31. Nuestro atardecer

30 3 6
                                    

Llega el 14 de febrero, el día de San Valentín. Todas las calles de Camden están adornadas con corazones rojos y flores rosas. A mí personalmente este día me encanta, porque no es solo celebrar el amor con tu pareja, sino también con tu familia y amigos.

Me levanto de la cama, después de mirar las redes sociales, y me doy una ducha rápida. Al salir, me seco el pelo y me paso el rizador porque hoy tengo que estar mucho más guapa de lo normal, ya que es mi primera cita con mi chico del café. Voy al armario y veo mi vestido rojo en una percha, sin dudarlo me lo pongo con unas medias y mis botas negras.

Me pinto los labios de color rojo, agarro mi bolso y bajo las escaleras. Oigo un silbido de mis padres y pongo los ojos en blanco.

–Qué vergüenza, parad de mirarme... –digo tapándome la cara.

–Estás guapísima, Laia –comenta mi madre.

–Ya eres toda una mujer –añade mi padre orgulloso.

–Gracias, hasta luego.

Cojo el abrigo y salgo de casa rápidamente. Cierro la puerta y resoplo, madre mía, que incomodidad. Aunque tienen razón, hacía tiempo que no me sentía tan bien con mi cuerpo.

Camino hasta el centro del pueblo porque me fascina ver toda la decoración montada en cada festividad que celebramos. La plaza luce hermosa con colores románticos y se nota que este día la gente tiene buenas vibras. Porque, por mucho que algunos no tengan pareja, también es un día para celebrar el amor de hermanas, madres, hijos...

Voy a la floristería de Agnes y la veo repartiendo una rosa a cada cliente que se acerca. Cuando me ve, también me tiende una.

–Buenos días, Agnes. Muchas gracias –sonrío.

–¡Feliz día de San Valentín!

–¡Igualmente!

–Qué guapa te has puesto, nunca me decepcionas.

Yo me río y respondo emocionada:

–Hoy es una ocasión muy especial, tengo mi primera cita oficial con Dani.

Se le iluminan los ojos.

–¿De verdad? Es una maravilla, ese chico sí está hecho para ti.

–Gracias, Agnes.

–Siento haberte mentido aquella vez que preguntaste sobre las flores anónimas que te regalaron –me dice–. Pero no podía decirte que las compró Dani para ti, ya que me pidió que guardara el secreto.

No me lo puedo creer, ¡estaba compinchada con él todo este tiempo!

–¡No lo sabía! Qué fuerte.

–Es maravilloso lo que hace el amor, ¿verdad? El destino os juntó en el momento que más lo necesitábais, siempre he pensado que acabaríais juntos.

–¿Cómo es eso? –pregunto curiosa.

–Porque yo muchas veces estaba en Daisy's y, cuando veía que te despedías de Dani, él se te quedaba mirando hasta que desaparecías por la calle.

Qué romántico es mi chico.

–No me lo puedo creer...

Sonrío porque ahora somos muy felices juntos.

–Me alegro mucho por vosotros, que os vaya muy bien la cita.

–Gracias por todo.

Le doy un abrazo y ella me da un beso en la mejilla.

–Y me alegro que todo haya acabado bien con Matthew, y con el padre de Dani.

–Sí, yo también.

Cuando a James le impusieron la sentencia de cinco años, todo el pueblo se acabó enterando y con eso supieron que él maltrataba a su familia. Pero es un alivio que la gente lo sepa, así cuando salga de la cárcel se tendrá que ir del pueblo porque todo el mundo le rechazará.

SIEMPRE FUISTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora