20. A puñetazos

34 3 3
                                    

Mi hermana y yo entramos a mi habitación para hablar, ya que antes no pudimos porque nuestros padres nos interrumpieron para que nos despidiéramos de todos porque nos íbamos a casa.

Nos sentamos las dos en la cama y me espero hasta que esté preparada para empezar a contarme todo lo que sabe sobre la noche del accidente.

–No quiero que me odies después de esto... –pronuncia con la cabeza agachada.

–Clarita, yo nunca te podría odiar –le acaricio el pelo–. Somos hermanas y siempre puedes contar conmigo. Mis sentimientos por ti nunca cambiarán, hagas lo que hagas.

Ella me mira con ojos llorosos y yo le limpio una lágrima que le baja por la mejilla.

–El día del accidente, era el cumple de Liam y estábamos celebrándolo en su casa –empieza a explicarme–. Hubo un momento que yo me aburría y salí afuera para jugar con mi muñeca, pero empecé a oír una discusión un poco alejada de la casa y vi a Matthew discutiendo con Jack.

Yo abrí los ojos como platos. No sabía que la noche de su fallecimiento habían discutido, Matthew nunca dijo nada.

–Oí a Matthew decir que le devolviera la droga y Jack no se la quería dar, ya que dijo que era el cumpleaños de su hermano y no quería que nadie le arruinara la fiesta.

Osea que Matthew entró con droga al cumple de Liam y, al parecer, Jack lo descubrió.

–Entonces fue cuando me vieron y Matthew corrió hasta mí y me sujetó con fuerza por los hombros, me amenazó con hacer daño a mi familia si decía algo de lo que había oído –se le caen más lágrimas–. Jack intentó defenderme, pero entonces Matthew le dio un golpe en la cara con el codo y me echó de allí –ahora mis ojos también estaban llorosos–. En vez de avisar a alguien, me fui corriendo a casa y no volví a salir. Al cabo de un rato, fue cuando ví las sirenas de policía y escuché a Liam gritar el nombre de su hermano.

Yo la abrazo con fuerza para tranquilizarla y le digo:

–No fue culpa tuya, solo tenías diez años. Intentaste protegernos para que Matthew no nos hiciera daño, tenías miedo y es normal.

Ella continúa llorando y añado:

–¿Cómo te lo has podido callar durante tanto tiempo? La próxima vez confía en mí porque no me pasará nada malo, no me iré a ninguna parte.

–Vale...

–Entenderás que le tengo que contar a papá y mamá, ¿verdad?

Ella asiente y se limpia las lágrimas.

–¿Qué pasará con Matthew? –me pregunta.

–Considerando que te ha amenazado dos veces y que posiblemente haya matado a puñetazos a Jack, se irá por un largo tiempo a la cárcel.

–Mejor, se lo merece.

–Sí, créeme que después de dos años viendo a la familia de Jack destrozada no saldrá impune.

Ella asiente y se va a su habitación, yo respiro intentando calmarme para no ir a pegarle un buen puñetazo a Matthew. Por fin sé quién lo mató después de dos años de incertidumbre y miedo en todo el pueblo, sin saber si era un accidente o si realmente se escondía un asesino entre nosotros.

Tengo que ir rápido a la policía con mis padres, incluida mi hermana como única testigo. Voy corriendo a su puerta y pico con ansias, abro sin esperar respuesta y están durmiendo los dos. Se despiertan sobresaltados y encienden su lámpara de mesa.

–¿Laia? ¿Qué pasa? –pregunta mi madre somnolienta.

–Tenemos que ir a la policía, es urgente.

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora