41. Heridas que sanan

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Cinco días más tarde

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Cinco días más tarde...

—¿Necesitas que te traiga algo, Finn?

—No, gracias.

—¿Un vaso de agua?

—Te agradezco, pero no.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti?

Niego. Barb abre la puerta para salir de su habitación, pero justo cuando está por hacerlo, le hago un ademán para que se quede.

—De hecho... ¿puedes quedarte aquí conmigo?

Barb vuelve tras sus pasos. Se sienta en la cama a mi lado. Después de los días intensos que pasamos, con Tanya recuperándose en el hospital y yo sin una casa a la que volver, se sintió muy bien saber que tenía una amiga como ella lista para abrirme las puertas de su hogar y darme asilo en un momento tan crítico.

Takeshi también me abrió sus puertas, pero tiene muchas mascotas, y a pocas de ellas les agrado.

—¿Te sientes bien? —me pregunta, está más atenta a mis emociones que de costumbre.

—Sí, creo que sí, creo que estoy... agradecido.

Frunce el ceño, la palabra le resulta un tanto sorprendente para las circunstancias. Debo admitir que para mí también, pero es lo que siento.

—Finn, yo suelo ser la optimista del grupo, pero... ¿agradecido? Tu papá te golpeó y te echó de tu casa. Isaac y Tanya tuvieron un accidente. Ella casi se muere. —No lo dice con malicia, en serio está tratando de entenderme—. ¿A qué te refieres?

Pongo una mano su rodilla, aprecio que esté aquí a pesar de todo. Más de uno se hubiera ido cuando las cosas se pusieron feas. O antes todavía, cuando la maltraté en el viaje a Nueva York.

—Tienes razón. Esa es una forma de interpretarlo, pero creo que esta vez decido verlo con el vaso medio lleno, ¿sabes? —Me sorprendo de mis propias conclusiones, hace unos meses habría sido imposible analizar las cosas de esta manera—. Pude hablarle a mis padres sobre mi identidad, me saqué un enorme peso de encima. Isaac y Tanya sobrevivieron, ambos se están recuperando.

Barb me mira por un par de segundos sin decirme nada mientras las comisuras de sus labios se mueven en una hermosa sonrisa. Luego, me abraza.

—Tienes razón. Estoy...

—...orgullosa de ti —completo la frase—. Lo sé, tengo la suerte de tener gente muy especial que me lo recuerda seguido.

—Me alegro que te des cuenta. Todo se va a solucionar de una forma u otra, Finn. Pasamos por momentos muy difíciles, estoy segura que ahora se vienen tiempos mejores. Ya verás.

—Mientras estemos todos vivos, sí. Por supuesto.

—¿Te impactó mucho lo que sucedió con Tanya? —pregunta, y por la forma en la que lo hace, parece que ambos pasamos por lo mismo.

(Trans)parenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora