Me levanto al día siguiente y continúo pintando el cuadro de las dos personas en el festival de invierno. Estoy a punto de terminarlo, pero me falta ponerle un título. Tiene que ser algo romántico, ya que es un chico que sostiene el rostro de una chica mientras se miran con ternura. No sé por qué he pintado un cuadro así, supongo que necesitaba expresarme de alguna manera.
Ahora que me fijo más en la cara del chico se parece mucho a Dani, o puede que simplemente el físico sea como imagino a mi tipo de chico; porque he querido recrear una historia en que la protagonista encuentra un amor sano y duradero.
Me pongo mi playlist de Selena Gomez y empiezo a cantar mientras pinto. En mi cuadro predomina el color azul y blanco, representando la pureza y la paz de los personajes.
Al cabo de unas horas, por fin la he terminado. Es mi mejor pintura hasta ahora porque transmite serenidad y confianza. Sé que esta tendrá éxito, solo tengo que esperar a empezar la carrera después del verano y veré los resultados cuando abra mi galería.
Apago la música y guardo las pinturas, el cuadro terminado lo pongo debajo de mi escritorio hasta nuevo aviso y me visto rápidamente para ir a comer con mis amigas. Me despido de mis padres y voy caminando hacia casa de Brooke.
Cuando llego, pico a la puerta y mi amiga pelirroja me abre dándome un abrazo muy cariñoso. Me invita a pasar y cuelgo mi abrigo en el perchero de la entrada. La sigo hasta el comedor y abrazo a Abby que se encuentra dentro.
–Mi madre se ha ido de compras, así que tenemos tiempo para hablar –nos informa Brooke–. He hecho unas pizzas.
–Gracias –me relamo los labios.
Nos sentamos a comer y, como sé que no hablarán de nada más hasta que les cuente lo que ha pasado, les explico todo con lujo de detalles.
–Es un imbécil, todos los chicos lo son –opina Brooke cuando termino.
–No juzgues así a una persona –contesta Abby–, puede que Dani esté en una situación delicada. Laia nos ha dicho que parecía que el padre tenía a todos bajo su dominio.
–Es que es así –afirmo.
–Pues entonces –continúa Abby–, no saquemos conclusiones precipitadas porque no sabemos lo que pasa realmente en esa casa.
–¿Qué propones que hagamos, Minnie Mouse? –la molesta Brooke.
–Lia tiene que hablar con Dani y aclararlo todo de una vez.
–No puedo, estoy enfadada con él –respondo.
–Pues desenfádate –me ordena Abby–, no dejes que lo que pasó te nuble el juicio. Tienes que hablar con él para que te dé una explicación.
–No quiero que me dé ninguna excusa, es un machista y punto.
–Escúchalo al menos, no puedes ignorarlo para siempre.
–Pues sí.
–No, porque lo quieres.
Yo abro los ojos como platos.
–¡Eso es mentira, Abbs! –contradigo.
–En eso estoy de acuerdo con nuestra rubia –comenta Brooke.
–¡Pero bueno! ¿Vosotras de qué lado estáis?
–No te enfades, Lia –me tranquiliza Abby–. Tenéis que hablar de lo que pasó porque así nunca podrás quitarte ese rencor, necesitas entenderle y que te lo explique.
Yo suspiro cansada, no quiero hablar más de él.
–¿Qué tal con tus padres? –le pregunto a Brooke cambiando de tema.
ESTÁS LEYENDO
SIEMPRE FUISTE TÚ
RomanceLaia vive en Camden, un pequeño pueblo del estado de Maine, donde todos se conocen. Empieza su último año de instituto junto a su grupo de amigos antes de marchar a la universidad, donde quiere ejercer de artista y abrir su propia galería. Pero tend...