5. Un beso bajo la lluvia

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Entro en mi cafetería favorita con una sonrisa en el rostro, me siento en un taburete enfrente del mostrador y pillo un donut de la bandeja. De repente, sale Daisy de la cocina y, cuando me ve, me abraza.

–¿Cómo ha ido el día? –pregunta.

–¡Muy bien, no te imaginas lo que ha pasado!

Le cuento sobre el paseo con Matthew, ya que adoro a Daisy porque es como una abuela para mí. La mía falleció hace tiempo y, cada día que vengo a este café, me recuerda mucho a ella.

–¡Qué alegría oír eso! Te mereces todo lo bueno que te pase –contesta.

–Gracias, Daisy –sonrío.

Se abre la puerta de la cocina y sale Dani, o mi chico del café como me gusta llamarlo. Lleva unos batidos en la mano y me saluda con un gesto de la cabeza antes de dejar el pedido en la mesa que toca. A continuación, vuelve y se ríe al ver que estoy engullendo un donut como siempre.

–¿Qué te cuentas, Pequis?

–No sabes la noticia que me ha dado –se me adelanta Daisy–, ¡ha tenido una cita con un chico!

Dani se pone serio y frunce el ceño.

–No es una cita, solo ha sido un paseo por la playa –aclaro–. Que conste que aún nos estamos conociendo.

–Pues me alegro por ti, espero que sea un buen chico –responde él.

–Lo es –sonrío.

–¡Voy a prepararte un batido de chocolate como celebración! –comenta Daisy.

Desaparece por la puerta de la cocina y Dani y yo nos quedamos en silencio.

–¿Cómo te ha ido el día? –pregunto para romper el hielo.

–Bien, tenía mucho que estudiar por la mañana, pero bueno...

–¿Qué estudias? Nos conocemos desde hace dos años y no sé nada de ti –me río.

–Tú lo que quieras saber me lo preguntas, ya lo sabes –dice–. Estudio derecho.

–Vaya, tienes que estudiar todas las leyes, ¿no?

Él asiente y empieza a limpiar un vaso del mostrador.

–Pero, ¿te gusta? 

Mi curiosidad me gana.

–Siendo sincero, la verdad es que no –explica–. Solo le gusta a mi padre y yo tengo que obedecerle.

–¿Por qué? Ya tienes veinte años, ¿no?

–Ya, pero no todo es tan sencillo. Estoy ahorrando dinero para poder independizarme.

–¿No tienes suficiente para permitirte una casa pequeña?

–Primero tengo que asegurarme que Oliver podrá vivir bien conmigo.

–¿Se irá contigo? ¿Y tus padres?

Daisy nos interrumpe llegando con mi batido, tiene buenísima pinta como siempre.

–Muchas gracias.

–No hay de qué, cariño –se vuelve hacia Dani–. Necesito que saques la basura y empieces a limpiar las mesas, mañana podréis seguir hablando.

–Sin problema –responde él.

Se despide de mí con una sonrisa y se va tan rápido como ha aparecido. Qué extraño, lleva ahorrando dinero durante mucho tiempo para irse de casa. Pero algo no me cuadra, no entiendo por qué se quiere llevar a Oliver. Entiendo que son muy unidos, pero él tendría que quedarse con sus padres hasta que sea mayor de edad. No me acaba de encajar toda esta historia...

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora