Como salieron de sus respectivos cuartos al mismo tiempo, terminaron chocándose, lo cual generó que uno de ellos apretara los ojos y los dientes.
—¡Fíjate por dónde vas! —rabioso, siguió su camino.
—Perdóname. —incrédula por su actitud. —Estaba pensando en otra cosa y no te vi. —dijo, yendo detrás de él.
—¿Sabes cuál es tu problema, Mathilda? —se detuvo en las escaleras. —Que siempre tienes una maldita justificación para todo y nunca quieres admitir nada. Eres una niñita mocosa, caprichosa y prepotente.
—Mocosa, caprichosa y prepotente, la más vieja de tu casa.
—A Ana Rosa, la respetas. —volvió a detenerse. —Te andas dando baños de pureza con todo el mundo. Igualita que tu mamá… Unas malparidas las dos. Otra cosa: más te vale que te mantengas lejos de mi vista y fuera de mi camino y procures evitar andar por donde esté yo. —sin más, bajó las escaleras.
Arya apretó los ojos y respiró profundamente.
—Menos mal ya te había dicho de su furia, mi amor. —dijo Conchita, negando con la cabeza. —Está que se lo llevan los mil demonios por la culpa de esos resultados.
—Ni modo. —volteando a verla, esbozó una minúscula sonrisa. —Voy a tener que seguir calándomelo por la culpa de las decisiones que tomé y de mis acciones.
—No sabes cómo me duele. Visto lo visto, las cosas entre ustedes empeorarán y seguirán complicándose.
—Pero estoy lista para enfrentarlo. Creo. A menos que cambies de parecer y decidas echarme a las brasas. —con su mano entre la de ella, parpadeó en señal de complicidad.
—Ay, bonita…—sintiéndose en una encrucijada, se unió en un abrazo con la castaña.
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—Seguro vas a pensar que intenté verte la cara o algo de eso, Alberto, pero te juro que no. En verdad no tengo idea de qué pasó. Todo lo que sé es que ya no está el sello de autenticidad del cuadro ni el certificado ni la factura. —avergonzada, hablaba por teléfono con él.
—Tranquila, pequeña, que no estoy pensando mal precisamente de ti. Lo único es que es una pena porque estaba bastante interesado en esa obra de arte y realmente me hubiese gustado comprártela. Hoy día más que nunca. Más encima, echaron abajo la oferta que me estaban haciendo por el original y tampoco voy a poder comprárselo a la mujer de la galería.
—Uy. ¿Y cómo así?
—Ángeles me dijo que el dueño se arrepintió y no está más a la venta… Ángeles es la de la galería.
—Qué pesar y más contigo, la verdad.
—En realidad, algo me huele raro. Yo te creo lo que me contaste que había sido un regalo de tus abuelos y que cuando tu mamá, que en paz descanse, falleció, pasó directamente a ti. También, te creo que era el original. ¿Y después esta propuesta que me hicieron en la galería por el original supuestamente no está más? Es muy extraño.
—Sí sé. A mí también me lo parece. Nos pasamos prácticamente horas buscando tanto el certificado como la factura y después nos dimos cuenta que el sello de autenticidad no estaba más en el cuadro. Le planteé a G… a mi papá la posibilidad de que se lo hubieran robado, pero…—su mirada se perdió un poco y negó con la cabeza —ya te imaginarás. Me mandó a la capital de Egipto y ni bola me dio.
—Y me imagino que hasta se te rio en la cara. —negó con la cabeza. —¿Sabes? Nunca me había sucedido algo así.
—Por mi parte, tampoco estoy entendiendo nada. Y sí, mi papá y su esposa se me rieron en la cara y ella prácticamente me dijo que vi mal y que estaba loca, pero te juro por lo más sagrado que esa obra de arte sí tenía el sello de autenticidad.
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Impropia Piel
Fanfiction𝘌𝘭 𝘢𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘶𝘯𝘪ó. 𝘓𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘳𝘵𝘪ó 𝘦𝘯 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘢𝘴. 𝘓𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘭𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘳𝘰𝘯. Quisiera rebobinar y regresar a ese día. Ahora ya sabría qué hacer. Si hubiese se...