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ELLA

Literalmente lo obligo a sentarse en la mesa cuando la comida está servida. Prometí desayuno en la cama, pero pasan de las once, por lo cual, esto ya no cuenta como desayuno. El único inconveniente fue improvisar con lo que encontré en su escasa despensa.

—creo que esta es la primera vez que me siento en el comedor.
—nunca nadie lo usa—sirve el jugo—mi madre lo compro cuando se hizo la ampliación del departamento...dijo que hacía falta algo para rellenar este espacio.
—¿el comedor cuenta como decoración?
—si, ella era más de comer frente al televisor o en el estudio, dependiendo la cantidad de trabajo que trajera a casa.

Me gusta cuando Alex habla sobre su madre, los ojos le brillan de ilusión, igual que lo hacen cuando se trata de Cassie.

—si quería llenar espacios ¿no era mejor poner algunas plantas?
—rayos no—mastica con el ceño fruncido— ¿haz visto el jardín que hay en la parte de atrás?
—¿las tristes macetas secas en el suelo del enorme ventanal del observatorio?..
—pues digamos que mi pasión por la jardinera, la heredé de ella...mi madre era increíble, pero si se trataba de plantas, hasta las de plástico se le morían.

Me ahogo con el jugo, escupiéndolo cuando me gana la risa. He echo un desastre. Acepto la servilleta que me ofrece, con la que me limpio la boca, antes de pasarla por la esquina de la mesa, que salpique.

—lo siento, no era mi intención...
—no te disculpes—minimiza—ella solía burlarse de sus propios defectos todo el tiempo.

No agrego ningún otro comentario para no arruinar el ligero ambiente entre los dos. Dormí tan bien, que desperté con las energías renovadas. Los múltiples orgasmos de hace un rato no hicieron más que deshacer la tensión acumulada por el trabajo de la semana.

Seguimos comiendo poniéndonos al día de lo que hemos estado haciendo. Le cuento que literalmente soy como Voldemort, para los residentes de neurología e urgencias. Que las enfermeras creen que tengo una aventura con Dean, que prácticamente él y Marley son con los únicos que hablo, y que lo único bueno de todo eso, es que el Dr. Miller me deja participar abiertamente en todas las cirugía.

Él me cuenta sobre sus clases, sobre un chico que está enamorado de él, sobre los cambios que están haciendo en la estación, los nuevos meseros, y los trabajos de remodelación que el esposo de Gideon comenzará hacer la próxima semana. No lo hago hablar de su trabajo en la oficina porque cada vez que menciona a su padre, se le arruina el humor.

Cuando nos damos cuenta, ya son las doce del día. Él tiene que ir a su última clase a la que no puede faltar—por quedarse conmigo, no fue a ninguna otra— mientras que yo debo pasarme al departamento. Ayer tuve que decirle a mis hermanos que tenia planes con Belem, para no ir a cenar con ellos. A Nicky tuve suerte de no verla luego de comer con ella y Ronnie en la cafetería, donde planeamos—solo ella— el viaje este fin de semana a las cabañas, cabaña que Ronnie ya se encargó de reservar.

—te puedo preguntar algo.

Termino de cargar el lavavajillas, viendo como Alex sigue respondiendo correos desde la sala. En realidad no quería tocar este tema, pero luego de ver a Ronnie ayer, comienzo a pensar que quizá, después de todo, no son imaginaciones mías.

—lo que quieras—responde aún con la atención puesta en la computadora—te escucho.
Me acerco a donde esta, ordenando una de las carpetas que tiene aun lado, evitado hacer contacto visual a toda costa. Es rídiculo que me avergüence preguntar algo tan absurdo, no lo sé, quizá, lo qué pasa, es que en el fondo, me preocupa que yo sea el problema.

TÚ vs YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora