31. SENSACIÓN DE MULTIVERSO

56 2 2
                                    

—¿Qué pasó? ¿Cómo así tu hermana se puso así de brava contigo, ah? —Gustavo salió de su escondite.

Ana Rosa, que estaba volviendo a subir, pegó un brinco.

—Pretendía echarme el muerto de que Alberto no se haya hecho cargo de SU HIJA a mí. ¿Lo puedes creer? —como quien no quiere la cosa, bajó los pocos escalones que ya había subido. —Parece que las secuelas del coma están haciendo acto de presencia.

—¿Entonces Alberto dio en adopción a la hija que tuvo con Sarita porque no estaba en condiciones psicológicas para cuidarla?

—Ni idea. La verdad, en esa época, Sara y yo estábamos bastante distanciadas y nunca me enteré qué fue de esa niña. Ahora, si él le dijo que la entregó, así ha de ser. —se encogió de hombros.

—¿Y no hubiera sido más lógico que tú, la ÚNICA familia que Sarita tenía y TODO lo que le quedaba a esa bebé, se hiciera responsable de su bienestar? —analítico.

—Es que nunca me lo pidió ni nada.

—¿Pero si sí lo hubiera hecho?

—Ahí habría cambiado la cosa. Mira, fuera de que nunca quise ser mamá y JAMÁS me vi maternando una niña de otros, era mi sobrina. —fingió nostalgia y tristeza. —Bien lo dijiste: con Sara en coma, era la ÚNICA familia que me quedaba a mí también.

—Francamente, tenía a Alberto por otro tipo de hombre.

—Sí, esa es la impresión que da con ese porte y esa imagen que muestra. Eso sí, bastante cínico de su parte culparme a mí por su falta de responsabilidad y de interés.

—Sarita estaba como en crisis, fuera de sí. Nunca me esperé verla así. Después de esto que ha pasado, no sé si regrese con Alberto alguna vez.

—Habría que ver. Mi hermanita puede ser bastante tonta cuando se lo propone; PERO, si me preguntas a mí, esta vez sí diría que lo de ellos no tiene arreglo posible. —con una mano en la cintura, rodó los ojos, viendo hacia otro lado.

Pensativo, Gustavo regresó a lo suyo.

«Esta es mi oportunidad. Ahora sí voy a poder conquistar a Alberto» —pensó, esbozando una sonrisa victoriosa.

---

—Por mucho que esté tratando y tratando, no puedo ponerme en los zapatos de Jose; te juro que soy incapaz de empatizar con él y entender por qué fue tan irresponsable y la entregó. Pienso en otros papás y...—con los ojos cristalizados, negó con la cabeza —no. Simplemente, no puedo.

—Tampoco creo que comparar ayude. —dijo Felipe, apenado.

—Sí, ya sé que las comparaciones son odiosas, pero me pasa que es inevitable. Mira, hablemos de cosas paternales: Elías JAMÁS dudó en ocuparse de Valentín, cuando bien pudo haber dicho que implicaría “mucho trabajo” o algo así; tú recién te enteraste de que eres su papá biológico, no te resignaste a que ya tenía una familia y estás haciendo TODO por crear un lazo con él, por estar ahí y por compartir tu vida y tu mundo con ese chavo; y Diego, acuérdate de todo lo que llegó a hacer y cómo estuvo por renunciar a SU propia felicidad junto a Mathi cuando iba a tener un hijo con su ex. Tanto para que le permitieran estar presente en la vida del bebé, que en paz descanse... ¿Y Jose? ¿Jose qué? Bien, gracias. Se lavó las manos bien fácil y dejó a nuestra bebé a la buena de Dios. —su voz se rompió por completo, lágrimas bajando por su cara.

—Es que no sé qué decirte. Aparte de que no tiene justificación. Ni él ni tu hermana, Sarita.

—A ver, si él se hubiera hecho cargo, solo Dios sabe si el destino de mi hija habría sido diferente. Quizás sí, quizás no. Quizás el accidente que le arrebató la vida igual habría ocurrido, igual habría fallecido de jovencita y bajo las mismas circunstancias porque una cosa no tiene nada que ver con la otra, pero, ¿te digo una cosa? Por lo menos yo no estaría sintiéndome tan rota en estos momentos. Podría tener un sitio donde llorarla y mantenerla viva EN PAZ y en mi corazón. ¿Por qué? Porque hubiera sabido que tuvo alguien que la amara, que tuvo alguien que dio TODO por ella, que la cuidó bien y la protegió con todo lo que tenía hasta donde pudo.

Impropia PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora