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Esta mañana desperté en la habitación de Tom, el no estaba en la cama lo cual me dejó un poco confundida pero después escuche el sonido de la regadera.
Seguí acostada ya que no me sentía del todo bien, me dolía la cabeza y sentía que todo daba vueltas. Por un momento pensé que el helado de ayer si tenía veneno, pero obviamente seguía viva así que esa posibilidad quedaba descartada.
Miraba hacia el balcón, parecía ser un buen día, como para disfrutar del sol. Evidentemente no en esta casa. Escuche el sonido de la puerta abrirse, Tom salió envuelto en toalla y solo quedaba a la vista su torso escultural.
—Buenos días –dije con una sonrisa.
—Hola –, saludo el sin mirarme, además de una seriedad que podría notarse a kilómetros.
—¿Qué hago aquí? –pregunté aún acostada.
—Anoche te desmayaste y te traje aquí, ¿algún problema?
—No, ¿ocurre algo? –el giro su cabeza y negó– Estas extraño conmigo, ahora eres el hombre más serio del mundo, cuando tu siempre fuiste tierno conmigo –reclamé.
Suspiro —No pasa nada, mejor vete a tu habitación y apurate. Sabes que a mi padre no le gusta que las prácticas con novatos se retrase.
Sin más que decir me levante de la cama mientras una gran cantidad de ira se iba acumulando en mi interior. Me puso mis pantuflas y camine hacia la puerta apresurada pero al tomar la manija Tom me sujeto de la mano.
—Tampoco es para que te molestes –dijo con algo de brusquedad, yo me enoje más y quite su mano de mi brazo.
—Vete a la mierda.
Salí de su habitación y azote la puerta, me dirigí a mi habitación, al llegar me encerré. Realmente no entendía la actitud que tenía Tom, sabiendo lo que había sucedido anoche en la cocina.
Después de darle tantas vueltas al asunto recordé las palabras de Henry ¿Y si solo quería acostarse conmigo y luego botarme? ¿Fui un juego para el? ¿Sus deseos de casarse conmigo no eran ciertos?
***
Baje a la sala, la puerta que daba hacia el jardín estaba abierta, la persona que vi a fuera me sorprendió de verlo ahí, estaba con un mortifago practicando. Sali y la práctica se vio interrumpida.
—Lo lamento –dije algo nerviosa.
—Descuide señorita Lestrange, pero fíjese que su aparición es muy oportuna –me acerque– El es Theodore Nott, tal vez usted podría enseñarle lo que ha aprendido, es novato.
—Por supuesto –acepte.
El mortifago entró a la casa y me dejó con Theo. El me miraba y me regalaba una gran sonrisa. Me acerque a el y ambos nos abrazamos. Era bueno ver un rostro familiar.
