|CAPÍTULO 2|

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DESCUBRIENDO EL MUNDO





Un lacerante frío le dio la bienvenida a su despertar, Kirishima abrió poco a poco los ojos mientras por inercia trataba de levantarse, sin embargo, rápidamente atinó a descubrir que sus manos y pies estaban fuertemente atados. Era tan hosco el nudo de las cuerdas que la sangre tardaba en llegar a sus extremidades. Jadeo en dolor por el golpe anterior en su cabeza y tomó asiento para ver el entorno meticulosamente. No tardó mucho en comprender que iba encerrado en una carroza, esta andaba con un trote rápido, al parecer con algo de prisa.

─Pero ¿D-Dónde?-

Kirishima no se encontraba solo, a su frente yacía sentado un hombre robusto y con un semblante temerario. ─Cállate, no tienes permitido hablar, no hasta que se te ordene. ─El sujeto portaba un traje bastante curioso, en su costado reposaba un arma de fuego y entonces Ei supo que se trataba de algún miliciano.

─Mi... mi madre. Ella está, por favor, necesito... ─Su labio tembló. ─Necesito ir por su cuerpo para, darle un entierro digno.

─Dije que cierres la boca. ─El hombre tomó su rifle y con el reverso dio un golpe severo en la mandíbula de Eijirou.

Este mismo jadeó escupiendo inmediatamente sangre, su cara cayó de nuevo en la dura madera y cerró sus ojos sin poder creer lo que estaba pasando ¿Cómo podía ser aquello posible? Su mente aún seguía en un estado de shock impresionante. La cabeza le dolía horrores y su respiración, entrecortada y profunda, dejaba entrever la tristeza y el impacto de todo aquello. A su mente llegó el rostro de su madre, su labio inferior tembló y comenzó a sollozar en silencio.

¿Fue acaso por mi culpa? ¿Los humanos me siguieron?

─Mamá...─Kirishima lloró cada vez más por el desborde de emociones. No podía parar, aquello, había sido por su culpa, de nadie más. ─L-Lo siento.... Mamá. P-Perdóname...

El hombre a su frente arrojó un bufido de fastidio y tomó el arma nuevamente. ─Maldita sea, sí que eres jodidamente ruidoso. Te enseñaré a cerrar la boca de una maldita vez.

Aún seguía siendo de noche, el carruaje no había cambiado la rapidez de su andar en ningún momento. Al parecer el destino al que iban estaba algo lejos, y así era, justo cuando el sol comenzaba a asomar sus primeros rayos de luz, el trote de los caballos comenzó a moderarse siendo lento y tranquilo. Se encontraban en uno de los pueblos donde habitaba la realeza, por ello el lugar era grande, muy extenso a comparación de otras aldeas vecinas. Bastaron unos cuantos minutos más para que la carroza detuviera completamente el andar. El hombre, con los nudillos algo morados, abrió de un golpe la puerta para salir primero.

─Anda, no tengo tu maldito tiempo. ─Con una pequeña cuchilla cortó la soga en los pies descalzos de Eijirou y lo tomó para arrojarlo afuera sin ninguna compasión en sus actos.

Kirishima tenía rota la nariz, un ojo morado y bastantes hematomas por el rostro y cuerpo. Joder, había sido un viaje bastante largo y doloroso. Arrodillado, Ei soltó un suspiro tembloroso, hacía frio, su cuerpo estaba cubierto solamente con su pantalón marrón y una camiseta sin mangas. Sintió su cabello ser agarrado con fuerza para forzarle a levantar el rostro.

Soltó un rugido ante el brusco agarre y apretó la mandíbula en impotencia, sin embargo cuando sus ojos miraron alrededor, las muecas se convirtieron en una expresión de estupor y desconcierto. Frente a él yacía un pequeño camino que daba directo a unas grandes escaleras, la casa que tenía a su frente era gigantesca, como un castillo. Dos filas de hombres uniformados yacían a cada lado con una gran katana adornando sus laterales.

Kirishima no comprendía qué estaba pasando, tenía miedo a preguntar, no debía hacerlo, lo había comprendido de la peor manera.

─¡Atención, firmes!

Uno de los hombres exclamó pues de entre las escaleras venía bajando un hombre alto y bien parecido, era tanta la imponencia en él que Kirishima tragó saliva en son de nerviosismo.

─¡Haz una maldita reverencia! ¡Idiota! ¡Estás ante el rey!

─Por favor, basta, basta ¿Qué es lo que estás haciendo con mi nueva adquisición? ─El hombre llamado rey, llegó hasta Kirishima y se colocó en su frente, hizo que el hombre soltase la cabellera de Ei inmediatamente. ─Te suplicaré que no lo vuelvas a tocar ¿Quieres?

El hombre, quien había sido encargado de llevar a Kirishima, se colocó recto de inmediato e hizo una reverencia, totalmente apenado. ─¡Por favor, discúlpeme! ¡Rey! ¡All For One!

Kirishima veía al sujeto frente a él con curiosidad, sus ojos, algo cansados, distinguieron a un sujeto de cabello blanco, su boca estaba tapada con una mascarilla de tela y relucía una aurora de poderío, entrecerró los orbes pues no había dormido nada en lo absoluto, tenía tanto sueño.

─Sólo retírate, no los necesito más. ─All For One hizo una seña rápida con su mano y esta misma viajó a la mandíbula de Kirishima, levantó su rosto con suavidad y, detrás de su mascarilla, sonrió. ─Por fin he encontrado un chico hibrido, no tienes idea de cuánto tiempo estuve con este objetivo... ¿Cómo te llamas?

Ei apretó un momento los labios, totalmente tenso. ─K-Kirishima...

─Bueno, como yo te encontré, ahora eres de mi pertenencia, Kirishima. Lamento si tuviste que pasar por un momento difícil, pero quiero que sepas que todo esto es con una finalidad muy importante. Espero logres comprenderlo.

─Usted... ─Eijirou frunció el ceño. ─Mi madre murió, la asesinaron ¡E-Ella, no merecía morir! ¡No toleraré que usted se salga con la suya! ─Un gruñido nació de su garganta y los ojos tomaron un rojo mucho más oscuro. ─¡Yo vengaré la muerte de mi-!

Un fuerte latigazo resonó en el metro cuadrado y Kirishima dejó salir un jadeo de impresión y dolor. Uno de los guaruras había sido el responsable, después de dos segundos se volvió a lanzar otro golpe y por ello Ei apretó los puños colocando la frente sobre el suelo, el dolor por ello era tan jodidamente incomparable.

─Ah, tu madre. Ella no me interesa en lo más mínimo, Kirishima, las dragonas no tienen ningún buen beneficio, son débiles e inservibles, tú, en cambio, no te puedes comparar con ella. Eres un recurso valioso. Y lamento la violencia, pero es de la única manera en que se puede, tú sabes. ─El rey sonrió. ─Domesticar.

Kirishima temblaba de la rabia, trataba de zafar la soga en sus muñecas con premura, no le interesaba lastimarse.

TIEMPO DE ADVERSIDADES |KiriBaku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora