosas que le dije y que le hice.

—¿Ma? ¿Puedo decirte algo?

Ella también levanta la vista de sus servilletas, me observa desde el otro lado de la larga mesa con una sonrisa:

—No tienes que disculparte, amor. Sé que lo sientes, no hace falta que...

—Pero quiero hacerlo. —La interrumpo. No suelo hacerlo, pero esta situación lo amerita—. ¿Puedo hacerlo?

—Si así lo sientes, por supuesto.

Inspiro hondo mientras busco las palabras indicadas. Nuevamente, como me pasó con el momento perfecto, quizás tampoco existan las "palabras perfectas para decir". Si algo me enseñaron las cosas que viví este semestre es que no puedo permitirme esperar al siguiente día. La siguiente hora. El siguiente minuto. No puedo seguir aplazando las conversaciones que tengo que tener conmigo mismo y con otros, tengo que encargarme del presente porque el futuro no está asegurado.

—No creo que haya palabras para expresarte lo mucho que lo siento, ma. Debería haber sido lo suficientemente maduro como para darme cuenta que estaba cayendo en el mismo hoyo en el que había caído hace años, pero no lo fui.

—Estás tratando de convertirte en un adulto, Isaac. Está bien cometer errores, siempre que seas capaz de responsabilizarte por ellos, justo como estás haciendo ahora. Valoro mucho que seas tan valiente —me contesta, y como siempre, está en lo correcto. No hay nada que salga de su boca que sea disparatado.

—Entiendo, ma. Por eso además de venir a disculparme, quería contarte algo que decidí que sé que te dejará muy tranquila, y que creo que es mejor que cualquier cosa que pueda llegar a decir.

Deja las servilletas por un segundo. Yo también los platos. Ambos nos miramos, la intriga reina en su expresión.

—Llamé a un terapeuta que atiende cerca del campus. Voy a empezar a verlo el semestre que viene.

No puedo explicar el tipo de sonrisa que nace en ella cuando le digo eso.

—Me lo dije muchas veces en mi cabeza, pero creo que nunca terminé de admitírtelo: siempre tuviste razón. Tenías razón en temer. —Se siente increíble hablar con tanta franqueza, ahora estoy siendo transparente en su máxima expresión—. Es evidente que hay cosas de mi pasado, de nuestro pasado, que todavía no quedaron resueltas, las cuáles me esforcé mucho por ocultar. Pero el tiempo de ocultarlas se acabó.

Mamá empieza a dar la vuelta, se acerca a mí con pequeños pasos mientras me sigue dejando explayarme.

—Si quiero tener una relación sana con Finn y con todos los que me rodean, tengo que empezar a cuidarme. Voy a dejar de ser un hipócrita que le dice a los demás lo que tiene que hacer sin hacerlo uno mismo primero. —Tomo aire, se siente bien haber largado todo de un tirón—. Voy a hacer que estés orgullosa, mamá. Estarás orgullosa de lo mucho que tu hijo trabajó por estar bien, tal como Finn lo hizo estos meses.

Mamá ya se encuentra a mi lado. La forma en la que sus cejas caen y su expresión se relaja me demuestran lo emocionada que está. Mueve el cabello de mi frente, y con una sonrisa de puro goce, me dice:

—Yo ya estoy orgullosa de ti, mi amor. Siempre lo estuve.

Mamá me abraza con la fuerza y el cariño que solo una madre puede hacerlo. En el primer segundo en el que siento sus caricias, pienso que estoy en una especie de utopía. Hace menos de dos semanas este escenario no era posible. ¿Una navidad juntos en la que le pido perdón? Ni la imagen más esperanzadora me mostró algo así cuando le rogaba a Dios, a los médicos y al destino que la mantuvieran con vida.

—Te amo, ma.

—Yo te amo muchísimo más. Siempre lo haré.

Nos quedamos en esa posición por uno, dos, diez, quince segundos. Solo apreciando que estamos vivos, que estamos bien, y por sobre todas las cosas, que en esta casa siempre prevalece el amor. Podemos volvernos oscuros, podemos ser traicionados por nuestras propias inseguridades, pero todo lo que hacemos, todo lo que nos define, siempre fue, es y será definido por un profundo y eterno amor.

El timbre interrumpe nuestro momento, lo que hace que nos separemos. Cuando mi rostro confuso se encuentra con una sonrisa juguetona de parte de mi madre, entiendo que ella sabe perfectamente quién está del otro lado de la puerta.

—Pensé mucho en qué podía regalarte para esta Navidad, cariño. —Se acerca a la puerta de entrada, pone su mano en la manija, lista para abrirla—. Pero nunca se trató de "qué" podía regalarte, ¿verdad? Hay un "quién" que siempre le ganaría a cualquiera de los demás regalos.

Mis ojos se abren de la ilusión cuando mamá termina de pronunciar sus palabras y abre la puerta. Solo una persona podía estar detrás de ella.

Finn.

No me acostumbro a verlo vestido como mujer. No quiero acostumbrarme. Cada encuentro nuevo me genera un goce y una alegría muy difícil de explicar. Cada vez que me sorprende de esta manera, siento que las comisuras de mis labios se estiran todavía más. Encuentran amplitudes que creía que no eran posibles. Me sorprende, me emociona y me hace sentir feliz que Finn sea fiel a su identidad. Me recuerda cuánto me gusta y lo enamorado que estoy de él.

A su lado, la confirmación de que esta Navidad viene con el combo completo: su madre trae el postre, mientras Tyler sostiene un labial y se lo pasa por el brazo. Solucionaron las cosas. Tiene una familia, además de la nuestra, que lo ayudará a aceptarse y lo acompañará en el camino.

Todavía no comenzó, pero no me cabe ninguna duda: esta será la mejor cena de Nochebuena de toda mi vida.

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<333333333333

Capítulo cortito y al pie, pero bien completito para sanar la relación de Tanya y Isaac, que hace rato se venían debiendo esta conversación. ¿Qué sienten leyendo estos capítulos? ¿Se les llena el corazoncito? El domingo que viene hay un capítulo hermoso y es el más largo de la novela, así que prepárense <3

¿Cómo les fue esta semana? ¿Están bien? Cuéntenme qué tal van sus cosas que me encanta leerlos, así nos mantenemos unidos en estas últimas semanas de la historia <3

Gracias por estar aquí y elegir esta historia entre tantas otras. ¿Estamos listos para los capítulos que quedan? Realmente, ni yo estoy seguro. Cuídense y tomen awita, ¿si? Les mando buenas energías en su dirección.

Los quiere mucho,

Su despeinado <3

(Trans)parenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora