CIUDAD DE MÉXICO
—Vaya “excelente profesional” me recomendó Alberto. —ironizó. —Es como si lo hubiera hecho a posta. Mira nada más las noticias que me traes. O sea, fue la infeliz de Valentina la que destrozó mi matrimonio y mi vida, no al revés.
—Ya… El asunto es que no pienso someterte a un litigio eterno y tedioso cuando te advertí desde un principio que era improbable que lo ganáramos.
—¡¿Pero es que nadie está viendo que perdí mi bebé por la culpa de esa asesina o qué?! —se levantó de golpe y se puso a caminar por su sala, en un intento de lidiar con la furia.
—Y no has tenido siquiera tiempo decente para sanar de eso. No quisiera exponerte a que tu salud mental se vea aún más afectada. Escucha: lo único que vale en un juicio es lo que se pueda demostrar de manera irrefutable. Por eso estoy en negociaciones con el abogado de Valentina para que nos baje la cantidad de la contrademanda por difamación siempre y cuando terminemos YA con todo esto. Ahora, la última palabra es tuya, así que tú dirás.
Natalia permaneció pensativa varios segundos. De pronto, suspiró y se cruzó de brazos.
—Mira, si tanto aseguras que no voy a poder zafarme de indemnizarla por “difamación” y que es improbable que ganemos esta demanda…—apretó los ojos. —¡Aish, maldición! Así me rompa el corazón no poder cumplir la promesa que le hice a mi bebé y me hinche los ovarios, ni modo, ponle fin a este rollo nomás. No quiero seguir gastando energías y fuerzas en esto.
—Perfecto. No me lo tomes a mal, pero me parece que es lo más prudente que puedes decidir. Mañana a primera hora, me contactaré con el Licenciado Saavedra. —informó, dándole una sonrisa empática.
—No, Derrick. —expresó mientras negaba con la cabeza. —Tratándose de Mathilda y Valentina, NADA es prudente. ¿Sabes porqué? Porque esto significa que esas dos se salieron con la suya y que la que salió perdiéndolo todo soy yo.
Manteniendo la santa paciencia, Derrick se puso de pie.
—A ver, seamos claros: Mathilda no tiene absolutamente nada que ver en lo que tú pensabas hacer. Entonces te voy a pedir por favor que no la metamos.
—¡Yo la meto en lo que a mí me de la gana! —espetó, causando que apartara la mirada en señal de hartazgo. —Por otra parte, sé que la vida me va a dar la oportunidad de achicharrar a Valentina igual que a una cucaracha. Algún día será. Y no la voy a desaprovechar.
—La venganza nunca deja nada bueno, ah.
—No dirías lo mismo si te hubieran hecho lo que me hicieron a mí. Esas dos me van a pagar todas, una por una, en el momento que menos lo esperen.
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SAN MIGUEL DE ALLENDE
De vuelta en el barrio, caminaba como alma que lleva el diablo en dirección a su casa cuando su celular sonó. Lo sacó bruscamente, miró la pantalla y contestó enseguida.
—Solo tú para bajarme el cabreo que traigo, muñeca. ¿Cómo estás?
—¿Has sabido algo de Gustavo? Porque yo no, ni siquiera me ha llamado, y eso no suena para nada como él. —caminaba de un lado a otro.
—Si lo dices por ti, fíjate que yo acabo de ir a hacerle una visita al rancho y, bueh, así como para decir “híjole, qué pena me da, cómo está extrañando a su mujer este pobre cristiano”, pos, como que no. Lo que sí, es que está que se lo llevan los demonios TANTO, que el muy hijo de la chingada no quiso darme ni mi liquidación ni la platita extra que tú y yo habíamos quedado en que iba a pedirle pa’ no abrir el hocico con la Mathilda.
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Impropia Piel
Fanfiction𝘌𝘭 𝘢𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘶𝘯𝘪ó. 𝘓𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘳𝘵𝘪ó 𝘦𝘯 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘢𝘴. 𝘓𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘭𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘳𝘰𝘯. Quisiera rebobinar y regresar a ese día. Ahora ya sabría qué hacer. Si hubiese se...