Ni bien entrar a su cuarto, Arya se tiró a la cama y agarró su celular.
—Sigo sin creer el patetismo de Gustavo San Román. No puede ser. Avísame si aún sigue en pie nuestro plan, guapo. —grabó el audio y lo mandó.
—Dios mío. Mira, nomás te voy a decir que esto de andar secreto tras secreto se les va a salir de las manos; pero en todo caso, no pienso hablar por ti. Decir la verdad te corresponde A TI solo y te toca hacerte responsable de tus acciones.
Con la cabeza agachada, ella asintió.
—Por lo menos comienza diciéndole a Diego tu verdad. A Diego. Así vas a poder probar si ese amor de él es lo suficientemente fuerte como para perdonar que estés suplantando a una persona. ¿Qué dices? ¿Vas a tomar mi consejo?
—Mándame una señal o algo, Dios santo... Algo que me ayude a saber si es un buen momento para abrirme de verdad con Diego y contarle todo sin perderlo. —el simple hecho de estar consciente de la fuerza de esa posibilidad causó que sus ojos se cristalizaran. —Por favor. Él y su amor son lo más bonito que me ha pasado en la vida y no quiero estar sin ellos. Ayúdame a que entienda y no me juzgue por haber tenido que suplantar a Mat.
--
—De verdad que ese señor no puede ser más nefasto. ¿Se jura la divina garza para estar menospreciándote así o qué? —no dejaba de refunfuñar mientras entraba a la cabaña, marcando sus pasos.
Sin más, Diego dejó sus llaves encima de un pequeño platillo decorado junto al recibidor y caminó hacia la sala.
—Idiotas hay en todos lados. No pasa nada.
—¿Y tú todavía piensas volver y seguir dedicándole tu tiempo y tu trabajo a esa gente?
El silencio del ingeniero fue una respuesta para ella.
—Ah, no, pues, tu dignidad a marzo, ¿no? ¡Despierta, caray! ¿Qué tal si... si nos mudamos a la capital? —ahí, notó cómo su ex levantaba la mirada hacia el techo y exhalaba profundo. —No, no te preocupes, que nos llevaríamos a Felipe con nosotros y...
—A ver...
—Diego, es lo mejor para nosotros. Pod...
—¡Dios, escúchame, Natalia! ¿Cuántas veces necesitas que te repita que NO ESTAMOS JUNTOS?
De espaldas a él, Natalia rodó los ojos antes de voltear a mirarlo.
—Mira, aprecio mucho que estés “preocupada” por mi papá y por mí. ¿Pero otra vez estás haciendo planes por tu lado cuando ni siquiera nos hemos puesto de acuerdo con lo del bebé? —hastiado, frunció el ceño. —Además, ni Don Felipe ni yo nos vamos a ir de San Miguel, y eso ya deberías saberlo. —en un movimiento rápido, abrió una botella de jugo y se ahogó en él.
—Bueno, pero quizás si le contamos las cochinadas que soltó Gustavo San Román esta noche, s...
—¡Hey, eso sí que no! —en dos zancadas, salió de la cocina y volvió a acercarse a ella. —El Capi no se puede enterar de esto, o su recuperación puede verse afectada. ¿Okay?
Ella, sin mirarlo, se encogió de hombros.
—Natalia, en serio ni se te ocurra.
—Okay. No se va a enterar. —resignada.
—¿Ahora será que podemos retomar la conversación que empezamos en Roca Milagrosa? —apuntó a la sala.
—A ver...—cansada, caminó hacia allá y se dejó caer en un sillón, y el padre de su hijo en otro —todo lo que quiero que entiendas, es que te vine a buscar para pedirte perdón por lo que hice desde el fondo de mi corazón. Y no solo por nuestro bebé, sino porque te sigo amando igual que antes. Ahora, si tú vas a seguir con esta frialdad y esta actitud tan fea hacia mí, no puedes esperar que tire la dignidad, que yo SÍ tengo, a la basura. Es por eso que estoy tomando la decisión de irme a España, dar a luz y criar a mi hijo allá.

ESTÁS LEYENDO
Impropia Piel
Fanfiction𝘌𝘭 𝘢𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘶𝘯𝘪ó. 𝘓𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘳𝘵𝘪ó 𝘦𝘯 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘢𝘴. 𝘓𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘭𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘳𝘰𝘯. Quisiera rebobinar y regresar a ese día. Ahora ya sabría qué hacer. Si hubiese se...