Capítulo extra: La graduación

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Un año y medio más tarde

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Un año y medio más tarde...

—¡No voy a dejar que hagas una cosa así! ¿Estás loco? Sí, definitivamente estás loco —le digo a Takeshi mientras termino de hacer mis pestañas en el espejo.

—¡Claro que estoy loco, por eso voy a hacerlo! ¿Me entiendes, Sky? ¡Estoy jodidamente loco, y la gente jodidamente loca hace cosas jodidamente locas! —contesta en un grito mientras se acomoda su saco y tira para atrás su cabellera siempre larga.

Me giro para mirarlo y me acerco, le acomodo el cuello de la camisa.

—Van a expulsarte de la universidad —ratifico.

—No pueden hacerlo, ya me estoy graduando.

—No te darán el diploma.

—Se los robaré antes de que puedan arrepentirse.

Hago una mueca. No hay forma de que pueda convencer a Takeshi de ir en contra de sus deseos, eso está claro.

—Si vas a desequilibrar nuestra graduación con tu sorpresa, más vale que lo hagas muy bien, o si no tendré que golpearte...

Revolea los ojos.

—Sky, que hayas empezado boxeo para defensa personal no te da derecho a robarme mis frases. Yo soy el que amenaza con golpear a la gente. Búscate otra cosa con la que ser especial.

Le dedico una sonrisa burlona antes de volverle a contestar con orgullo:

—Soy una persona transgénero. No se necesita ser más especial que eso.

Me rodea con uno de sus brazos y me calza un beso en la mejilla. Cuando lo hace, Bárbara e Isaac entran en la habitación, lo que hace que finjan su indignación:

—Así los queríamos agarrar —pronuncia Isaac.

—Engañándonos en nuestra propia graduación... ¿ya no existe el respeto por aquí? —dice Bárbara riéndose, solo para saltar a los brazos de su novio y estamparle un beso en la boca.

Dirijo mi atención a Isaac, que me espera con su sonrisa amplia, genuina y tierna de siempre. Está vistiendo un saco que le queda espectacular. Todo en él es espectacular, pero hoy se ve más lindo que nunca, más lindo que cuando lo conocí debajo del árbol de cerezos. Nos dijeron que no nos pusiéramos la toga y el birrete hasta después de mi discurso, así que podremos lucir nuestros atuendos al menos por un rato.

Cuando lo abrazo muy fuerte, siento su voz susurrarme al oído:

—¿Estás lista, mi amor?

Nos separamos y toma mis manos, su calidez compensa la frialdad de las mías.

—Practiqué mucho, creo que estoy preparada.

Asiente, luego lleva nuestras manos hasta su corazón.

(Trans)parenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora