17. PASADO DOLOROSO

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CIUDAD DE MÉXICO

—A ver, Sara, dinos de qué te acuerdas con toda la precisión posible. ¿En dónde se quedó parada tu mente?

—P… pues, me ac… uerdo de que viv…—su mirada estaba cristalizada y le costaba terminar las palabras y pronunciarlas.

—Sí, sí, vivías. —asintió una colega del doctor Coronel.

—Mhm. E… en un dep… depa…

—Un departamento

—C… con A… Ana Rosa, mi hermana mayor. N… nuestros papás fallecieron cuando yo era m… uy peq… pequeñita y e… ella me crió como s… si fuera mi mamá.

—Perfecto. ¿Qué más? —preguntó Coronel.

—Y… o…—su mirada se iluminó. —M… me gradué del… de la u… universidad en D… iseño de Int… interiores; la p… intura y el art… el arte son mi pasión. T… Tamayo me encanta.

—¿Pero… no puedes contarnos nada sobre Jose? —preguntó la doctora.

La mirada de Sara se cristalizó más.

—Es q… no… no me acuerdo. Perdón. Él m… me dice ‘mi amor’, pero no sé qui… én era en m… i vi… vida ni c… cuán importante era para mí. No m… no me ac… uerdo de m… de mis sentimientos. No t… tengo recuerdo a… alguno de cómo lo c… conocí, de c… cómo llegó a mi vida ni nada.

—Seguramente, a través del arte que también es su pasión. El arte une a las personas, ¿no te parece? —Coronel esbozó una tierna sonrisa. —Además, Jose es coleccionista también… ¿Alguna galería o exposición de arte, tal vez?

Ella continuaba como perdida.

—¿E… en dónde es… tá mi hermana? ¿Por q… qué no ha v… enido a vi… sitarme?

—Es que… no la hemos localizado. En veinticuatro años JAMÁS se dignó a venir a ver cómo estabas, o siquiera llamar a preguntar por ti. Lo siento mucho. —la doctora Kay se sinceró.

—¿Veinticuatro? Aún no m… me… mentalizo del t… tiempo que ha pasado. Pensar que ent… entré en coma con casi veinticinco años solo. —sus ojos se cristalizaron más.

—Sara, estoy muy consciente del trauma que supone algo así, pero la doctora Kay está acá precisamente por eso. —dándole una sonrisa educada, le colocó una mano en el hombro a su colega. —Ella te va a estar asistiendo y ayudando para que entiendas esta realidad, puedas asumirla y retomar tu vida, ¿ya?

Kay sonrió a la paciente.

—N… no he podido ni v… erme al espejo. N… o he tenido el valor. Pe… perdí toda mi vida. Estoy bordeando el q… quinto piso y n… no pude casarme con el amor de mi vida ni… ni convert… irme en mamá. A ese sueño, se me lo llevó el viento. Estoy hecha u… una vieja.

—Por supuesto que no, Sarita. Eres una mujer que tiene mucho por recorrer todavía. —Kay agarró un taburete y se sentó junto a la camilla. —¿Me permites? —pidió permiso para tomarle la mano.

—No sé. Desde que me desperté, me he preguntado si no hubiese sido mejor que me desconectaran antes que vivir así.

—Sarita, estás acá, estás acá con nosotros. Tu vida es muy valiosa y muy importante. Lo primero es que empieces a reconocer tu realidad y a reconocerte a ti como la mujer que eres ahora. ¿Estás lista para que lo intentemos?

—No. Solo que si no lo hago ahora, no lo voy a hacer más. Así que hagámoslo.

—Ten. —le pasó un espejo.

Impropia PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora