13. PRESENTACIÓN

54 4 27
                                    

—¡Perfectamente! Todo esto se puede vender perfectamente en el bazar. —encantada, la organizadora veía ese montón de objetos que Arya había llevado.

—¡Perfecto! —sonrió. —Lo que está en las cajas básicamente, es lo que puedo dejarle desde hoy. Las joyas de la familia están en Internet.

—Excelente. Entonces vamos a hacer un inventario de todo esto, pongámosle precio y demás y, como acordamos, de lo que se venda, me voy a quedar con el quince por ciento.

—Así es. B...—el sonido de su celular la interrumpió. Lo buscó en su cartera cruzada y miró la pantalla. —Eh... ¿me da un minutito? Atiendo esto y seguimos.

—Adelante. —dijo mientras empezaba a dividir el contenido de las cajas.

—Andrés. —saludó, alejándose un poco.

—Hola, bonita. Oye... ¿me aceptas una invitación a almorzar en mi casa mañana? Aprovechando que revisé mi horario y no me pusieron para la tarde.

—No sé si a tu hermana le vaya a parecer, la verdad.

—Ay, no, ni le hagas caso, que nada más te tiene celos; los mismos que le tiene a cualquier chava que vea cerca de mi hermano. Pero entre ustedes dos, a duras penas, hay posibilidad del saludo. Val lo entenderá y, cuando eso pase, va a dejarte en paz.

—Eh... si tú lo dices. —una mueca de incomodidad decoraba su rostro. —Pero, oye, justo necesitaba conversar contigo urgentemente de algo bien importante. Así que nos vemos mañana para almorzar.

—¿Y... no me puedes adelantar nada? —se ilusionó.

—Por teléfono no. Debe ser cara a cara.

—Está bien, entiendo. Nos vemos mañana entonces... ¡Mathi! —exclamó, impidiendo que colgara. —Te quiero.

Aún más incómoda, Arya finalizó la llamada sin más.

--

—¿Entonces nos vemos esta noche para que POR FIN conozcas la finca, Profe?

—Correcto, alumno. Platiqué con tu jefe y me comentó que su mujer no estaría presente. Créeme que me habría gustado que estuviesen todos los involucrados, pero estoy complicado este mes y, la verdad, no quiero que se siga aplazando el viaje a Roca Milagrosa. Gustavo me insistió para que me hospedara en la finca y lo haré, pero será esta noche solo. Vamos a cenar y, eso sí, allí sí que te necesito presente.

—Profe...—exhaló profundo —honestamente, no estoy seguro si pueda. Es que también estoy complicado ahora mismo. Mi papá sigue en el hospital y acaba de tener una recaída. Preferiría quedarme a su lado.

—Entiendo, pero es solamente para cenar. Máximo una hora y te regresas a dormir con Don Felipe.

—Mira... no sé. No quiero comprometerme a nada. Déjame que hable con Andrés primero; si me dice que todo está en orden, ahí me las arreglo y te aviso, ¿va? En todo caso, voy a ir acordando algo con Don Gustavo y... voy a llamar a Mathi a ver si me puede hacer el favor de organizar la cena.

—Excelente. Te lo agradezco, muchachón. Oye, ¿y... cómo sigue todo con Natalia? —ni bien preguntárselo, escuchó cómo soltaba un bufido de fastidio.

—Sinceramente, lo último con lo que estaba contando, era con que se apareciera en mi casa a decirme que está esperando un hijo mío.

—¿Cómo? —ojiplático. —¿Esperando un hijo tuyo? Eso sí que no me lo esperaba.

—Como te dije, yo tampoco. Pero, nada, está embarazada y... te juro que me siento como un cabrón por no estar saltando en una pata de felicidad cuando debería. Supongo que es porque las cosas entre nosotros están más que muertas, pero... en fin, cuando llegues, si quieres conversamos bien.

Impropia PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora