Él
El sol ya salió y poco a poco el food truck de Willis se fue llenando de clientes. La neblina que acompaña a la resaca disminuyó considerablemente luego de comer. El café también ayudó e imagino que a ella la cafeína no fue suficiente para ayudarle a vencer el sueño.—mejor, necesita descansar— Hace poco más de dos hora que estamos sentados en una mesa de pícnic en el parque. La intension era hacerla comer algo antes de tomar camino de vuelva a la cabaña. Pero ni siquiera pudo darle más de dos bocados a su baguette, cayó rendida y ahora duerme contra mi pecho roncando levemente.
Las personas nos observan, debe ser inusual ver dormir a una chica con pijama médico en los brazos de alguien. —yo también dormite un momento—No es que disfrute ser el entretenimiento de desconocidos que nos observan como si fuéramos indigentes sin hogar, pero si dormir en una banca en el parque es lo que le apetece a ella, entonces no me moveré.
Mi teléfono suena con la llegada de un mensaje, como puedo lo saco del bolsillo moviendo lo menos posible a la doctora. Es un mensaje del idiota #1, son la instrucciones a seguir para el día de mañana. Leo todo por encima entendiendo el plan, pero me veo forzado a bloquear la pantalla cuando la siento moverse en mis brazos. Dejo el móvil sobre la mesa con la pantalla hacia abajo, se talla los ojos con poca elegancia y bosteza llevándose las manos al cuello que masajea para aliviar tensión. Se incorpora viendo en donde estamos y cuando retira las manos del cuello, las mias toman su lugar. Se desmorona cuando hago presión en sus hombros y mi verga palpita con el ronroneo que reproduce su garganta.
—necesitas uno de esos días de spa.
Hago una nota mental para sugerírselo a Nicol. Digo, una me organizo la mejor fiesta de mi vida, y la otra paso los últimos tres días salvados vidas.
—lo que necesito es comida o mis intestinos comenzarán a comerse entre ellos.
Alcanza al baguette—que ahora está frío— que dejó prácticamente intacto. Le sigo masajeando los hombros en lo que ella desenvuelve su comida, le da una mordida masticando con pereza y hambre. Otro jadeo se le escapa y ya no halló ni como sentarme.
—¿que hora es?.
—temprano.Se gira en el asiento quedando frente a mi, me repara con atención deteniéndose un buen rato en el visible bulto dentro de mis vaqueros. Sonríe y respira profundo dándole otra mordida el baguette. Abre los ojos enormes y vuelve a inhalar. Luego hace el mismo gesto que han estado haciendo las mujeres a mi alrededor durante la noche. Debe ser el perfume.
—¿y cual es el plan?—carraspea pasándose el bocado—puedo pedir un Uber, así tu podrás volver con los demás. Seguro ya deben haber notado que desapareciste.
—cierto—asiento acercándome a limpiar la comisura de su boca—o podemos volver al departamento y dormir lo que resta del fin de semana...o podemos quedarnos aquí otro rato más, ya le estoy dando forma a esta banca...o podemos terminar de desayunar y volver juntos a la cabaña. Escuche que la fiesta duraría hasta el día de hoy.Pocas veces consigo dejar fuera de juego a Van Helsing y darme el gusto de ver su reacción en primera fila. No siempre se sonroja, ni es de esas chicas tímidas e inseguras. Pero el color rosado en sus mejillas y esa mirada inocente me resultan preciosos.
—¿que le vamos a decir a todos cuando nos vean llegar juntos?
—no es asunto de nadie lo que tú y yo hagamos.Enarca una ceja volviendo a ser esa chica mandona que le gusta tener todo bajo control. Sé cuál es el verdadero trasfondo a su pregunta. Le preocupa lo que dirá su prima al vernos llegar juntos.
—bien—ruedo los ojos—si tanto te preocupa, podemos decirles que Mike me envió por ti, que estaba pedisimo para conducir o que se yo...algo se me ocurrirá en el momento.
—¿Mike?—cuestiona escéptica y cabeceo hacia la motocicleta que permanece en la acera—con que razón me resultaba familiar.
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TÚ vs YO
Teen FictionAllison es una de esas chica aferradas que consigue todo lo que se propone. Como por ejemplo, su admirable mérito académico, conquistar al chico de sus sueños, y ganarse un lugar en el mejor hospital de la ciudad. La dosis de locura en su vida corr...