10. EL PRIMERO

59 4 19
                                    

—Necesito avisarle...—después de tanta angustia, Arya sacó su celular para escribirle. —¡Diego! —ni bien verlo llegar, se levantó de la silla y se acercó.

—¿Cómo sigue?

—Andrés dijo que lo van a estar monitoreando toda la noche, pero está en terapia. Dependiendo de cómo evolucione, lo van a mover a terapia media y tal vez tenga que estar un día más acá. Pero la operación fue un éxito.

—Necesito verlo.

—Habrá qué esperar a Andrés a ver qué dice. —soltó Gustavo.

—Él no se ha movido de su lado. Le voy a mandar un mensaje diciéndole que ya llegaste y que si puede autorizar tu entrada.

—Allá viene. —El papá de Mathilda dejó entrever que avisarle ya no era necesario.

—Hermano... muchísimas gracias por haberle salvado la vida a mi papá. —lo abrazó con todas sus fuerzas.

—Ningún gracias. —lo abrazó de vuelta. —Sobra decirte cuánto quiero y respeto a Don Felipe. Justamente por eso necesitas saberlo. Hace unos días, vino a consulta y le dije que necesitaba hacerse un electrocardiograma, pero salió con que estaba bien y todo, ya sabes cómo es.

—¿Cómo? —sorbiéndose la nariz, frunció el ceño. —A mí nunca me dijo nada.

—Me lo imaginé.

—Maldita sea. —apretó los dientes. —Todo por su pendejada de no querer preocuparme. Nos hubiésemos podido evitar algo así.

—Bueno, muchacho, ahora no es momento de pensar en hubieras, sino de agradecer que los médicos hayan podido salvarlo. Felipe va a estar bien, ¿sí? —Gustavo le palmeó la espalda.

—Mi papá tiene razón, Diego. —Arya le puso una mano en el brazo y lo acarició.

—Muchas gracias... ¿Y qué cuidados va a tener que tomar, Andrés? ¿Va a poder seguir con su vida normal?

—Pues, felizmente, Don Felipe ya no se esfuerza tanto en el sentido físico, así que no es una preocupación que debamos tener. Eso sí, hay que bajarle al estrés; es el peor enemigo a su edad y en su condición.

—¡Dios! ¿Cómo vamos a evitar que se estrese? Con la crisis que está atravesando la finca y tod...—intentó decir, acelerado.

—Hey, hey, hey, Diego, lo tengo claro. Na más te estoy avisando que si no disminuimos su nivel de estrés, esto definitivamente puede volver a pasarle... y no va a correr con tanta suerte. Puede concluir en algo fatal.

—Ya, pero eso no va a pasar. Nosotros vamos a cuidarlo y no lo vamos a andar exponiendo a preocupaciones grandes ni nada. —acotó Arya de golpe.

—Ustedes tranquilos. La salud de Felipe se va a optimizar por completo en el momento que Alberto nos de una resolución definitiva. —aseguró Gustavo. —Hablando de él, ¿se reunieron en la capital al final?

—De hecho, estábamos en la reunión cuando me enteré de esto. No alcanzó a definirme mucho concretamente; pero, en todo caso, Natalia ya volvió de su viaje y Alberto me dio su palabra de que hablaría con ella lo antes posible.

—Siendo así, vamos a rezar por que la próxima vez que te suene el teléfono sea él dándote la noticia que necesitamos escuchar. —Arya quiso animarlo nuevamente.

—Que así sea... Este... ¿puedo verlo, hermano?

—Bueno, lo tenemos en terapia y el horario de visitas terminó hace horas. Ahora... haré una excepción por tratarse de ti, pero no mucho tiempo, por favor.

Impropia PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora